1ero. de Mayo. Día del TRABAJADOR

Casi todos los países democráticos del mundo rememoran el 1º de mayo como el origen del movimiento obrero moderno.

A fines del siglo XIX, Chicago era la segunda ciudad de los Estados Unidos a la que llegaban cada año inmigrantes venidos de todo el mundo y miles de desocupados del interior del país. Estados Unidos crecía como país industrializado atrayendo a miles de obreros que buscaban mejores condiciones de trabajo.

Pero, las condiciones laborales de la clase obrera eran deplorables. Niños, mujeres y hombres eran explotados en jornadas de hasta dieciocho horas diarias sin descanso semanal y con remuneraciones ínfimas.

En 1886, el presidente de Estados Unidos Andrew Johnson promulgó la llamada Ley Ingersoll, estableciendo las 8 horas de trabajo diarias. Pero la ley no se cumplió, y las organizaciones laborales y sindicales de EE.UU. se movilizaron y convocaron a sus agremiados a una huelga general para exigir que la jornada laboral fuera de ocho horas.

Aquel 1° de Mayo, en Chicago donde las condiciones de los trabajadores eran mucho peor que en otras ciudades del país, las movilizaciones siguieron los días 2, 3 y 4 de Mayo. Y más de 200.000 obreros participaron de la medida de fuerza.

La huelga fue violentamente reprimida por parte de la policía y grupos “rompehuelgas” organizados por algunos sectores empresarios que entendían este reclamo de los trabajadores como un ataque a sus derechos y libertades. Y costó la vida de muchos trabajadores y dirigentes sindicales; no existe un número exacto, pero fueron miles los despedidos, detenidos, procesados, heridos de bala o torturados. La mayoría eran inmigrantes.

No obstante, a finales de mayo de 1886 varios sectores patronales accedieron a otorgar la jornada de 8 horas a varios centenares de miles de obreros.

En la actualidad Estados Unidos, Reino Unido y el Principado de Andorra son los únicos países, del mundo occidental, que no lo recuerdan.

Publicado en Contagiando valores | Deja un comentario

Las razones para ser éticos.

Si hay algo que es necesario conocer para vivir es saber lo que nos conviene y lo que no nos conviene. La reflexión que hagamos en cada ocasión para elegir lo que nos conviene hacer  es  ser éticos*.

Durante buena parte del día vivimos como si nos hubieran dado cuerda: nos levantamos, hacemos cosas porque se las hemos visto hacer a los demás, porque nos lo enseñaron así, porque eso es lo que se espera de nosotros. No hay demasiados momentos conscientes en nuestro día a día, pero de vez en cuando, algo ocurre e interrumpe nuestra somnolencia, nos obliga a pensar: «¿Y ahora qué hago? ¿Le digo que sí o le digo que no? ¿Voy o no voy?». Estas preguntas señalan distintas opciones éticas, nos exigen una buena preparación mental, nos interpelan para que razonemos hasta alcanzar una respuesta deliberada. Tenemos que estar preparados para ser protagonistas de nuestra vida.

Podemos pasar días actuando como figurantes en escenas pensadas y escritas por otros. Pero hay veces que nos apetece ser protagonistas de nuestra vida, y pensar en las razones por las que actuamos como actuamos. No se trata de vivir de manera muy original ni de hacer cosas muy extravagantes, sino de examinar los motivos por los que actuamos, nuestras metas y si deberíamos buscar objetivos mejores, o cambiar la manera de proceder.

La ética no nos interesa porque nos entregue un código o un conjunto de leyes que baste con aprender y cumplir para ser buenos y quedarnos descansados con nosotros mismos. La ética es la práctica de reflexionar sobre lo que vamos a hacer y los motivos por los que vamos a hacerlo.

¿Y por qué debería yo razonar, vivir deliberadamente, entrenarme en la ética? Se me ocurren dos buenos motivos para no hacer la vista gorda.

El primero es que no tenemos más remedio. Hay una serie de aspectos en la vida donde no se nos permite razonar ni dar nuestra opinión: no depende de nosotros tener corazón, hacer la digestión, respirar oxígeno… Son actividades que me vienen impuestas por la naturaleza, por el código genético, por el diseño de la especie. Tampoco puedo elegir el año en que he nacido, ni que el mundo sea como es, ni el país natal, ni los padres que tengo. Los hombres no son omnipotentes, no les ha sido dado el poder de hacer y deshacer a voluntad. Pero si nos comparamos con los animales enseguida vemos que disponemos de un campo de elección bastante amplio. El resto de los seres vivos parecen programados para ser lo que son, lo que la evolución les ha deparado. Nacen sabiendo qué deben hacer para sobrevivir, saben cómo ocupar su tiempo. No hay animales tontos. Muchas veces hemos visto las imágenes de los chimpancés y los monos caminando cada vez más erguidos y al final un ingeniero de caminos con su sombrero, y ésa es la idea que tenemos nosotros de la escala: pasamos de los animales inferiores al ser humano; pero según cómo lo miremos, los animales son mucho más perfectos que los humanos. Observa el brazo de un gibón o de cualquier mono arborícola: es un instrumento de precisión, de una flexibilidad y una potencia tan asombrosas que puede subir un enorme peso hasta lo alto de un árbol. O piensa en la zarpa de un león, eso sí es un aparato útil para desgarrar la carne de sus víctimas, o la aleta de un pez, etcétera, son apéndices admirables, que sirven muy bien a su propósito. La limitación de los animales es que sólo puede hacer una cosa cada especie, están especializadísimos. Unos nadan, otros vuelan, éstos cazan con el pico, los otros hacen agujeros en el suelo. Por eso cuando cambia el ecosistema empiezan a morir y desaparecen, porque no se pueden adaptar.

