Feliz día de la Fe! Felices Pascuas!!!

Las Pascuas son festividades de fe que son compartidas en gran parte del mundo y por diferentes creencias religiosas. En el caso de Cristianos y Judíos las Pascua y el Pesaj hasta se conmemoran en fechas cercanas y cada tanto coinciden. En Pascuas, los cristianos se reunen para celebrar la resurrección de Jesús. Y en Pesaj, las familias judías se reúnen para celebrar el tránsito de la esclavitud a la libertad del pueblo hebreo que sale de Egipto y marca el nacimiento del pueblo como tal.

En la Pascua Cristiana, los cristianos conmemoran la pasión, muerte y resurrección de Jesús para la salvación de su pueblo. Y recuerdan las ultimas horas de vida de Jesús hasta su muerte y después de ella. En la pascua judía, los judíos conmemoran cuando expulsaron a los judíos de Egipto y todo el sufrimiento que pasaron en esos momentos. Y recuerdan los hechos del éxodo, y hasta comen lo mismo que en aquel momento.

La festividad judía dura siete días y durante la misma está prohibida la ingestión dealimentos fermentados y derivados de la harina, Y los cristianos no comen carne. En las pascuas judías se acostumbra a comer Matzá o pan ácimo (sin levadura), origen de la  hostia católica.

Todos debemos recordar en estos días, que Jesús era Judío de nacimiento y se encontraba en la celebración del Pésaj (cena especial previa a la pascua) cuando se inicia su persecución. Jesús celebró la pascua (la última cena) según la costumbre judía la víspera de la Pascua, o sea, el 14 de Nisan (del hebreo: mes de Abril). Murió en la cruz el 15, y resucitó el 17. Resulta que en aquel año del calendario judío el 15 de Nisan cayó en viernes y por lo tanto el 17 de Nisan cayó en domingo (que en aquella época no se llamaban ni viernes, ni  domingo).

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Un nuevo año de clases. Una nueva oportunidad para moldear con herramientas ajenas.

“¿Habéis estado alguna vez en el mar, en medio de una densa bruma, cuando parece que una tiniebla blanca y tangible oes envuelve? Y el gran buque, tenso y ansioso, avanza a tientas hacia la costa con plomada y sonda, y uno espera con el corazón palpitante a que algo suceda. Antes de empezar mi educación yo era como ese buque, solo que no tenía brújula ni sonda, ni modo de saber a qué distancia estaba el puerto. “luz, ¡dadme luz!, era el grito silencioso de mi alma, y la luz del amor brillo sobre mí en ese mismo instante.” Helen Keller[1]

Helen Keller, con menos de dos años de edad contrajo una enfermedad cuyas secuelas fueron su sordera, ceguera e incapacidad de hablar. Las emociones que despertaron en ella esas pérdidas físicas se manifestaron en terribles ataques de ira y en conductas propias de un animal salvaje. Y nada ni nadie podía calmar su fiereza hasta el día en que Anne Sullivan[2], su profesora, entró en su vida en a los siete los de edad en 1887.

Tal fue así, que a poco de comenzar su trabajo con la niña, la profesora escribió en su diario: “La criatura salvaje de hace dos semana se ha transformado en una niña muy amable, se encuentra sentada junto a mi mientras escribo, luciendo un semblante sereno y feliz.  … Ahora mi placentera tarea consiste en dirigir y formar la hermosa inteligencia que esta comenzando a emanar de esta alma infantil”

Tarea que consistió proporcionar sentido a cada olor, a cada tacto y a cada brisa que se cruzaba en el camino de Helen; porque su individualidad lo indicaba. Pero lo que en definitiva hizo la profesora con su alumna fue lo que cualquier niño, con capacidades diferentes o no, necesita: Que le ayuden a moldear su propia vida según sus propios talentos y capacidades, sus propias herramientas.

Feliz comienzo!

D.O.


[1] “The Story of my life”, 1903. Helen Keller (1880 -1968) fue autora, activista política, y oradora. No obstante ser sordomuda y ciega desde los dos años de edad, cuando tenía 24 años, en 1904, llegó a ser la primera persona sorda en graduarse de la universidad y se convirtió con una tremenda fuerza de voluntad en una oradora y autora mundialmente famosa. Estableció la lucha por los sensorialmente discapacitados del mundo como la meta de su vida. Hasta hoy es un ícono de la superación y de los corazones fuertes.
[2] Anne Mansfield Sullivan (1866 – 1936), fue una maestra estadounidense. Habiendo perdido a su madre y abandonad por su padre, fue instalada en un asilo. Allí contrajo una enfermedad que deterioró su vista.  Por su voluntad y persistencia en aprender fue enviada a una Escuela para los Ciegos en Boston, en donde se le hicieron muchas operaciones para tratar su enfermedad, su vista mejoró y llegó a ser una estudiante ejemplar, graduándose con honores. Su trabajó con Helen Keller fue reconocido mundialmente como un milagro.
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¿A mayor riqueza, mayor felicidad?

