TRABAJO Y CIUDADANÍA. ACTIVIDAD: Logros académicos vs. Inseguridad laboral.

Objetivo de la actividad: evaluar el uso correcto del vocabulario específico y la claridad en la producción escrita. La estrategia para seleccionar información relevante. La pertinencia de las opiniones y puntos de vista. La correcta ortografía. Y la actitud de responsabilidad y compromiso del alumno ante las consignas propuestas por el docente  para la realización del trabajo:

Consigas formales de presentación del trabajo: Trabajo escrito impreso en hoja A4. Márgenes de la hoja: Superior y derecho de 4 cm. Inferior e izquierdo de 2 cm. Tipo y tamaño de la letra: Arial 12. Interlineado: espaciado 1,5. Texto alienado a los márgenes de la hoja. Numeración de cada hoja en margen inferior izquierdo. Texto máximo: dos carillas.

A) Leer el siguiente texto:

“La  inseguridad laboral es la situación que se genera cuando no todas las personas gozan del derecho a trabajar, o bien no lo hace plenamente.  Forman parte de la inseguridad laboral tanto el desempleo como la inestabilidad laboral y la precariedad laboral. Se debe tener en cuenta que un empleo es inseguro y genera temor e incertidumbre en el trabajador, no solo cuando existe riesgo de perderlo, sino también cuando la protección social asociada al trabajo. Por ejemplo si no garantiza una obra social para cuando trabajador o sus familiares a cargo  se enferman, o una jubilación que permita una vida digna al concluir la actividad laboral.

Actualmente, en nuestro país, más de la mitad de la población activa de la Argentina no encuentra empleo o trabaja al margen de las normas laborales. Esto afecta a alrededor de 8.400.000 personas solamente en las áreas urbanas. Hay quienes sí tienen una ocupación, pero no los aportes para que se cumplan sus derechos. Y hay quienes no solamente carecen del acceso a una obra social o a la jubilación futura, sino que además están en la precariedad: o sea, trabajan menos de lo que desean y necesitan y sus ingresos son tan bajos que no cubren necesidades básicas. El 56,6% de la población activa está en busca de trabajo y no lo encuentran,  o están en la informalidad y en la precariedad. Dicho de otro modo: sólo 43,4% de los trabajadores está en un empleo con cumplimiento pleno de derechos.[1]

Y los problemas de acceso pleno al trabajo golpean con más fuerza a los jóvenes de entre 18 y 24 años. En este grupo, el 30% (3 de cada 10),  equivalente a 1.459.000 jóvenes, se dedican sólo a estudiar. Mientras que el 25% equivalente a 1.243.000 jóvenes, está en un puesto laboral de baja calidad. Y sólo el 18% equivalente a 885.000 jóvenes se  desempeña en un empleo formal. Otro 11% equivalente a 551.000 jóvenes, sufre desocupación. Y un 15% equivalente a 748.000 jóvenes, no estudia ni trabaja, y que llegaron a la vida adulta como inactivos.”

B) Investigar y Contestar:

¿Se puede afirmar que la falta de capacitación de los jóvenes está relacionada con la inseguridad laboral?  ¿Y en su caso, los estudios realizados por los jóvenes,  la calidad de los mismos, un buen promedio académico, y la cantidad de años de estudios utilizados en terminar una carrera, son importantes a la hora de obtener un trabajo formal?  – Si/No ¿Por qué?


[1] Según datos del Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, que abarca 5700 hogares de 18 centros urbanos.  Fuente: “Zonas riesgosas del empleo: Problemas en la calidad”. Por Silvia Stang. http://www.lanacion.com.ar/
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Emoción vs. Razón. ¿Por qué hacemos lo que hacemos?

Aunque vivimos una cultura que ha desvalorizado a las emociones en función de una sobrevaloración de la razón, nada hacemos que no esté definido por una emoción que lo hace posible.