Los hombres venimos al mundo con un buen hardware, del que nos ha provisto la naturaleza, pero no tenemos el programa establecido, tenemos que procurarnos un software para orientar nuestras acciones sociales, los proyectos creativos, nuestras aventuras intelectuales. Los humanos no estamos especializados en nada, y esta característica tiene su reflejo en el diseño anatómico: el brazo humano sirve para trepar, pero mal; puede dar algún golpe, pero nada comparable con los del león; podemos nadar, pero tampoco como el delfín; pero podemos hacer todas esas cosas y también tocar el piano, disparar un misil, señalar a la luna, meternos en un barco para cruzar el océano sin saber adónde vamos, y tampoco puede descartarse que un día destruyamos el mundo, algo que bien seguro no podrán hacer los animales. Gracias a que no estamos circunscritos a una sola tarea, los humanos podemos elegir entre cosas distintas, y hemos desarrollado estrategias y culturas que nos permiten habitar el desierto, reproducirnos en el polo. Ese campo abierto de elección tan amplio es una extraordinaria ventaja evolutiva.

Por contrapartida, esta indefinición conlleva una serie de responsabilidades. La principal es que tengo que elegir qué voy a hacer con mi vida, qué voy a aceptar y qué voy a rechazar. Tengo que escribir mi papel en la función de la vida. Tengo que elegir lo que hago y justificar mi decisión; si quiero vivir humanamente y no como un animalito es bueno que sepa por qué creo que me vendrá mejor hacer una cosa y no otra. A veces la explicación es bien sencilla; por ejemplo, si vivo en un octavo piso y quiero bajar a la calle puedo optar por meterme en el ascensor o tirarme por la ventana; a menos que viva en un entresuelo o que haya decidido acabar con mi vida, en un caso así tengo buenas razones para defender ante quien sea mi decisión de optar por el ascensor. Pero hay decisiones más difíciles de tomar y de justificar, y no puedo escabullirme, pues se trata de una serie de elecciones obligadas. El filósofo Jean-Paul Sartre lo dijo en el siglo pasado con una frase contundente: «Estamos condenados a la libertad». Es decir, somos libres pero no disfrutamos de libertad para renunciar a la libertad. Esta necesidad de elegir es característica del ser humano, y no podemos desdecirnos de ser humanos. Estamos destinados a inventar nuestro destino, sin segundas oportunidades. Por eso los hombres nos equivocamos y nos defraudamos, y cometemos atrocidades, pero también, gracias a eso, podemos transformar nuestra vida, inventar sus contenidos. Y reflexionar sobre esta naturaleza y buscar los motivos adecuados y las mejores explicaciones por las que hacemos una cosa en lugar de otra es parte de la tarea de la ética.

La segunda razón es muy sencilla de entender. La deliberación ética se impone porque somos mortales. Si fuésemos inmortales podríamos hacer lo que nos diese la gana. Los humanos somos una especie vulnerable, nos rompemos y morimos, es muy fácil hacernos daños físicos, morales y sentimentales, no podemos hacer lo que se nos antoje con los demás, debemos tener cuidado con ellos. Si eres inmortal, como no te haces daño, ni haces daño a los otros porque son tan invulnerables como tú, para qué vas a tener miramientos; si todos fuéramos inmortales, podríamos comportarnos los unos con los otros como quisiéramos, como pasa en las leyendas de los dioses, que unos mueren y luego resucitan y es como si todo pasase en una realidad virtual, como si fuese de mentira, como si viéramos una película.

Y, como bien sabéis, la vida humana no es así, no es reversible, sigue una dirección y no podemos volver atrás. La nuestra es una vida irrepetible y frágil, única para cada uno de nosotros, protagonizada por seres vulnerables que a cada minuto están en peligro de muerte. Amenazados no sólo por la muerte física, sino también por otras muertes: la muerte social, la muerte sentimental, la muerte de la salud, todo lo que se aleja y nos deja abandonados, todo lo que nos hiere y nos deja tristes, solitarios, frustrados. Ése es el motivo por el que he dicho antes que debemos tener miramientos con nuestros conciudadanos.

«Miramientos» es una palabra española muy significativa, que expresa muy bien la disposición ética. Presupone que vamos a mirar a los otros, que vamos a fijarnos en cómo son y qué necesitan. Una de las características zoológicas que tenemos los humanos es que somos capaces de leer en la cara de los demás. Muy pocas especies de animales son capaces de hacerlo, la mayoría no tienen expresión. Un tigre, por ejemplo, arma una expresión feroz cuando va a atacar, y cuando está tranquilo pone otra cara, una que no dice nada. No tiene más rostros ni más expresiones. Los hombres y los monos superiores sí podemos expresar con las facciones una cantidad importante de emociones, de manera que podemos leer la mente de los otros gracias a las caras que ponen, interpretar si están tristes, alegres, burlones, si desean o envidian o detestan… Lo comprendemos porque somos capaces de interpretar las facciones y ponernos en el lugar del otro, porque somos empáticos. Esta capacidad es la raíz del dicho que han adoptado tantas religiones y propuestas morales: «No le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti».