La búsqueda de la felicidad, ocupa gran parte de nuestro tiempo. Casi todo lo que hacemos y emprendemos, aunque no tengamos conciencia de ello, lo hacemos para llegar a ser felices. Pero no debemos confundir la felicidad con la obtención rápida del logro y del éxito, o con el placer. La felicidad, aunque no se opone al placer, es mucho más que este.

Es habitual ver personas que gracias a su dinero no se privan de nada, que obtienen todos los placeres deseados, pero que llevan una vida bastante amargada y poco feliz. Concretamente un entorno de abundancia en recursos no nos garantiza que seamos felices.

Sociedades como la nuestra, movidas por millones de hombre y mujeres que buscan la felicidad, se vuelven más prósperas, pero no está nada claro que se vuelvan más felices.  Puede no existir una relación entre una riqueza cada vez mayor, y un mayor nivel de felicidad. No obstante, la estrecha correlación entre crecimiento económico y felicidad suele considerarse una de las verdades más incuestionables.

Pero la mayoría de los bienes cruciales para la felicidad humana no tiene precio de mercado y no se venden en las tiendas. En un shopping, no encontraremos: la amistad, la tranquilidad del hogar, la satisfacción que produce cuidar a los seres queridos o ayudar a un vecino en apuros, la autoestima que nace del trabajo bien hecho, la alegría de ejercer una vocación,  la solidaridad y el respeto a nuestros compañeros de trabajo y a todas las personas con quienes nos relacionamos. Tampoco encontraremos: la forma de liberarnos de la desconsideración, del desprecio, el rechazo, o la humillación.

Más aún, ganar el dinero suficiente para poder comprar aquellos bienes que sólo se encuentran en las tiendas supone una pesada carga sobre el tiempo y la energía  que podríamos invertir en la obtención y disfrute de los otros bienes no comerciales y que no están en venta. Asimismo, puede suceder que lo que se pierda supere lo que se gane. Y que la  infelicidad causada por la reducción del acceso a los bienes que el dinero no puede comprar, supere la capacidad del aumento de los ingresos de generar felicidad.

Entonces, pretender que la cantidad y calidad de la felicidad humana se pude conseguir centrando la atención en un sólo parámetro, como es el de los mayores recursos económicos, es extremadamente engañoso.

D.O.
Fuente: El Arte de la Vida. Zygmunt Barman. Ed. Paidos 2009. Bs. As.
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Julio César Strassera.

El 22 de abril de 1985 se iniciaba el juicio a las juntas militares que habían gobernado el país durante la última dictadura, entre 1976 y 1983. El juicio culminaron con las condenas de los ex dictadores Jorge Rafael Videla, Emilio Massera, Roberto Viola, Armando Lambruschini, Raúl Agosti, Rubén Graffigna, Leopoldo Galtieri, Jorge Anaya y Basilio Lami Dozo. Y el doctor Julio César Strassera fue el fiscal que estuvo a cargo de llevar adelante la parte acusatoria durante el juicio.

Recuerdo que en aquella acusación el Dr. Strassera señaló, entre otros conceptos inolvidables, los siguientes:

“…Me acompañan en el reclamo más de nueve mil desaparecidos que han dejado, a través de las voces de aquellos que tuvieron la suerte de volver de las sombras, su mudo pero no por ello menos elocuente testimonio acusador. Empero, ellos serán mucho más generosos que sus verdugos, pues no exigirán tan solo el castigo de los delitos cometidos en su perjuicio. Abogarán, en cambio, para que ese ineludible acto de justicia sirva también para condenar el uso de la violencia como instrumento político, venga ella de donde viniere; para desterrar la idea de que existen “muertes buenas” y “muertes malas” según sea bueno o malo el que las cause o el que las sufra….”

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Educar es mucho mas que enseñar.

La instrucción o enseñanaza es parte del repertorio de cualquier educador. Hay temas  que deben ser explicados por alguien que entienda el tema mejor que el alumno. Pero la educación comprende mucho más. La educación debe tender también al aprendizaje. Aunque pareciera que lo primero incluye siempre lo segundo, no es así.