Por ello, si realmente queremos entender las acciones humanas al mirar el movimiento o el acto del otro debemos enfocar a la emoción que lo hace posible. Así, un encuentro entre dos personas será vivido como agresión o accidente, según la emoción en la que se encuentren los participantes. Cuando nos encontramos con otra persona en la agresión, lo más probable es que ambos o uno de los dos tengamos un discurso “racional” a través del cual justificamos la negación del otro. Por ejemplo, pensamos: “ese otro es un desocupado porque es un vago, todo lo que quiere es que el estado debe darle un subsidio, y  quiere es atacarme por ser de una idea distinta”. Tal reflexión trae consigo un una emoción que define al punto de partida del encuentro como uno de negación y no de aceptación. Y si el otro se enfrenta así conmigo, yo puedo hacerlo a su vez, también desde la agresión.

Pero si de pronto, decimos: “pero, en realidad, yo no quiero atacar a esta persona”; entonces comenzamos a relacionarnos con ese otro de otra manera. ¿Qué ha sucedido? Ha cambiado nuestra emoción. Si creo que una persona me ataca o me crítica y en vez de simplemente responder con un ataque me pregunto si tengo fundamento para pensar así, la interacción sigue otro camino. Al hacer esa reflexión, ya, me encuentro en otra parte. Pero claro que tengo que querer y animarme a hacer la reflexión, y para querer hacerla tengo que partir desde aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, cómo válido, tan válido como yo.

Aunque parezca difícil, no lo es. En realidad lo espontáneo de nuestra biología básica (lo que nos sale fácil de hacer) es estar abiertos a la aceptación del otro como un legítimo otro para convivir. La desconfianza, la competencia, la agresión, no vinieron con nosotros, sino que las aprendemos de nuestra cultura. Por ello los discursos racionales (de la razón) que hacen posible la negación del otro, deben ser  inventados por nosotros.

Vale entonces reflexionar sobre las emociones que están siempre detrás de nuestras acciones, sosteniéndolas, fundándolas. Y preguntarnos: ¿Por qué hago lo que hago? Una pregunta, que si queremos, siempre tiene respuesta.

Piensa bien y saldrá bien!

Fuente: MATURANA, Humberto (1990). Emociones y lenguaje en educación y política. Santiago: Colección HACHETTE/COMUNICACIÓN – CED. MATURANA, Humberto y Sima Nisis (1995)
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“HABER TRIUNFADO”

“Reír a menudo y mucho, ganarse el respeto de las personas inteligentes y el cariño de los niños; captar el aprecio de los críticos sinceros y soportar la traición de los falsos amigos; apreciar la belleza, descubrir lo mejor en los demás; dejar el mundo un poco mejor, ya sea por un niño sano, un jardín cultivado o una condición social redimida; saber incluso que una vida respiró con mas tranquilidad porque tu has vivido. Eso es haber triunfado.”

Ralph Waldo Emerson

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POLÍTICA Y CIUDADANÍA. ACTIVIDAD: LAS RAZONES PARA OBEDECER Y PARA REBELARSE.