Se trata, además, de un lenguaje (el de los gestos) y una capacidad (la empatía) universales.

El reconocimiento de la desgracia y del desamparo es propio del ser humano. Cuando decimos de alguien: «Es una persona muy humana» (lo que en principio es una bobada porque todos somos igual de humanos), significa que es sensible a la vulnerabilidad de los demás, que no les trata como si fuesen de goma. La persona «humana» es la que cuando ve que te sangra la rodilla se preocupa y te advierte. No hace falta que nos lo expliquen, entendemos el dolor y la fragilidad ajena porque todos somos vulnerables.

La libertad de elección y la vulnerabilidad de nuestra condición son las bases de la ética, y nos imponen unas obligaciones.

La reflexión ética pretende ayudarnos a entender cómo podemos ayudarnos los unos a los otros a convivir mejor, a disfrutar de la mejor vida posible. Y aunque no exista un código, podemos acudir a unas ideas útiles y consolidadas, emplearlas como instrumentos que nos ayuden a pensar qué clase de vida preferimos. Y como los problemas se renuevan casi a diario, debemos reflexionar constantemente, la vida razonada no termina nunca, y dura lo que dura la existencia.


* La ética no es más que una reflexión sobre los motivos de nuestras acciones. No es un código. Se dice ‘hemos perdido la ética’, pero la ética no es algo que se pierde, sino que es esa reflexión sobre los motivos que tenemos para actuar, para utilizar nuestra libertad en relación con una serie de valores que queremos alcanzar. Porque cuando hacemos cosas es porque queremos obtener algo a través de ellas. Y esa reflexión sobre cuáles son los objetivos y los valores que estamos defendiendo es la ética. … La ética no es un arma arrojadiza que sirva para juzgar a los demás sino que prioritariamente es una reflexión sobre la libertad de cada uno. La ética solo vale para reflexionar sobre uno mismo, la que tiene que preocupar a cada cual es la de sí mismo. F. Savater.
Fuente: Capítulo “Razones para la ética” del libro de Fernando Savater “Ética de urgencia”, Ed. Ariel.
Publicado en El Convivir, El Razonamiento Moral, La Convivencia, La Política y la Ciudadanía | 1 comentario

No hay caminos fijados, sino que al andar hacemos el camino a tomar.

“Al andar se hace el camino”

(Antonio Machado, poema “XXIX de Proverbios y Cantares”)

Nuestra genética y las condiciones del ambiente de nuestro nacimiento son solo el punto de partida.

En principio, nos hacemos humanos, no desde la genética sino desde la interacción con otros seres humanos. Y nos transformamos en un tipo u otro de ser humano según el tipo de experiencias que vivimos con las personas de nuestros entornos. Entonces podemos crecer de una manera o de otra según el espacio de convivencia en el que vivimos. Espacio en el que todas las interacciones terminan siendo formativas, para bien o para mal.

Pero, además, todos nos orientamos en nuestro vivir desde nuestros gustos, deseos y preferencias, y es desde nuestras emociones que hacen posible todas nuestras acciones, es que generamos como vivimos. Por ello, siempre, el vivir que vivimos depende de cada uno de nosotros y de lo que queramos conservar o no de cómo estamos viviendo nuestro presente.  Por ejemplo, eligiendo parecerse a nuestra familia de origen o hacer con nuestra vida algo distinto.

No hay caminos fijados para cada uno de nosotros, sino que al andar hacemos el camino a tomar.

Andemos.

¡Piensa bien y saldrá bien!

 

 

Fuentes:
María Gabriela Estrada Díaz y Carlos Zapata Sepúlveda. “El aporte de Humberto Maturana al entendimiento y la práctica de la educación”. World Vision Chile Concepción, Chile, noviembre 2002.
Ximena Paz Dávila Yáñez Reflexiones inesperadas. La suerte y la no suerte. Chile 2021. http://comunidad.matriztica.org/?p=23736
Publicado en Contagiando valores, El cambio., La fuerza de la Intención, La Libertad | 1 comentario

La “suerte” y el gran error anti creativo de creer que sólo unos pocos tienen talento.

“Los tipos con suerte, son quienes se negaron a asumir el gran error anticreativo: creer que sólo unos pocos superdotados tienen talento.” Ken Robinson.

Un día visitando un colegio vi a una niña de seis años concentradísima dibujando. Le pregunté: “¿Qué dibujas?”. Y me contestó: “La cara de Dios”. “Nadie sabe cómo es”, observé. “Mejor – dijo ella sin dejar de dibujar-, ahora lo sabrán”.

Todo niño es un artista porque todo niño cree ciegamente en su propio talento. La razón es que no tienen ningún miedo a equivocarse, hasta que el sistema les va enseñando poco a poco que el error existe y que deben avergonzarse de él. Claro que podría decirse que los niños también se equivocan si se compara el dibujo de esa niña con la Capilla Sixtina, pero si por ejemplo se la deja dibujar a Dios a su manera, esa niña seguirá intentándolo. El error en el colegio es penalizar el riesgo creativo.

