Nueva marcha. ¿Mismo resultado?

A pesar de que esta nueva gran marcha de la ciudadanía pareciera indicar un resultado diferente a otras anteriores, realmente que finalmente lo sea, dependerá,  como debió serlo siempre, de lo que hagamos al respecto nosotros los ciudadanos, los que marcharon o no, a partir de hoy. Hacer como ciudadanos que creo debe incluir el ejercicio democrático de designar representantes aptos para acordar con las distintas visones políticas el cambio necesario para lograr finalmente un resultado distinto.

Estamos como estamos por lo que hicimos y hacemos. Los argentinos, como cualquier ser vivo y humano,  tenemos emociones que respaldan todas nuestras acciones. Pero nosotros, en nuestro hacer político no somos honestos respecto de las emociones que sustentan nuestras decisiones, manifestaciones, y nuestras elecciones. Declamamos, reclamamos, requerimos a las autoridades, generalmente bajo el influjo de una o mas emociones. Pero elegimos basados en otras muy distintas. Y el negar qué tipo de emociones están en juego es percisamente el gran juego de los argentinos.

El tener miedo, el sentir compasión por quienes sufren, el respeto a todos los que piensan distinto, la necesidad de honestidad, la necesidad de cooperación y de consensuar, el amor como aceptación del otro como válido para convivir, son estrucruas emocionales que nos llevan a actuar por ejemplo, marchando. En tanto que al elegir, pareciera que nos mueve sólo el compromiso prioritario con nosotros mismos.

La historia de las distintas convocatorias ciudadanas, todas impáctantes desde dónde se las quiera observar, me permite ser poco optimista con el resultado que esta nueva manifestación cívica finalmente obtenga en pos de nuestra mejor convivencia política y social, de nuestro mayor y mejor bien-estar, y en definitiva del cambio necesario en nuestra forma de vivir en democracia para lograrlo. Puedo prever que nuevamente, las aspiraciones de los ciudadanos, se diluirán en el tiempo y a partir del día siguiente de la marcha.

Recuerdo que en el año 2004, Juan Carlos Blumberg, cuyo hijo fue secuestrado y posteriormente asesinado, canalizó el descontento de los ciudadanos por la inseguridad a través de una serie de multitudinarias marchas exigiendo al gobierno por justicia y mayores medidas de seguridad . La primera marcha congregó a más de 150.000 personas. Y hubo cuatro marchas más entre el 2004 y 2006 de menor cantidad de ciudadanos persentes pero no menos significativas.

Recuerdo también que las manifestaciones de esos años tuvieron un fuerte apoyo por parte de la oposición política al gobierno. De quienes sería en definitiva la responsabilidad inmediata o mediata de capitalizar el reclamo ciudadano y representarlo en la práctica política. En ese momento o cuando le tocara ser gobierno. Era evidente, que en aquella oportunidad la situación requería ya, como hoy, del consenso inmediato de las distintas fuerzas políticas por sobre sus diferencias, a fin de establecer un fin común al respecto.

En el año 2003, el gobierno liderado por el Presidente Néstor Kirchner había accedido al poder con el nivel más bajo en la Historia argentina (22,24%). Sin embargo, la falta de poder representativo inicial, no impidió que en el año  2007,  su gobierno se sucediera en el poder por medio de la presidencia de Cristina Fernández quien se consagró ganadora de las elecciones en primera vuelta con el 45,29 % de los votos positivos ―con uno de los más holgados márgenes de ventaja desde el retorno de la democracia en 1983―, en una elección donde llamativamente, la abstención del voto fue la mayor desde las elecciones de 1922.

Un resultado electoral que demostró la marcada opción ciudadana mayoritaria por el partido gobernante. Y también señaló que  gran parte de la ciudadanía, se abstuvo de votar en su contra. Por otro lado, los índices de inseguridad lejos de disminuir, aumentaron sensiblemente. O sea, no necesariamente la expresión ciudadana de reclamar por medio de marchas multitudinarias, representa y mucho menos asegura el logro de lo declamado en las mismas.

Luego, en el año 2008 ocurrió el conflicto en el que el sector empresario de la producción agro-ganadera tomó medidas de acción directa contra una resolución del gobierno que establecía un nuevo sistema para las retenciones impositivas a la soja, el trigo y el maíz.

Nuevamente la ciudadanía se manifestó masivamente realizando actos de presencia para unirse a la protesta contra las decisiones del gobierno y su tendencia a gobernar profundizando las antinomias y la segregación de todo pensamiento diferente. También estas nuevas manifestaciones no solo tuvieron un gran apoyo por parte de la oposición política al gobierno, sino que ésta vez, el apoyo opositor a las marchas fue mayor y más profundo que en el año 2004.

No obstante, la Presidente, en las elecciones de 2011 obtuvo el 54,11 % de los votos, accediendo así a un segundo mandato con el mayor porcentaje alcanzado en una elección presidencial desde 1973. Un nuevo resultado electoral que demostró una opción ciudadana aún mayor que en el año 2007, y esta vez con muchas menos abstenciones.

La confirmación de un logro electoral excepcional y sin atenuantes. Y tal vez también la confirmación de que nuestra ciudadanía descontenta se manifesta desde una clase de emoción, pero decide votar a sus representantes desde otra diferente.

Ahora, nuevamente, otra marcha. Otros convocantes. Aparentemente otros reclamos. Y nuevamente la misma presencia impactante de la ciudadanía. El mismo apoyo de la oposición política.  Las mismas emociones. ¿Mismos resultados?

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