Somos bichos sociables, pero no instintiva y automáticamente. A diferencia de otras especies, los humanos inventamos formas de sociedad diversas, transformamos la sociedad en que hemos nacido y en la que vivieron nuestros padres, en una palabra: no sólo repetimos los gestos de los demás y obedecemos las normas de nuestro grupo (como hace cualquier otro animal) sino que llegado el caso desobedecemos, nos rebelamos, violamos las rutinas y las normas establecidas. Es que el hombre es el único animal capaz de sublevarse. No hacemos lo que los demás quieren sin chistar, sino que es preciso convencernos y muchas veces obligarnos a desempeñar el papel que la sociedad nos atribuye. O sea que nuestra forma de vivir en sociedad no es sólo obedecer y repetir sino también rebelarnos e inventar.
Pero atención: no nos rebelamos contra la sociedad, sino contra una sociedad determinada. No desobedecemos porque no queramos obedecer jamás a nada ni a nadie, sino porque queremos mejores razones para obedecer de las que nos dan y también queremos dirigentes que ordenen con una autoridad más respetable. Y somos tan sociables cuando obedecemos por las razones que nos parecen válidas como cuando desobedecemos y nos sublevamos por otras que se nos antojan de más peso.
De modo que, para entender algo de la política, tendremos que plantearnos esas diversas razones. Porque la política no es más que el conjunto de las razones para obedecer y de las razones para sublevarse.
No es posible una sociedad humana sin conflictos. No somos capacesde vivir de acuerdo automáticamente. El conflicto, el choque de intereses entre los individuos, es algo inseparable de la vida en compañía de otros. Y gracias a los conflictos la sociedad inventa, se transforma, no se estanca.  Entonces, no es la política la que provoca los conflictos. Los conflictos son síntomas que acompañan necesariamente la vida en sociedad.
Por el contrario, la política (como conjunto de las razones para obedecer y para desobedecer) se ocupa de atajar ciertos conflictos, de canalizarlos y ritualizarlos, de impedir que crezcan hasta destruir el grupo social. Los humanos somos agresivos, y si nos descuidamos podemos llevar nuestras discrepancias conflictivas hasta el punto de matarnos unos a otros. Es preciso entonces inventar artificios que impidan que la sangre llegue al río: se necesitan personas o instituciones a las que todos obedezcamos y que medien en las disputas (autoridades políticas), brindando su arbitraje o su coacción para que los individuos enfrentados no se destruyan unos a otros, para que no trituren a los más débiles (niños, mujeres, ancianos), para que no inicien una cadena de mutuas venganzas que acabe con la concordia del grupo.
La exigencia de instituir alguna forma de gobierno, algún tipo de puesto de mando que dirija el grupo cuando resulte necesario, se apoya en estas justificaciones. También se necesita autoridad para prevenir ciertos males que afectan a muchos pero que a unos cuantos favorecen (la destrucción de los recursos naturales es un buen ejemplo) y para asegurar un mínimo de educación que garantice a cada miembro del grupo la posibilidad de conocer el tesoro de sabiduría y habilidad acumulado durante siglos por quienes les preceden.
Repasando la historia, nop se puede esperar el milagro de que los seres humanos logren vivir juntos sin ningún tipo de dirección colectiva ni cierta coacción que limite la libertad de los más destructivos o de los más imbéciles (que suelen ser los mismos). De modo que considero indispensables algunas órdenes, aunque no cualquier tipo de órdenes; ciertos jefes, aunque no cualquier tipo de jefes; algún gobierno, pero no cualquier gobierno.
Por lo tanto volvemos al asunto del que la política se ocupa: ¿a quién debemos obedecer? ¿Qué debemos obedecer? ¿Hasta cuándo y por qué tenemos que seguir obedeciendo? Y, desde luego, ¿cuándo, por qué y cómo habrá que rebelarse?
Fuente: Fernando Savater POLÍTICA PARA AMADOR. EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA. Capítulo segundo: “OBEDIENTES Y REBELDES”
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¿QUIÉN MANDA AQUÍ?