En realidad, no se puede hacer que las personas aprendan. Si bien se las puede amenazar con las consecuencias de no aprender, y alcanzar algun resultado medible en cuanto a los conocimientos enseñados. Si se aspira a que las personas se conviertan en verdaderos estudiantes que disfruten de aprender y  a su vez continuen siendo pensadores independientes y creativos, entonces tenemos que agregar mucho mas que la mera instrucción o enseñanaza de conocimientos.

pero además, las personas siempre están aprendiendo, y aprenden cosas todos los días sin que nadie se las enseñe. Los niños nacen con un apetito voraz para aprender que comienza incluso antes de que nazcan,  y constantemente están absorbiendo información. La mayor parte de las cosas realmente notables que los niños logran, las consiguen sin instrucción. Por ejemplo, aprenden, a pesar de lo tremendamente difícil, a hablar y utilizar el lenguaje. Y aprenden también los matices culturales, los patrones y relaciones del entorno que lo rodea. Todo, sin tener que ser instruidos o enseñado.

Las personas en general, y los niños especialmente se educan o se transforman mientras conviven con las persaona y espacios que conforman su entorno. Sin necesidad de que nadie les enseñe o los instruya particularmente. Aprenden en un entorno de convivencia que incluye necesariametne el apoyo, la animación, el cuidado, la atención, la mirada, el afecto, en definitiva el amor, de parte sus adultos con quienes conviven. Y por medio de una gran herramienta de aprendizaje, el juego.

Pero cuando los niños ingresan a la enseñanza programada de la escuela, aunque lo hacen con el mismo apetito para el aprendizaje, lo pierden ante el aburrimiento, pero especialmente por la falta del entorno de aprendizaje que, con confianza, esperaban encontrar. En definitiva por la falta de afecto en dicho nuevo entorno.

Si como educadores queremos ayudar a que las personas aprendan, debemos centrarnos entonces en la relación que mantenemos con las personas, y en el espacio o entorno de convivencia que generamos con esas personas.  A pesar de que la  educación en general actual todavía se empeña en distraerse de esta relación, centrándose en medir en los niños solamente los datos enseñados, por medio de pruebas y evaluaciones estandarizadas. Los verdaderos educadores podemos siempre, en el espacio de convicencia del aula, intentar desarrollar nuestro trabajo por medio de un  proceso de enseñanaza-aprendizaje en el que los educadores siempre aprenden de sus estudiantes, y los estudiantes también aprenden unos de otros.

En un evento al que asistió el Dalai Lama -uno de los grandes maestros del mundo- se le hizo una pregunta ante más de dos mil  personas que esperaban una visión fantástica en su respuesta. Pero luego de un silencio de segundos, el Dalai Lama respondió diciendo: “Yo no sé”.  Entonces los presentes  se sorprendieron y muchos comentaron: “¿Qué quieres decir con que no sabes ? eres el Dalai Lama “, y él respondió a la audiencia: “Nunca he pensado en eso” . Los grandes maestros saben que no tienen que saberlo todo, que están ahí para guiar el aprendizaje; y que a menudo sus estudiantes saben más  o saben mejor.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuente: houghteconomics.blogspot.co.uk/2014/10/learning-to-be-who-we-are.html

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En Educación, tratamiento uniforme no puede suponer más que consagración de desigualdad.

La obligatoriedad escolar se extiende en nuestro país desde que el niño cumple los cuatro años de edad ingersando al nivel inicial, hasta completar el nivel secundario. Y dicha edad de inicio de la escolaridad se calcula al 30 de junio de cada año. O sea que en el año 2015, ingresarán en el mismo curso del nivel inicial, aquél niño que nació el 29 de junio de 2011, junto con aquél que nació el 30 de junio de 2010. Un año de diferencia en cuatro años de edad es una gran diferencia entre los procesos evolutivos de ambos niños. Pero además puede crear un brecha edcuativa entre ambos que puede perdurar durante todo el proceso educativo.

Los bebés nacidos en los meses de verano y otoño de cada año padecerán durante su escolaridad el llamado “efecto de la fecha de nacimiento”, lo que significa que es probable que durante su escolaridad alcancen menos que sus compañeros mayores nacidos en invierno y primavera.