Los exámenes estandarizados hacen exactamente eso. No es que hay que estar en contra de los exámenes, pero sí de convertirlos en el centro del sistema educativo y a las notas en su única finalidad. La niña que dibujaba nos dio una lección: si no estás preparado para equivocarte, nunca acertarás, sólo copiarás. No serás original.

¿Se puede medir la inteligencia? La pregunta no es cuánta inteligencia, sino qué clase de inteligencia tienes. La educación debería ayudarnos a todos a encontrar la nuestra y no limitarse a encauzarnos hacia el mismo tipo de talento.

Nuestro sistema educativo fue concebido para satisfacer las necesidades de la industrialización: o sea buscar y fomentar el talento sólo para ser mano de obra disciplinada con preparación técnica jerarquizada en distintos grados y funcionarios para servir al Estado moderno. Y si bien la mano de obra aún es necesaria. ¡La industrialización ya no existe! Estamos en otro modo de producción con otros requerimientos, otras jerarquías. Ya no necesitamos millones de obreros y técnicos con idénticas aptitudes, pero nuestro sistema los sigue formando. Así indefectiblemente aumenta el desempleo.

Pero se nos repite: ¡innovación! Y quienes la piden son los mismos que la penalizan en sus organizaciones, universidades y colegios. Hemos estigmatizado el riesgo y el error y, en cambio, incentivamos la pasividad, el conformismo y la repetición

Y no hay nada más pasivo que una clase en una institución educativa. Las clases son pasivas porque los incentivos para estar calladito y tomar apuntes que luego repetirá son mayores que los de arriesgarse a participar y tal vez meter la pata. Así que, tras 20 años de educación en cinco niveles que consisten en formarnos para unas fábricas y oficinas que ya no existen, nadie es innovador.

¿Cuáles son las consecuencias? Que la mayoría de los ciudadanos malgastan su vida haciendo cosas que no les interesan realmente, pero que creen que deben hacer para ser productivos y aceptados. Sólo una pequeña minoría es feliz con su trabajo, y suelen ser quienes desafiaron la imposición de mediocridad del sistema.

Los tipos con suerte, son quienes se negaron a asumir el gran error anticreativo: creer que sólo unos pocos superdotados tienen talento. Y ¡Todos somos superdotados en algo! Se trata de descubrir en qué. Esa debería ser la principal función de la educación. Hoy, en cambio, está enfocada a clonar estudiantes. Y debería hacer lo contrario: descubrir qué es único en cada uno de ellos.

La creatividad no viene en los genes. Es puro método. Se aprende a ser creativo como se aprende a leer. Se puede aprender creatividad incluso después de que el sistema nos la haya hecho desaprender.

Por ejemplo, en el instituto donde recibieron clases de música Paul McCartney y George Harrison, ¡el profesor de música tenía en su clase al 50 por ciento de los Beatles! Y nada. Absolutamente nada. McCartney ha explicado que el “profesor” es ponía un disco de música clásica y se iba a fumar al pasillo. Pero a pesar del colegio, fueron genios.

Observemos también: A Elvis Presley no lo admitieron en el club de canto de su colegio porque “desafinaba”. A Ken Robinson experto mundial en educación de la creatividad e innovación, un incapacitado motriz por efecto de la poliomielitis, en cambio lo admitieron en el consejo del Royal Ballet de Londres. ¡Una gran diferencia de fomentar y aprovechar talentos!

En el Royal Ballet, Robinson conoció a alguien que había sido un fracaso escolar a sus ocho años de edad. Era una niña incapaz de estar sentada oyendo una explicación. Era lo que hoy conocemos como una niña hiperactiva.

Aún no se había inventado el síndrome de hiperactividad o el de falta de atención, pero ya se habían inventado los psicólogos, así que la llevaron a uno. Y era muy bueno: habló con ella a solas cinco minutos; le dejó un radio sintonizado con música y fue a buscar a la madre a la sala de espera; juntos espiaron lo que hacía la niña sola en el despacho y… ¡estaba bailando! Pensando con los pies. Es lo que le dijo el psicólogo a la madre y así empezó una carrera que llevó a esa niña, Gillian Lynne, al Royal Ballet; a fundar su compañía y a crear la coreografía de Cats o El fantasma de la ópera con Lloyd Webber.

Si hubiera hecho caso a sus notas, hoy sería una frustrada. Sería cualquier cosa, pero mediocre. La educación debe enfocarse a que encontremos nuestro elemento: la zona donde convergen nuestras capacidades y deseos con la realidad. Cuando la alcanzas, la música del universo resuena en ti, una sensación a la que todos estamos llamados.

D.O.

Fuente: http://www.lavanguardia.com/. Nota a Sir Ken Robinson, experto que preconiza un sistema educativo que enseñe a innovar.
Publicado en Contagiando valores, La Educación para un mañana desconocido., Las Emociones | Deja un comentario

La vocación se identifica.

Encontrar nuestra vocación es un proceso de identificación, no de elección.

El problema con la vocación es creer que está relacionada con la voluntad, el capricho o las ganas. Pero, la vocación ya está allí y se encuentra en la confluencia de nuestros dones, pasiones, y necesidades.