¿Por qué los miembros de cada sociedad, que son muchos, obedecen a uno (llámesele rey, tirano, dictador, presidente o jefe de cualquier clase)? ¿Por qué aguantar sus órdenes? ¿Qué criterios hay que seguir para designar a los que van a mandar? Obedecer a otro nunca nos ha parecido a los humanos mala idea, a pesar de los obvios inconvenientes. A fin de cuentas, de lo que se trata es de aprovechar al máximo las ventajas de vivir juntos, en comunidad. La principal de esas ventajas es aunar esfuerzos y así lograr objetivos que cada cual por sí mismo nunca conseguiría. Una dirección única posibilita esa unidad de colaboración; y tal dirección debe tener cierta estabilidad, para garantizar que la unidad social no sea cosa de un día sino algo en lo que puede confiarse. Según Thomas Hobbes, un filósofo inglés del siglo XVII, los hombres eligieron jefes por miedo a sí mismos, a lo que podría llegar a ser su vida si no designaban a alguien que les mandase y zanjara sus disputas. Hobbes pensaba que el hombre puede llegar a ser una fiera para los otros hombres.
En las tribus primitivas, la cosa debió de ser relativamente sencilla. Al más fuerte se le nota que lo es, ¿no? Si el grupo vive de cazar, por ejemplo, seguirá la dirección del que cace mejor. Lo mismo en la guerra: cuando se trataba de combatir, había que fiarse del más fuerte, del más valiente. Tales debieron ser los primeros criterios que establecieron el derecho a mandar y la posibilidad justificada de ser obedecido. Pero cuando los grupos se hicieron mayores en número y más diversos en ocupaciones, el asunto político se hizo más complejo. Los candidatos a la jefatura fueron más numerosos, cada uno con sus partidarios. Por otra parte, los problemas que tenía que resolver el jefe ya no eran sólo la caza y la guerra, sino también tomar decisiones complicadas: las tribus se asentaron en territorios fijos al dedicarse a la agricultura y nacieron disputas respecto a la distribución y propiedad de la tierra, las herencias familiares, las costumbres matrimoniales, la organización de obras públicas necesarias para todos. El jefe mejor ya no era el que más guerras ganaba, sino el más capaz de lograr mantener una paz provechosa con los vecinos para poder comerciar con ellos. De modo que en las sociedades más desarrolladas, estables y comerciales, los antiguos criterios básicos de la fuerza y el conocimiento se hicieron mucho más difíciles de aplicar que antes: seguían valiendo, pero había que perfilarlos un poco más.
Por otra parte, las leyes planteaban también sus propias dificultades. Las tribus más antiguas no conocieron un código legal como los que aparecen en el derecho actual. Las leyes o normas que regían los diversos aspectos de la existencia colectiva se apoyaban en la tradición, la leyenda, el mito, en una palabra: en la memoria del grupo cuyos administradores y depositarios eran los ancianos. El mayor argumento para respetar una norma era: «siempre se ha hecho así». Y para explicar por qué siempre se había hecho así se recurría a la leyenda de algún antepasado heroico, fundador del grupo, o a las órdenes de algún dios. La forma más elemental de legitimidad, es decir, de justificación de la autoridad en sociedades primitivas provenía siempre del pasado. La lógica primitiva creía que los padres de los padres de los padres debieron ser aún más fuertes y sabios que los padres actuales, parientes casi y colegas de los dioses. Lo que ellos habían considerado como bueno, quizá porque se lo había revelado alguna divinidad, no podían discutirlo los individuos presentes, mucho más frágiles y lamentablemente humanos. El más digno de mandar era el que provenía por línea directa de algún jefe mítico, hijo a su vez de algún héroe semidivino o de un dios. La familia, la estirpe, se convirtieron en la base del poder de faraones, caciques, reyes, etc.. La idea no era del todo mala porque de ese modo se reducía el número de los posibles candidatos al trono y las luchas por el poder quedaban reducidas al interior de una o dos familias.
A su vez, como el poder provenía de la antigüedad mítica y de los dioses, los sacerdotes se convirtieron en personajes importantes de la lucha política. Los sacerdotes eran los especialistas en el pasado y los portavoces de los dioses. El que quería llegar al mando tenía que llevarse bien con ellos y buscar su apoyo. También las leyes estaban sustentadas en razones religiosas, porque habían sido reveladas por divinidades inapelables cuya voluntad interpretaban los curas. No había leyes humanas, todas provenían del cielo y del pasado. Algunos jefes, particularmente ambiciosos, decidieron convertirse a la vez en reyes y sacerdotes supremos para asegurar mejor su poder. Otros dieron un paso más allá: se proclamaron directamente dioses ya que sus antepasados lo habían sido… o por lo menos eso había obligación de creer. Así pudo quedar resuelta  la cuestión política en las sociedades humanas primitivas. Como entre las abejas y las hormigas, unos nacían para mandar y otros para obedecer. Pero entonces llegaron los griegos y con ellos, con sus ideasrevolucionarias, todo empezó a cambiar.
CONTESTAR: ¿Que autoridades diferencian en su vida cotidiana? Identificar en cada caso, quienes participan de ella, y que capacidades reconocen en  los que ejercen el poder.
Fuente: Fernando Savater
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Protegido: Premisas para trabajo en grupo.

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Actividad: ¿Las emociones?

Ser emocionalmente competente es vital para el individuo y su vida en sociedad.

Texto a investigar: ¿Qué son las emociones? Páginas 21 a 25.  “Educar las emociones. Educar para la vida”, de Amanda Céspedes. Ed. Vergara

Actividad: Leer el texto indicado y responder las siguientes preguntas según lo expresado por el autor.