La brecha es medible a través de la escuela primaria, secundaria, y el ingreso universitario. Al parecer aún cuando estos niños llegan a ser jóvenes, tampoco logran ponerse al día con sus compañeros mayores. Por ejemplo, se ha llagado a deteminar estadìsticamente que para el final de la escuela primaria de la diferencia en promedio es del 12%, una diferencia sustancial en la medición de datos de calificaciones cuando el rendimiento escolar se encuentra obsesionado por tales datos. Y estudios en el reino Unido informan que la oportunidad de ingresar a universidades como Oxford o Cambridge fue un 30% mayor para alguien que nació en los meses invierno y primavera respecto de los nacidos en verano y primavera.

Una sugerencia de los investigadores para comprender el “efecto de la fecha de nacimiento”, es que los niños nacidos mas jóvenes son simplemente menos maduros cognitivamente, social y emocionalmente. La capacidad de un niño para enfrentar exitosamente las actividades escolares no sólo dependen de su nivel intelectual sino de la madurez en todas las áreas de su comportamiento: física, emocional, social e intelectual.

Imponer entonces una fecha a partir de la cual todos los niños deben ser escolarizados, y por lo tanto, no evaluar de forma individualizada su madurez escolar -cuyo diagnóstico no solo debe pasar por el análisis de su coeficiente intelectual, sino de sus capacidades intelectuales, sociales y emocionales- podría generar dificultades en el aprendizaje y trastornos que se pueden evitar fácilmente no exponiéndolos a situaciones para las que no han logrado las necesarias condiciones.

La falta de madurez emocional afecta principalmente la motivación para el aprendizaje escolar, disminuye el nivel de interés por el aprendizaje o por la continuidad de la tarea. Y el resultado es un aprovechamiento deficiente o la irregularidad en el desarrollo de las labores de la escuela y se manifiesta en la tendencia a distraerse.

Si el acceso a la escuela está presidido por la diversidad, reflejando un desarrollo cognitivo, afectivo y social evidentemente desigual, el tratamiento uniforme no puede suponer más que la consagración de la desigualdad.

Por lo tanto el entorno familiar siguen siendo factores muy importantes para predecir el rendimiento académico. Somos los adultos de esos niños quienes debemos estar atentos también al efecto de la brecha de nacimiento. Apoyandolo para superar las deficiencias que le impone desde un inicio el sistema.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuente: Are the school odds stacked against summer babies?. By Sean CoughlanBBC News education correspondent. http://www.bbc.com/news/education-23435439.
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Nueva marcha. ¿Mismo resultado?

A pesar de que esta nueva gran marcha de la ciudadanía pareciera indicar un resultado diferente a otras anteriores, realmente que finalmente lo sea, dependerá,  como debió serlo siempre, de lo que hagamos al respecto nosotros los ciudadanos, los que marcharon o no, a partir de hoy. Hacer como ciudadanos que creo debe incluir el ejercicio democrático de designar representantes aptos para acordar con las distintas visones políticas el cambio necesario para lograr finalmente un resultado distinto.

Estamos como estamos por lo que hicimos y hacemos. Los argentinos, como cualquier ser vivo y humano,  tenemos emociones que respaldan todas nuestras acciones. Pero nosotros, en nuestro hacer político no somos honestos respecto de las emociones que sustentan nuestras decisiones, manifestaciones, y nuestras elecciones. Declamamos, reclamamos, requerimos a las autoridades, generalmente bajo el influjo de una o mas emociones. Pero elegimos basados en otras muy distintas. Y el negar qué tipo de emociones están en juego es percisamente el gran juego de los argentinos.

El tener miedo, el sentir compasión por quienes sufren, el respeto a todos los que piensan distinto, la necesidad de honestidad, la necesidad de cooperación y de consensuar, el amor como aceptación del otro como válido para convivir, son estrucruas emocionales que nos llevan a actuar por ejemplo, marchando. En tanto que al elegir, pareciera que nos mueve sólo el compromiso prioritario con nosotros mismos.

La historia de las distintas convocatorias ciudadanas, todas impáctantes desde dónde se las quiera observar, me permite ser poco optimista con el resultado que esta nueva manifestación cívica finalmente obtenga en pos de nuestra mejor convivencia política y social, de nuestro mayor y mejor bien-estar, y en definitiva del cambio necesario en nuestra forma de vivir en democracia para lograrlo. Puedo prever que nuevamente, las aspiraciones de los ciudadanos, se diluirán en el tiempo y a partir del día siguiente de la marcha.