Todos nacemos con talentos o dones naturales, podemos dedicar tiempo a hacer lo que nos gusta, y tenemos necesidades que deseamos satisfacer. Pero, frecuentemente, terminamos alejándonos de nuestras verdaderas aptitudes porque damos por sentado que para alcanzar el mejor modo de vivir posible tenemos que seguir caminos convencionales y conocidos.

Cuando, si observamos bien, lo que hace especiales a las personas que alcanzan satisfacción personal por la vida que llevan, es que han identificado lo que les encanta hacer, que están haciéndolo, y que no se ven haciendo otra cosa distinta. Estas personas, reconocieron sus talentos y se ganan la vida haciendo aquello que les apasiona, no eligieron qué hacer, sino que identificaron lo que estaban hechos para hacer.

La práctica de observarnos es la tarea que debemos proponernos si deseamos hacer lo mismo. Observar lo que hacemos día a día señalará la dirección hacia la que debiéramos dirigir nuestra atención y energía. Y nos permitirá identificar nuestra verdadera vocación.

Detengámonos y pongamos atención en aquello que hacemos bien y que nos sale fácil hacer o que nos lleva poco esfuerzo. En lo que más nos motiva y qué es lo que más nos encanta hacer. Y en cuáles son las necesidades que deseamos resolver en nuestras vidas, procurando escuchar lo que dice nuestra voz interior al respecto. Esa es la tarea en que debemos empeñarnos. Lo demás, lo que buscamos, ya está allí. Solo habrá que identificarlo.

En la actividad que aprovecha nuestro talento, que alimenta nuestra pasión, y que surge de una necesidad que nuestra conciencia nos impulsa a responder, esta nuestra vocación.  

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Publicado en Contagiando valores, La Creatividad, La Educación para un mañana desconocido., La fuerza de la Intención, La innovación y la creatividad, La Vocación., Los hábitos de efectividad | Deja un comentario

“Los Imperdonables” Una pasión sobre ruedas.

Comparten la compulsión irrefrenable a sentirse libre, a disfrutar del viento en la cara, del polvo, de la lluvia, o del sol. Personajes apasionados que buscan vivir intensamente los momentos en que están en ese preciso lugar y en ningún otro lado.

Para “Los Imperdonables” todo encuentro vale, sea para compartir pocos kilómetros de distancia o para partir hacia la más elaborada travesía de grandes distancias por muchos días. Aunque varios traen consigo su devoción por “los fierros”, y por las motocicletas, no todos son entendidos en temas de motores o mecánicos, y algunos ni de cerca, pero coinciden en el gran gusto por las motos y en disfrutar de salir a andarlas. Y cuando es en grupo mucho mejor.

Cuentan que el nombre del grupo lo atribuyen al “error imperdonable” de conseguir una moto y salir a andar en ella con un amigo. Imperdonable porque lo hicieron en su mayoría sin tener experiencia previa y además porque ya no eran precisamente jóvenes.

Todo parece haber comenzado con uno de ellos, que cometió el “error” de conseguir la motocicleta de sus sueños, salir a andar en ella, y compartirlo con su vecino, que tentado hizo lo mismo con su propio similar sueño. El deseo se volvió cadena y así se fueron sumando otros amigos con nuevos sueños que se convirtieron en nuevas motos, y en nuevos amigos también soñadores. Todos con la misma intención de “equivocarse”.

Para definir lo que sienten nos dicen “es algo compulsivo que se renueva con cada salida y cuantas más veces salimos a andar, más queremos volver a hacerlo y más nos sentimos condicionados e influenciados a dedicarle tiempo a las motos y a las reuniones”.

En todos estos años “Los imperdonables” compartieron muchas y variadas experiencias de las que se consideran sanamente orgullosos. Desde las religiosas salidas semanales con extendidos almuerzos de camaradería, hasta los habituales viajes cortos de una o dos noches y viajes largos por el país y en el exterior. Sea practicando “touring” por la más asfáltica de las rutas; “trial” por el ripio que se presente; o “enduro” por los senderos menos recomendados posibles. Lo importante es esa compañía.

Nos cuentan que en el armado de viajes si suman tres ya se consideran listos para salir a cualquier parte, pero en general nunca son menos de seis. Dicen que disfrutan intensamente de la amistad y de no como un requisito para participar, sino como un propósito en sí mismo. De esa manera, más allá de los caminos que compartan, el objetivo es disfrutar juntos andando en sus motos.

Cuando se les pregunta por las razones de hacer lo que hacen, la mayoría coincide en que cuando suben a sus motos perciben una energía especial que los renueva, sienten que vuelven a ser niños disfrutando de su mejor juguete, usan sus mentes de forma no habitual colocándolos en un presente absoluto y hasta sienten que tienen la oportunidad de ser un poco “héroes” al ser desafiados por el riesgo que asumen para averiguar de lo que son capaces.

No obstante, les gusta pensar que no hay un sentido para lo que hacen, sino que simplemente es experimentar el hecho de estar haciéndolo, de modo que las experiencias de cada una de las salidas les repercutan lo suficientemente profundo como para sentir realmente el éxtasis de estar vivos.

Eso sí, ahora su lema es: lo imperdonable es perdérselo.