  1. ¿Qué son las emociones?
  2. ¿Desde cuándo comienzan en el ser humano?
  3. ¿Cómo define la autora la sabiduría y cuando se daría?
  4. ¿Qué y cuales son emociones básicas humanas?
  5. ¿Cuándo aparecen en la vida de un ser humano?
  6. ¿Qué y cuales son emociones complejas humanas?
  7. ¿Qué son los sentimientos?
  8. ¿Qué sentimientos se construyen sobre una amovilidad positiva?
  9. ¿Cuáles son los sentimientos que pude experimentar una ser humano sano y educado en sus emociones?
  10. ¿Qué puede despertar emociones negativas en un niño?
  11. ¿Qué puede despertar emociones positivas en un niño?
  12. ¿Cuáles son las principales vías de expresión emocional?

Objetivo de la actividad: evaluar el uso correcto del vocabulario específico y la claridad en la producción escrita. La estrategia para seleccionar información relevante. La pertinencia de las opiniones y puntos de vista. La correcta ortografìa. Y la actitud de responsabilidad y compromiso del alumno ante las consignas propuestas por el docente  para la realización del trabajo:

Consigas formales de presentación del trabajo: Trabajo escrito impreso en hoja A4. Márgenes de la hoja: Superior y derecho de 4 cm. Inferior e izquierdo de 2 cm. Tipo y tamaño de la letra: Arial 12. Interlineado: espaciado 1,5. Texto alienado a los márgenes de la hoja. Numeración de cada hoja en márgen inferior izquierdo.

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Creatividad humana vs. automatización.

El desafío educativo de hoy es lograr que los estudiantes adquieran las habilidades cognitivas y creativas que les den una ventaja competitiva frente a la fabulosa tendencia a la automatización del trabajo humano.

Se espera que en el siglo XXI, las tendencias actuales de la automatización de la producción continúen. Que robots, con cada vez mejores sensores y manipuladores, continúen reemplazando a trabajadores de la fábrica es ya hoy una realidad.

Pero también se espera que muchos puestos de trabajo en ventas disminuyan. Las compras en línea y el pago automático, continuarán siendo cada vez más populares a costa de los vendedores y cajeros humanos. De hecho, el trabajo de “telemarketer” es ya hoy una de las ocupaciones de mayor tendencia de crecimiento actual.

Asimismo, tampoco parece descabellado pensar que trabajos de transporte estén en riesgo ante el avance de nuevas tecnologías en el área. Por ejemplo las ocupaciones de los actuales conductores de auto-elevadores.; ya hoy se utilizan vehículos autónomos que se  ocupan tareas de logística y de depósito.

Pero también los trabajos de oficina que se dedican al análisis de datos están en situación de riesgo. Por ejemplo los trabajdores administrativos que se dedican a realizar tareas de cálculos y estimaciones, como liquidar impuestos. Ya existen hoy trabajos de asistencia legal-impositiva que son reemplazados por programas que realizan los cálculos necesarios en forma automática.

Y es esperable también, que muchos puestos de trabajo en el sector servicios estén cada vez más en riesgo con el crecimiento de la robótica de servicios y sofisticados programas de computación.  Cómo los trabajos de reparación de equipos y aparatos electrónicos, como celulares, “tablets” y computadoras, ya que éstos están siendo afectados por la disminución de los costos, en general, de artículos electrónicos cada vez más complejos. Razón por la cual ya son cada vez menos reparados y reemplazados por nuevos. Esto es particularmente alarmante dada la alta fracción de trabajadores que realizan trabajos de servicio de este tipo.

No obstante, muchos otros trabajos en el sector de servicios es probable que permanezcan no automatizados. Precisamente aquellas ocupaciones de servicios que no requieren mucha inteligencia social son susceptibles de ser automatizados. Mientras que los trabajos de servicios personales, que requieren sobre todo de inteligencia social, no se puden ni podrán automatizar.

Es claro que lo más importante hoy en día es lo que se puede hacer con lo que sabemos, en lugar de lo mucho que sabemos, o sea, la pertinencia de los conocimietnos adquiridos.

Actualmente, es mas habitual de lo deseable que muchos de los graduados recientes de la universidad se encuentren desempleados o subempleados ya que carecen de las habilidades necesarias en una economía cada vez más basada en la innovación o aplicación creativa de los conocimientos. Con el conocimiento del contenido académico convertido en una mercancía que está disponible en todos los dispositivos con conexión a Internet, la posibilidad de discernir, colaborar y resolver problemas de forma creativa son las cualidades más demandadas hoy, y serán cada vez más importante en el futuro.