Recuerdo que en el año 2004, Juan Carlos Blumberg, cuyo hijo fue secuestrado y posteriormente asesinado, canalizó el descontento de los ciudadanos por la inseguridad a través de una serie de multitudinarias marchas exigiendo al gobierno por justicia y mayores medidas de seguridad . La primera marcha congregó a más de 150.000 personas. Y hubo cuatro marchas más entre el 2004 y 2006 de menor cantidad de ciudadanos persentes pero no menos significativas.

Recuerdo también que las manifestaciones de esos años tuvieron un fuerte apoyo por parte de la oposición política al gobierno. De quienes sería en definitiva la responsabilidad inmediata o mediata de capitalizar el reclamo ciudadano y representarlo en la práctica política. En ese momento o cuando le tocara ser gobierno. Era evidente, que en aquella oportunidad la situación requería ya, como hoy, del consenso inmediato de las distintas fuerzas políticas por sobre sus diferencias, a fin de establecer un fin común al respecto.

En el año 2003, el gobierno liderado por el Presidente Néstor Kirchner había accedido al poder con el nivel más bajo en la Historia argentina (22,24%). Sin embargo, la falta de poder representativo inicial, no impidió que en el año  2007,  su gobierno se sucediera en el poder por medio de la presidencia de Cristina Fernández quien se consagró ganadora de las elecciones en primera vuelta con el 45,29 % de los votos positivos ―con uno de los más holgados márgenes de ventaja desde el retorno de la democracia en 1983―, en una elección donde llamativamente, la abstención del voto fue la mayor desde las elecciones de 1922.

Un resultado electoral que demostró la marcada opción ciudadana mayoritaria por el partido gobernante. Y también señaló que  gran parte de la ciudadanía, se abstuvo de votar en su contra. Por otro lado, los índices de inseguridad lejos de disminuir, aumentaron sensiblemente. O sea, no necesariamente la expresión ciudadana de reclamar por medio de marchas multitudinarias, representa y mucho menos asegura el logro de lo declamado en las mismas.

Luego, en el año 2008 ocurrió el conflicto en el que el sector empresario de la producción agro-ganadera tomó medidas de acción directa contra una resolución del gobierno que establecía un nuevo sistema para las retenciones impositivas a la soja, el trigo y el maíz.

Nuevamente la ciudadanía se manifestó masivamente realizando actos de presencia para unirse a la protesta contra las decisiones del gobierno y su tendencia a gobernar profundizando las antinomias y la segregación de todo pensamiento diferente. También estas nuevas manifestaciones no solo tuvieron un gran apoyo por parte de la oposición política al gobierno, sino que ésta vez, el apoyo opositor a las marchas fue mayor y más profundo que en el año 2004.

No obstante, la Presidente, en las elecciones de 2011 obtuvo el 54,11 % de los votos, accediendo así a un segundo mandato con el mayor porcentaje alcanzado en una elección presidencial desde 1973. Un nuevo resultado electoral que demostró una opción ciudadana aún mayor que en el año 2007, y esta vez con muchas menos abstenciones.

La confirmación de un logro electoral excepcional y sin atenuantes. Y tal vez también la confirmación de que nuestra ciudadanía descontenta se manifesta desde una clase de emoción, pero decide votar a sus representantes desde otra diferente.

Ahora, nuevamente, otra marcha. Otros convocantes. Aparentemente otros reclamos. Y nuevamente la misma presencia impactante de la ciudadanía. El mismo apoyo de la oposición política.  Las mismas emociones. ¿Mismos resultados?

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¿La democracia que deseamos abarca a todas y todos?

Por mi parte deseo una democracia como forma de vida política que permita crear espacios de conversación y participación parar todos los miembros de la comunidad que la adopta. Espacios en los que se discuta desde las distintas visiones políticas, siempre un proyecto común.

Soy consciente de que para vivir en esa democracia, todos los asuntos de la comunidad deben ser considerados públicos, es decir, accesibles a la mirada, a la reflexión, a los comentarios a las propocisiones y a las acciones de todos los miembros de la comunidad, de modo que nadie pueda aporpiarse de ellos. Y de que es precisamente ese proyecto común el que impedirá la apropiación de los asuntos públicos por parte de las distintas ideologías políticas que se constituyen en la apropiación de la verdad y que por lo tanto niegan a todos los que no comparten la misma creencia.

Y estoy convencido de que, si bien la democracia posee los mecanismos de elecciones de autoridades transitorias, precisamente para evitar la apropiación de los asuntos de la comunidad por una persona o un grupo, la única forma de evitar realmente la apropiación de los asuntos públicos por alguien o algunos, es vivir inmersos en la vida democrática, entendiendo que la democracia no es cuestión de poder ni de mayorías, sino de colaboración en un proyecto común.