¡Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

 

Nota original en: Country Magazine – Country Magazine
Dirección URL: ttps://countrymagazine.com.ar/component/content/article/91-artículos/entrevistas/136-los-imperdonables-pasion-sobre-ruedas?Itemid=437

 

 

 

Publicado en Contagiando valores, El Convivir, La Amistad., La Convivencia, La Felicidad, La Libertad, Vivir el ahora | Deja un comentario

Conviene saber elegir.

“Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestra facultad para elegir la respuesta. En estas elecciones residen nuestro crecimiento y nuestra felicidad.” Stephen Covey.[i]

“Jodido pero contento”[ii]

Gregorio o “ Goyo” como le decían sus amigos, siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir. Aún pasando por lo que para cualquiera sería una gran dificultad, siempre se refería a su estado de ánimo como “mejor imposible” Además era un motivador natural. Si algún amigo o familiar tenía un mal día, Goyo estaba ahí para ayudarle a ver el lado positivo de la situación. Siempre había para Goyo un lado positivo de las cosas.

–  Una vez le pregunté como hacía para ser una persona positiva todo el tiempo.

–  Goyo respondió, “Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo: “Goyo, tienes dos opciones hoy: puedes escoger estar de buen o de mal humor. Escojo estar de buen humor. Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello. Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse, puedo aceptar su queja o puedo señalarle el lado positivo de la vida. Escojo señalarle el lado positivo de la vida.”

“Si, claro, pero no es tan fácil”, le dije.

–  “Sí, lo es”, dijo Goyo. “Todo en la vida es acerca de elecciones. Si observas bien cada situación, ésta se reduce a una elección que debes hacer. Tú eliges cómo reaccionas ante cada situación, tú eliges cómo la gente afectará tu estado de ánimo. Tú eliges estar de buen o de mal humor. En resumen, tu eliges como vivir tu vida.” 

–  Y agregó: “sólo tu puedes hacerlo, no esperes que nadie mas lo haga por tí. La elección es tuya”

Una vez en su trabajo Goyo tuvo un accidente. Por un descuido cayó desde una gran altura y quedó tendido en el piso con graves heridas y sin poder moverse. Rápidamente fue llevado de emergencia a un hospital y después de ocho horas de cirugía y varias semanas de terapia intensiva, felizmente fue dado de alta.

Recuerdo que me encontré con Goyo recién salido del hospital y cuando le pregunté cómo estaba, me respondió, “Jodido pero contento”.

Y seguidamente quise saber que pasó por su mente en el momento del accidente.

– A lo que Goyo Contestó,  “Cuando estaba tirado en el piso, recordé que tenía dos opciones. Podía elegir vivir o podía elegir morir. Y elegí vivir.”

–  “¿Pero…no sentiste miedo?”, pregunté.

–  Y Goyo  continuó, “Los médicos estuvieron muy bien, en la ambulancia no dejaban de decirme que iba a estar bien. Pero cuando me hicieron unos estudios para ver el estado de mis lesiones, pude notar las expresiones en sus caras, y realmente me asusté un poco. Camino al al quirófano pude leer en sus ojos que me consideraban casi muerto…. Y supe entonces que debía tomar una decisión”.

–  “¿Qué hiciste?”, insistí.

–  “Bueno”, me contestó Goyo, “uno de los médicos me preguntó si era alérgico a algo, y respirando profundo grité “Sí, a las alturas” y mientras reían, les dije, estoy escogiendo vivir, aún estoy vivo, ¡por favor opérenme como tal! “.

Goyo, vivió por la maestría de los médicos, pero sobre todo por su asombrosa actitud. 

El hecho de que Goyo fuera un albañil toda su vida, que no haya terminado la escuela primaria, y que hay tenido que trabajar en el campo desde muy niño para ayudar a mantener a sus nueve hermanos; no le impidió comprender y utilizar esta maravilloso don natural que todos poseemos por el hecho de Ser Humanos.

Daniel Olguin.

Tabaré Gómez Laborde, http://www.tabareonline.com. Conocido artísticamente como Tabaré. Dibujante autodidacta, humorista y caricaturista, autor de historietas, dibujos animados e ilustración de libros, y conocido especialmente en Latinoamérica por su tira “Diógenes y el linyera”, publicada ininterrumpidamente desde 1977 en el diario Clarín de Buenos Aires. Nacido en la ciudad de La Paz (departamento de Canelones) en Uruguay. Pasó por diversas actividades laborales hasta su ingreso en una agencia de publicidad en Montevideo, labor que definiría su carrera profesional. A partir de 1969 comienza a publicar trabajos en medios argentinos, país donde vive desde 1976. Su tira cómica Diógenes y el linyera lleva más de 9.000 ediciones en la contratapa del diario Clarín (Buenos Aires), Las aventuras de un linyera y su perro (Diógenes), con breves diálogos que siempre muestran una sátira de la realidad social y política desde la óptica de dos vagabundos urbanos.
[i] Stephen R. Covey Nació el 24 de octubre de 1932 en Salt Lake City (Utah, Estados Unidos). Reside con su esposaSandra, y su familia en Provo, Utah, que es en donde se encuentra La Universidad Brigham Young University que es precisamente donde el Dr. Covey enseñó antes de la publicación de su prestigioso libro “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”. Stephen Covey además es padre y abuelo, tiene nueve hijos y cuenta con cincuenta y dos nietos; recibió el premio de Paternidad del «National Fatherhood Initiative», (Iniciativa nacional de paternidad) en el año 2003. Covey es el fundador de lo que anteriormente se denominaba «Covey Leadership Center», (Centro Covey de liderazgo) en Salt Lake City, Utah, institución que fue luego adquirida por la compañía FranklinQuest, el 30 de mayo de 1997 convirtiéndose en «FranklinCovey Company», una compañía que ofrece sus servicios profesionales a nivel mundial y cuya especialidad consiste en vender cursos y seminarios de formación para la gestión de negocio, herramientas para aumentar la productividad, así como también la Gestión del Tiempo, tanto para individuos como para organizaciones. Stephen Covey posee una licenciatura en Administración de empresas, que le fue otorgada por la Universidad de Utah (en Salt Lake City), una maestría en Administración de Empresas, obtenida de la Universidad de Harvard y un doctorado en historia y doctrina de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, otorgado por la Universidad Brigham Young. Prácticamente ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza y practica de los preceptos que detalla en sus libros, de como vivir y liderar organizaciones y familias basándose (centrándose) en principios los cuales él sostiene, son universales y como tales son principios aceptados por las grandes religiones y sistemas éticos del mundo.
[ii] En Argentina, “jodido” significa: algo difícil, complicado.
Publicado en La Libertad | Deja un comentario