El problema es que nuestro sistema educativo ha sido diseñado, principalmente, para transmitir el conocimiento del contenido. Por ello, más allá de que habrá que crear una nueva educación que apunte fundamentalmetne a las habilidadeas descriptas,  desde hoy tenemos que ocuparnos de preparar para el éxito en el trabajo del mañana; que no sólo tendrá que ver con profundos los conocimientos adquiridos, sino que mucho de ello estará relacionado con la capacidad creativa, de análisis, de anticiparse y adaptarse a lo cambios, y fundamentalmente con una notable capacidad para relacionarse con los demás.

Asimismo se les debe animar a los estudiantes, más allá del mero logro académico, a perseguir sus intereses reales, que en muchas ocasiones están latentes detrás de sus posturas propias y culturales. Y a que encaren estudios interdisciplinarios en torno a ese interés, llamado interno o vocación. La innovación ocurre en las intersecciones de las disciplinas académicas, no dentro de ellas.

Es fundamental que los jóvenes adquiran el tipo de habilidades cognitivas y creativas que les den una ventaja competitiva frente a las máquinas y la automatización. A riesgo de se consttituir la masa de desempelados y desocupados del siglo XXI. Ser creativo con los datos del conocimiento, y poseer habilidades sociales, tales como la capacidad de negociar, o persuadir; es cada vez más significativo del trabajo humano, y para ser resistente a la automatización.

No debe desdeñarse tampoco la práctica el trabajo manual. Los jardineros, por ejemplo, probablemente no tendrán que preocuparse por sus puestos de trabajo por un buen tiempo.

D.O.

Fuente:  The Global Search for Education: Education and Jobs. Posted: 04/03/2014
http://www.huffingtonpost.com/
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TRABAJO Y CIUDADANÍA. ¿EL TRABAJO DIGNIFICA?

Antecedentes:

Objetivo del T.P.: El uso correcto del vocabulario específico y la claridad en la producción escrita.  La estrategia para seleccionar información relevante. Y la actitud de responsabilidad y compromiso del alumno ante la propuesta evaluativa del docente.

Consigna: leer detenidamente el texto y contestar las preguntas finales. Revisar que las respuestas estén completas y legibles antes de entregar. Tener en cuenta ortografía y puntuación.

Texto de referencia: ¿El Trabajo dignifica? Fuente: Publicación de Humberto Maturana – http://matriztica.cl – 4 de febrero de 2011 “El trabajo dignifica al hombre” se dice. Y el trabajo ¿dignifica también a la mujer? Tal vez el trabajo dignifica al ser humano. Pero la leona que caza un antílope ¿trabaja? El pintor que disfruta pintando un cuadro ¿trabaja?; y la mujer que da de mamar a su bebé ¿trabaja? Tal vez el trabajo que dignifica es el que implica una remuneración que proporciona quién se beneficia con el trabajo de otro, en circunstancias que esa remuneración constituiría el aporte de energía que permitiría a ese otro y su familia vivir dignamente. Las personas cualesquiera sea su sexo o color quieren vivir dignamente, esto es, de una manera que no les avergüence, que no sientan que tienen que ocultar, que no les genere resentimiento social, … de una manera, en fin, en la que no vivan la amargura de faltarse el respeto a sí mismos. La historia de la humanidad ha consistido en una continua generación y transformación de mundos en los que los seres humanos como personas nos hemos hecho progresivamente más y más interdependientes en la producción de nuestros medios de subsistencia. Y esto como el resultado de un convivir en una red de servicios recíprocos con los cuales se satisfacen nuestras necesidades vitales. En fin, ¿vivimos y convivimos en un mundo que genera el flujo de energía que necesitamos todos las personas para un vivir digno? ¿Vivimos y convivimos así? ¿Vivimos y convivimos en una red de servicios recíprocos que constituyen una red de haceres, sentires, emociones y de energía necesaria para nuestro vivir digno como personas? Si vivimos así entonces tal vez no baste con decir que “el trabajo como servicio remunerado dignifica a las personas que lo realizan”; tal vez debamos decir que “el participar en el flujo de energía que remunera con la remuneración adecuada dignifica a las personas que lo hacen.” Una comunidad humana que hiciese posible ese vivir-convivir en armonía, sería una comunidad generadora de bien-estar que como una obra de arte cambiante genera y conserva continuamente la dignidad humana. ¿Será esto posible? ¿Será posible que queramos convivir así? ¿Será posible crear cotidianamente un convivir en el que el trabajo dignifique a las personas y no las sumerja en el resentimiento de saberse continuamente abusado, o en la vergüenza íntima de tener que esconder el saberse abusador? Para hacer esto o cualquier otra cosa tenemos conocimientos e imaginación creativa. Ahora bien, ¿Queremos hacerlo? Y si queremos hacerlo, ¿qué nos detiene? ¿No queremos hacerlo? ¿Por qué no queremos hacerlo?”.