Ahora bien, ¿Realmente los argentinos deseamos una democracia que relegue la lucha de ideologías que siempre se transforman en eternas o se resuelven con la negación del uno o del otro?

Somos todos los argentinos, comunes y corrientes, anónimos y cotidianos los que hemos construído, con nuestros haceres como ciudadanos, nuestro presente político. Y nuestros gobernantes son solo nuestro reflejo. En tal sentido, casi sin solución de discontinuidad, desde que decidimos abrazar una democracia republicana y federal, hemos contribuido a una cultura de la negación del otro como un legítimo otro para convivir, sea por la “razón ideológica” que nos hayamos creado oportunamente para sostener tal negación.

Nuestra historia es lamentable ejemplo del paupérrimo desarrollo como democracia y como república que nos hemos conseguido a partir de lo supuestamente perfecto que sugirieron siempre las ideologías políticas, cualquiera haya sido ésta y el gobierno de turno que la haya sostenido como bandera.

Si somos honestos al declarar que queremos vivir en democracia debemos por medio de nuestra conducta, generar espacios donde escucharnos en el mutuo respeto, en el reconocimiento de la validez del otro como tan ciudadano como uno,  y en la confianza de que buscaremos hacer lo que nos inspira en común. Que debiera ser alcanzar el mayor y mejor  bien-estar para todas y todos, más allá de la visión política que tengamos de como lograrlo.

Podemos comenzar por tomar conciencia de que básicamente vivimos las consecuencias de nuestros pensamientos. Por ello, si como ciudadanos pensamos en el miedo a vivir en verdadera democracia, viviremos las consecuencias del miedo que pensamos y tendremos experiencias que probarán que tenemos razón de tener miedo.

Me resisto por mi parte a tener que inventar nuevas disculpas supuestamente “honestas” por no haber hecho lo que tenía que hacer como ciudadano. Por seguir generando, más desencuentro, y más dolor con mi falta de aporte a una vida verdaderametne democrática.

Me propongo en cambio, comenzar por pensar sin miedo en la democracia que deseo. Y a no tener miedo de vivirla.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuente:
Humbertro Maturana. El Sentido de lo Humano. Ed. Dolmen. 1996.

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Abogar éticamente.

El hacer de un abogado con preocupación ética, desde su asesoramiento legal, hasta la mejor representación judicial, debiera incluir la contribución, con soluciones adecuadas, integrales y definitivas, a la efectiva defensa de los intereses de las personas que solicitan sus servicios profesionales.

Ahora bien, estimo importante destacar que por efectiva defensa debiera entenderse a aquella actividad profesional que intenta facilitar la resolución de conflictos legales con el menor costo posible. Costo que no es sólo económico, sino que el costo de un conflicto legal incluye necesariamente otros valores a tomar en cuenta para que una solución legal pueda considerarse adecuada, integral y definitiva. En tal sentido, la efectiva defensa técnica legal debiera incluir entonces también, y sin duda, la preocupación del abogado por las consecuencias de sus acciones sobre el bien-estar de las personas que representan. Y hasta el de la totalidad de las personas involucradas en el conflicto.

Si nos despreocupamos o distanciamos de las consecuencias de las acciones que como abogados tomamos relacionadas con los involucrados en un conflicto legal, aunque digamos lo contrario, realmente no nos importan esos otros. Sólo cuando nos preocupan las consecuencias de nuestras acciones hacia los demás podemos decir que tenemos una preocupación ética. Y entonces podemos ocuparnos  por su bien-estar.

Es recién a partir de la reflexión ética sobre lo que hacemos en un caso legal y sobre las consecuencias de ese hacer sobre los involucrados, estaremos realmente “abogando” por una solución que comprenda en términos de justicia, la mejor, composición de intereses. Y que pueda considerarse adecuada, integral y definitiva.

Será fundamental entonces, que el abogado pueda crear un espacio emocional  además de técnico y racional, que comprenda la aceptación de unos con otros donde se desenvolverá la legalidad de las partes.

Si como abogados no contribuimos a acordar dicho espacio de convivencia, estableceremos un espacio en el que se impondrán en definitiva  los caprichos de uno sobre otros, sean técnicos legales o no, arribando entonces a supuestos acuerdos o a resoluciones judiciales, que serán acatadas u obedecidas por miedo o por las ventajas secretas o visibles que  les traen. Pero de ninguna forma serán definitivas y tendientes a procurar el bien-estar que las personas anhelan o anhelaban cuando requirieron los servicios de un abogado.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

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Los niños necesitan moverse para pensar.