La libertad de elegir. No nos determina lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede.

Después de  la vida misma, la facultad de elegir es nuestro mayor don.

Como seres humanos somos capaces de tomar decisiones. Y  la facultad de elegir dirige el rumbo de nuestra vida. Nos permite reinventarnos a nosotros mismos, cambiar nuestro futuro e influir con fuerza en el mundo.

Esta facultad de elegir significa que no somos sólo el producto de nuestro pasado o de nuestros genes – que son solo un comienzo-; ni somos el producto del trato que nos dispensan los demás.  Todo ello puede influir en nosotros, pero no nos determinan. En realidad, si sabemos observarlo, nos determinamos a nosotros mismos por medio de nuestras elecciones.

Observemos la siguiente frase: “Entre estímulo y respuesta hay un espacio. En ese espacio reside nuestra libertad y nuestra facultad para elegir la respuesta. En estas elecciones residen nuestro crecimiento y nuestra felicidad.”

El tamaño de ese espacio está determinado básicamente por nuestra herencia genética o biológica y fundamentalmente por nuestra biología cultural creada por nuestra convivencia familiar, nuestra educación y nuestras circunstancias actuales. Según sea nuestra cultura, respondemos a cualquier estímulo.

Para personas que han crecido en un entorno lleno de cariño y de apoyo, este espacio puede ser grande. Para otras que no han convivido en espacios amorosos, puede ser muy pequeño. Pero lo esencial es que sigue habiendo un espacio, y que en el uso de ese espacio es donde reside nuestra posibilidad de vivir mejor. Pero además,  en él existe la oportunidad de ampliarlo.

Algunas personas que tienen un espacio muy grande, cuando se enfrentan a unas circunstancias adversas pueden optar por derrumbarse y ceder, reduciendo así el tamaño del espacio entre estímulo y respuesta. Otras con un espacio pequeño pueden luchar contra poderosas fuerzas genéticas, sociales y culturales y ver que su libertad se expande, que su crecimiento se acelera,

que su alegría se hace más profunda.

Todo depende de utilizar el más preciado de todos los dones de nacimiento, el de elegir bien. Y quienes no pueden hacerlo, poco a poco se convierten más en el resultado de sus condiciones que de sus decisiones.

Ahora bien, tomar conciencia del poder de elegir puede provocar pavor porque de repente nos enfrentamos a la responsabilidad,  es decir, a la «capacidad de responder».

Eligiendo nos hacemos responsables. Y si hasta ahora nos hemos protegido achacando nuestra situación y nuestros problemas a unas circunstancias pasadas o presentes, pensar de otra forma es verdaderamente aterrador. De repente, no tenemos mas excusas.

Concretamente, entonces no importa lo que nos haya pasado, lo que nos esté pasando o lo que nos pueda pasar: existe un espacio entre esas situaciones y nuestras respuestas a ellas. Ese espacio representa nuestra facultad de elegir la respuesta ante cualquier situación.

Sin duda que nos ocurren cosas ante las que no tenemos elección. Una de ellas sería nuestra dotación genética. Pero aunque no elegimos nuestros genes, tenemos la facultad de elegir cómo responder a ellos. Por ejemplo, si tenemos una predisposición genética a una enfermedad concreta, ello no significa que la vayamos a padecer necesariamente. Pero si partimos de ser conscientes de ese conocimiento, si tenemos la voluntad de hacer uso de los conocimientos médicos más avanzados, podemos enfermedades que hayan podido acabar con la vida de nuestros antepasados.

Desafío a que reflexionemos a fondo sobre este don, a que meditemos sobre ese espacio que existe entre estímulo y respuesta. Porque usándolo podemos crear el mundo en el que deseamos vivir.

¡Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

 

Fuente del texto: “The 8th Habit. From Effectiveness to Greatness”, by Stephen R. Covey. Publicado originalmente en inglés, en 2004, por Free Press,  División of Simón & Shuster, Inc., 2005. Ediciones Paidós SAICF. Buenos Aires.