Preguntas a responder:

1. ¿La actividad de la “ama de casa” es un trabajo digno? Si, No, ¿Porque?

2. En el texto que leíste, ¿A quién se refiere como el “abusado” y a quien como el “abusador”?

Un modelo sugerido de respuesta:

  1. En general se considera trabajo digno al que genera un salario digno; que sería aquel que permite ganar suficiente para que el trabajador y su familia escapen de la pobreza, no solo de forma temporal sino permanente. Por lo tanto, desde este punto de vista, el trabajo que dignifica sería el que implica una remuneración que permitiría al trabajador y su familia vivir dignamente.  Razón por la cual, y siempre de desde esta línea de reflexión, si queremos trabajar y vivir dignamente, tal vez no baste con decir que el trabajo como servicio remunerado dignifica a las personas que lo realizan; tal vez debamos decir que percibir por el trabajo la remuneración adecuada, dignifica a las personas que lo hacen. Ahora bien, según el texto estudiado, vivir dignamente también es vivir de una manera que no les avergüence, que no sientan que tienen que ocultar el trabajo que realizan, que no les genere resentimiento social. De una manera, en fin, en la que no vivan la amargura de faltarse el respeto a sí mismos. En consecuencia, desde el primer punto de vista, hacer de “ama de casa” no es un trabajo digno, ya que quién lo realiza no percibe una remuneración. Pero desde el segundo punto de vista ejercer de “ama de casa” puede ser un trabajo perfectamente digno, dependiendo de lo que sienta quien lo realice.
  2. El abusador sería quién se beneficia con el trabajo de otro (empleador), y que paga una remuneración que no permita vivir dignamente a ese otro que realiza el trabajo (trabajador), el abusado.

Fuentes: ¿El Trabajo dignifica?  Humberto Maturana. Pu.: http://matriztica.cl. ACTIVIDAD, TRABAJO y EMPLEO – TRABAJO DIGNO O DECENTE – DESEMPLEO, SUBEMPLEO y PRECARIZACIÓN DEL EMPLEO – ALIENACIÓN DEL HOMBRE POR EL TRABAJO. Pub.: http://danielolguin.com.ar/?p=3797

Calificación del Trabajo práctico Nro. 1: La nota alcanzada intenta reflejar el nivel de compromiso con la totalidad de las consignas del trabajo. Si se Respondió a las consignas del trabajo en forma completa y precisa. Y si el  trabajo no refleja la utilización del texto base en forma correcta.

Alumno: ……………………………………………………………..

Nota Académica: ………………………………….

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EL HOMBRE, UN ANIMAL CIUDADANO.

Consignas:
Palabras clave: Ser humano. Sociedad. Convención. Soledad. Supervivencia.
Texto a investigar: Síntesis del Capítulo primero: HENOS AQUÍ REUNIDOS, del libro «POLÍTICA PARA AMADOR» de Fernando Savater. Editorial Ariel S. A., Barcelona. Ps.9/13.
Problema a resolver: ¿El hombre necesita de la sociedad para ser un ser humano? ¿Por qué? ¿de qué forma?.
Estrategia metodológica de trabajo:
a. Leer con atención el texto.
b. Relacionar las palabras claves de acuerdo al texto.
c. Responder el problema investigado y fundamentar la respuesta.
Presentación: Trabajo escrito impreso por cada grupo. La extensión de la reflexión personal no excederá de una carilla.  Verificar ortografía.