Recién salido del profesorado, una Mamá, vecina de mi barrio, preocupada por el desempeño escolar de su hijo de 10 años de edad, me pidió ayuda con los problemas que el niño tenía especialmente con matemáticas y lengua. Pero además me refirió que sus maestras se quejaban porque decían que no atendía ni se quedaba quieto en el aula durante las clases: Y le habían confirmado, que según el estándar del colegio, lo segundo estaba directamente relacionado con lo primero.

Lo había intentado todo, me dijo la madre. Junto a su esposo habían ido desde el apoyo, a la sanción y la penitencia al revoltoso. A la contratación de un docente del colegio para sumar horas de estudios en forma particular a su escolaridad habitual. El resultado: ni la tabla del dos podían hacerle aprender de memoria, por más de las horas en que el niño permanecía en el escritorio de su cuarto estudiándolas.

Gracias a sus padres, y a que esto sucedió a principios de la década del 80, este niño no fue medicado por lo que hoy conocemos como el síndrome de desatención o algo parecido. Actualmente es muy frecuente la medicación de niños inquietos y/o “voladores” o “en babia” como éste. Quien se haya parado frente a chicos en un aula últimamente, pudo observar seguramente a niños que más que tranquilos y muy lejos de estar atentos, se encuentran en un verdadero limbo. Y que estos chicos son precisamente los que están en “tratamiento” por su desatención o hiperactividad en clase.

Entonces, desesperado por poner en práctica mis cuatro años de profesorado acepté hacer de “maestro particular” del hijo de mi vecina. Y el día de la primera clase en su domicilio, mi nuevo alumno me recibió en el patio de su casa con una pelota de futbol bajo el brazo. Razón por la cual se me ocurrió que para ir conociéndonos prefería jugar unos momentos con él, pateándole penales en un arco improvisado en el garaje de su casa.

Entonces le fui preguntando primero sobe él, su familia, sobre las cosas que le gustaba hacer. Luego sobre que le parecía difícil de sus materias, que le parecía más fácil, que le gustaba y que no del colegio. Y de repente nos encontramos practicando las tablas de multiplicación.

“3 x 2”, decía yo. Y él chico respondía el resultado, para que yo pudiera patearle intentando anotar un gol. Si no acertaba en la ecuación, yo no le pateaba. Y si acertaba pero yo no convertía un gol, no cambiábamos de rol. Él no pasaba a patear y yo a hacer de arquero. El juego se detenía con cada pregunta, y sólo  se reanudaba si el movedizo alumno contestaba sin error al interrogante. Así, al terminar la hora casi no existía ya solución de discontinuidad entre pregunta y respuesta. Y el juego se hizo dinámico. O sea casi no había errores en el niño al contestar sobre las ecuaciones matemáticas.

Ya en la segunda clase, guardé mis cuadernos y libros de texto, y las clases o “desafíos de penales a domicilio” fueron la metodología elegida por ambos y se sucedieron durante días, y también se sucedieron en los temas que tratábamos.

En poco tiempo fuimos notando que el niño fue superando los problemas no sólo con las materias,  sino con su atención y hasta su compromiso con distintas tareas. En su casa y en la escuela.

Por ello, con su Mamá visitamos a los educadores del niño y les contamos la experiencia, y logramos que se tuviera en cuenta en todo lo posible – eran los ochenta y la rigidez en clase era muy mayor que ahora-  que se le permitiera ejercer movimientos corporales mientras trabajaba.

El ex niño estudiante, “arquero/pateador de penales” es hoy un exitoso y fundamentalmente FELIZ profesional de la educación física, que no ha tenido mayores problemas para culminar sus estudios primarios, secundarios, y terciarios. Y no sabíamos, los padres del niño y yo, en aquellos tiempos,  aunque lo intuíamos, que el movimiento fue una herramienta que se debía integrar al entorno educativo y de gran ayuda para el proceso de aprendizaje. Pero nunca una distracción de ella.

Actualmente, mi trabajo en clase me permitió observar que el movimiento y la actividad física son imprescindibles para el desarrollo del cerebro, el rendimiento académico y la autorregulación. Y los niños de hoy necesitan aún más movimiento físico y más a menudo, para una mejor función cerebral.

Pero además, hoy son múltiples las Investigaciones especializados que defienden al movimiento como una forma de apoyar los estados emocionales del niño en situación de aprender. Y que han demostrado que el movimiento corporal afecta directamente a la química del cerebro.