 

 
Publicado en La Libertad, Los hábitos de efectividad | Deja un comentario

El ministro y el caricaturista.

“Él vive agraviándonos y nadie le dice nada. Por eso decidí amenazarlo. Pero no amenazarlo a él directamente, sino que lo hice por medio de una amenaza a sus hijas. Claro, veladamente, sin que se note, haciendo una referencia al colegio donde ellas concurren. De esta forma, le quedó claro el mensaje, de que sus agravios deben terminar, de que ahora hay alguien que le dice algo, y de que, también, si es necesario, hay alguien que puede hacer algo al respecto.”

El extracto proviene del nuevo libro “El ministro que lamentablemente volvió a ser” de la ya conocida saga del género del terror conocida como “El ministro”, de editorial Los de siempre.

Aunque son varios los autores que han querido adjudicarse esta nueva obra, ante las posibles denuncias de plagio que podrían tener que enfrentar,  todos se han mantenido en el anonimato.

Por ejemplo, Mario Puzo (“El padrino”), Nicholas Pileggi y Martin Scorsese (“Buenos Muchachos”) encuentran similitudes con sus obras, aunque éstas no integran el género del terror, sino al del drama criminal con base en el accionar de la mafia.

En síntesis, el “El ministro que lamentablemente volvió a ser” relata la gestión de un ministro de un gobierno nacional al que se recurre cada vez que se necesita de un infalible sinvergüenza. Aún ante el hecho de que la mayoría de los funcionarios de ese gobierno desconocen la vergüenza, pero claro, no al nivel del ministro en cuestión, ni siquiera cerca.

La historia se centra en la gestión llevada a cabo por el ministro, en esta ocasión a cargo de la seguridad de la ciudadanía,  ante el supuesto “agravio” de un dibujante de caricaturas en periódicos y revistas que por medio de obras gráficas critica distintas acciones gubernamentales.

En el párrafo transcripto se puede observar que el ministro enfrenta el agravio de un artista profiriendo una amenaza nada menos que sobre la seguridad de sus hijas con el objetivo de callar definitivamente la expresión de toda crítica.  Pero además pretendiendo que esa amenaza es oculta o disimulada cuando en realidad no lo está. Ni lo puede estar.

La genialidad de la obra se encuentra, precisamente, en señalar de forma implacable la terrorífica historia de este ministro que cree poder esconder su desvergüenza. La  imagen personal que ha construido como político constituye fiel reflejo de la falta de vergüenza. Es más, es expresión viviente y parlante de ella.

En conclusión, la obra nos vuelve a invitar a enfrentar con un eterno dilema. Sentir la suficiente vergüenza como para identificar situaciones o actos que merecen ser reprobados, y actuar en consecuencia para impedirlos; o hacer como el personaje central de la obra, y continuar  viviendo en la deshonestidad.

¡Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Publicado en Contagiando valores, La Responsabilidad | Deja un comentario

Avergonzarse de vivir en la deshonestidad es la cuestión.

Si bien la corrupción es considerada como negativa y grave por la opinión pública, existe una cultura de entendimiento común que une y mantiene a muchos viviendo una realidad en la que todo parece ser no tan malo o corrupto. Sin importar las distintas extracciones sociales de las que proceden, o las ideologías a las que suscriban, gran parte de la ciudadanía, políticos o no, sostiene una narración que es funcional a la corrupción.

En principio, pareciera necesario que se debiera comenzar a deshacer esa cultura castigando los actos de corrupción. Pero el bajísimo número de condenas judiciales por corrupción constatan aquella dicha realidad.

Desde el año 2009 al 2021, según la oficina de Estadísticas del Poder Judicial hubo 998 casos denunciados e investigados, aunque según el Ministerio Público Fiscal de la Nación los casos fueron 1573, lo que, en principio demuestra una falta de precisión en los datos estadísticos. Pero, lo más importante es que se esos casos sólo se obtuvieron 13 condenas por soborno y por enriquecimiento ilícito. Por otro lado, no hubo declaraciones de inocencia en los restantes casos investigados, sino que, entre otras razones, finalizaron por prescripción de la acción penal, fallecimiento de la persona investigada, duración irrazonable de una causa, o meramente por la pérdida de las pruebas. Y todo ello, a pesar de que Argentina posee un arsenal legal para luchar contra la corrupción como las convenciones internacionales, el Código Penal, las leyes penales específicas; un sistema de jueces, el Ministerio Público Fiscal con Fiscalías especializadas; y organismos especializados como la Oficina Anticorrupción, la Unidad de Información Financiera, y la AFIP.  (De Jesús, 2021)

Como afirma De Jesús, el primer problema para combatir efectivamente la corrupción pareciera estar en la falta de voluntad de hacerlo.

Sin dudas que es así porque aún una mayoría no se avergüenza de vivir en la deshonestidad.

¡Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

 

Referencias: 
De Jesús, Marcelo Octavio (2021). “Las causas y las cifras de la corrupción en Argentina”. El Dial.com, 4 de octubre de 2021. (elDial.com – DC2ECD). Dirección URL del artículo: https://www.eldial.com/nuevo/nuevo_diseno/v2/doctrina1.asp?id=14081&base=50&indice=doctrina
Publicado en Contagiando valores, La Responsabilidad, La Solidaridad | Deja un comentario