La IA es una rama de la informática que se ocupa del desarrollo de agentes inteligentes o sistemas que pueden razonar, aprender y actuar de forma autónoma. Se basa en el concepto de que las computadoras pueden ser programadas para simular la inteligencia humana utilizando algoritmos que pueden aprender de los datos y tomar decisiones. Pero no es nada más.
En su nuevo libro, “Nexus. Una breve historia de las redes de información de la Edad de Piedra hasta la IA”. Yuval Noah Harari alerta sobre los peligros de la inteligencia artificial (IA), que es “un agente”, es decir una entidad con capacidad de actuar en el mundo, no ya una mera herramienta del ser humano. “Es un agente independiente”, “Por eso es diferente de cualquier tecnología anterior que hayamos inventado”. Como si la bomba atómica pudiera ser capaz de decidir dónde cae y mejorar su propia tecnología por sí misma. (Esquivada, 2024)
“Aunque no todos podemos ser expertos en IA, si hemos de tener presente que es la primera tecnología de la historia que puede tomar decisiones y generar nuevas ideas por sí misma. Todo invento humano previo ha servido para conferir poder a los humanos, porque, con independencia del alcance que tuviera la nueva herramienta, las decisiones acerca de su uso se han mantenido en nuestras manos. …, en cambio la IA puede procesar información por sí sola y, por lo tanto, sustituir a los humanos en la toma de decisiones. La IA no es una herramienta, es un agente.” (Harari, 2024)
O sea, que, al crear un agente capaz de tener independencia, ya no es una herramienta sometida a la voluntad humana. En consecuencia, la IA abre puertas inexploradas.
Respecto al trabajo y las formas de producción, se puede afirmar entonces que la IA no sólo está a punto de suplantar a los humanos y de superarlos en lo que hasta ahora eran habilidades únicamente humanas, sino que también posee capacidades exclusivamente no humanas.
No solo estamos en un panorama en el que nuevos trabajadores parcialmente dependientes conviven en una situación absolutamente novedosa que está creando constantemente nuevos trabajos, que, en simultáneo, reemplazan otros puestos de trabajo que ya dejan de existir como tales. Hoy, el próximo paso es inédito.
En concreto, el panorama general del trabajo actual conforma un verdadero cambio social. La sociedad ha ido encontrado y llevado adelante una adecuación de realizar trabajo. Pero hasta ahora no hemos creado una alternativa viable al modelo de la revolución industrial y que se amolde a los cambios. (Harari, 2018)
Como sea, dice Harari, sin ser determinista —”todo depende de las decisiones que tomemos”—
D.O.