Ya no hay dudas de que cuando cambiamos nuestro movimiento a través del estado físico o relajación, por ejemplo, podemos cambiar nuestro estado emocional. El movimiento apoya la cognición en general, la función cardiovascular, el metabolismo y la regulación bioquímica en el cuerpo. Y los estudios realizados sobre niños en edad escolar, demostraron que mientras más es la actividad física cada día, con el tiempo, mayor es atención, la resolución de problemas y la toma de decisiones.

Entonces, hechos concretos como permitir más movimiento en el aula durante las clases, como los cambios de posición en los pupitres o ponerse de pie, o caminar, mientras los niños hablan y escuchan, impulsan la función cerebral y el rendimiento académico en el ámbito educativo. Sin embargo nuestro sistema educativo aún se empeña en  enseñar a los niños a sentarse y además les decimos que lo hagan  “como si fueran adultos”.

Pero incluso los adultos no podemos quedarnos quietos todo el tiempo.

Por ejemplo, ahora mismo, es probable para escribir este texto esté sentado relativamente quieto, pero en forma generalmente inconsciente, incurra en distintos movimientos mientras escribo y proceso la información que deseo expresar. Es posible que cruce las piernas,  rebote insistentemente mi pie  contra el piso, mueva mi cabeza a un lado o al otro,  juguetear con mi teclado, chequee reiteradamente m i celular por sui ingresó algún mensaje, o tal vez cambie de posición, pase mi peso de un lado al otro en mi silla, o me incline hacia atrás en la misma.

¡Me muevo! seguramente en forma más sutil que un niño o un adolescente, pero me muevo al fin. Y lo hago porque sin darme cuenta, y según las investigaciones más modernas,  cuanto más a menudo me permito hacerlo, mejor serán mi salud cardiovascular, mi metabolismo y  mi cognición. Y es que los seres humanos estamos neurológicamente y físicamente diseñados para movernos a medida que aprendemos y pensamos, y si no podemos movernos, el cerebro da prioridad a la atención de lo que nuestro cuerpo necesita, sobre el aprendizaje y el procesamiento de la nueva información.

El cerebro necesita el movimiento de la misma manera que necesita alimentos, y la ciencia confirma que el movimiento frecuente o la actividad física afecta el metabolismo, los niveles de azúcar en la sangre, la función cerebral y la función cardiovascular. No hay duda de que hay que  poner más énfasis en como insertar movimientos al tiempo en que los niños se encuentran aprendiendo.

Pero además, si observamos mientras hablamos por teléfono, los humanos generalmente nos movemos, paseamos, caminamos, o simplemente garabateamos o dibujamos algo mientras escuchamos y hablamos. Y hay una razón neurológica para eso y que tiene mucho que ver con la convergencia de dos nervios en el cerebro. El nervio que transmite información de movimiento y el nervio que transmite la información de sonido en el cerebro se unen para formar el octavo nervio craneal, que se llama el nervio vestíbulo coclear.  Y cuando se estimula cualquiera de estos dos nervios, estimula también al otro. Por ello nos movemos cuando escuchamos música. Es así que en el aula cuando los niños escuchan una instrucción, generalmente comienzan a moverse. Y eso no es sólo porque los niños son niños, sino que esa es la manera en la que nuestros cerebros están construidos.

Si somos serios acerca de ayudar a los niños a lograr el éxito académico, tenemos que tomar decisiones conscientes acerca de la incorporación de un movimiento más cotidiano en el hogar y el entorno de aprendizaje.

Debemos estar atentos entonces, tanto en los que hacemos con los niños en nuestras actividades en casa, ingresando movimiento a las de por sí pasivas “actividades” tecnológicas. Como así también a como se incorpora el movimiento en sus horas de clase en el colegio. Mantener a los niños sentados en la mayor parte del día les niega las mejor posibilidades de desarrollo en todo sentido.

Paradójicamente, la mayoría de los padres queremos ver a nuestros hijos a ser físicamente activos. Pero creemos que la adición de más actividad física al día educacional es un conflicto con las tareas “más productivas”, como la enseñanza obligatoria en el currículo de matemáticas, ciencias y lenguaje. Pero en realidad el movimiento corporal es una herramienta que se integra en el entorno educativo y de gran ayuda para el proceso de aprendizaje, no una distracción de ella.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuente: “Move to Think: Why kids need more movement for brain function & what we can do about it.” http://www.yogapeutics.com/
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