 

“HENOS AQUÍ REUNIDOS
El primer paisaje que vemos los hombres al nacer es el rostro y el rastro de otros seres como nosotros. Llegar al mundo es llegar a nuestro mundo, al mundo de los humanos. Estar en el mundo es estar entre humanos, vivir en sociedad.
Esa sociedad que nos rodea, que nos irá también dando forma (formará los hábitos de nuestra mente y las destrezas o rutinas de nuestro cuerpo) no sólo se compone de personas, objetos y edificios. Está compuesta de lenguaje (el elemento humanizador por excelencia), de memoria compartida, de costumbres, de leyes…; Hay obligaciones y prohibiciones, premios y castigos.

La sociedad guarda mucha información. Y nuestros cerebros humanos, empiezan a tragar desde pequeñitos toda la información que pueden, digiriéndola y almacenándola. Vivir en sociedad es recibir constantemente noticias, órdenes, sugerencias, chistes, súplicas, tentaciones, insultos… y declaraciones de amor.

La sociedad nos estimula; pero la sociedad nos permite, además, relajarnos, sentirnos en terreno conocido: nos ampara. La sociedad se supone que está pensada por hombres como nosotros y para hombres como nosotros: podemos comprender las razones de su organización y utilizarlas en nuestro provecho. Digo «se supone» porque a veces en la sociedad hay cosas tan incomprensibles y tan mortíferas como las peores de la jungla o del mar. Sin embargo, sigue siendo cierto que lo más natural para vivir como hombres es precisamente la sociedad. No se trata de elegir entre la naturaleza y la sociedad, sino de reconocer que nuestra naturaleza es la sociedad. En el bosque o entre las olas podemos llegar a sentirnos a veces (por un cierto tiempo) a gusto; pero en la sociedad nos sentimos a fin de cuentas nosotros mismos.

Por lo tanto debemos asumir una primera contrariedad: la sociedad nos sirve, pero también hay que servirla. Cada una de las ventajas que ofrece (protección, auxilio, compañía, información, entretenimiento, etc..) viene acompañada de limitaciones, de instrucciones y exigencias, de reglas de uso: de imposiciones. Me ayuda pero a su modo, sin preguntarme cómo preferiría yo en particular ser ayudado. Y la mayoría de las veces, si me opongo a sus imposiciones o rechazo su ayuda, me castiga de un modo u otro. En una palabra: siempre estoy comprometido con la sociedad, más comprometido a menudo de lo que yo quisiera. Cuando uno se da cuenta de esto (en la niñez instintivamente primero y luego, de modo más consciente, en la adolescencia) siente irritación y ganas de rebelarse. Yo no he inventado todas esas reglas y obligaciones ni nadie me ha pedido mi opinión sobre ellas: ¿por qué tengo que respetarlas? ¿De dónde vienen? ¿Pueden ser cambiadas de forma que resulten más a mi gusto?

Llegamos a uno de los puntos importantes de este asunto. Atención: las leyes e imposiciones de la sociedad son siempre convenciones. Por antiguas, respetables o temibles que parezcan, no forman parte inamovible de la realidad (como la ley de la gravedad, por ejemplo) ni brotan de la voluntad de algún dios misterioso, han sido inventadas por hombres, responden a designios humanos comprensibles (aunque a veces tan antiguos que ya no seamos capaces de entenderlos) y pueden ser modificadas o abolidas por un nuevo acuerdo entre los humanos.

Por supuesto, no debes confundir las convenciones con los caprichos, ni creer que lo «convencional» es algo sin sustancia, que puede ser suprimida sin concederle mayor importancia. Algunas convenciones (llevar corbata para poder entrar en cierto restaurante) expresan solamente prejuicios bastante tontos, es verdad, pero otras (no matar al vecino o ser fiel a la palabra dada, por ejemplo) merecen un aprecio muchísimo mayor. Muchas convenciones  tienen efectos decisivos sobre nuestras vidas y sin ninguna convención en absoluto no sabríamos vivir.

Ahora bien, ¿No te has preguntado nunca por qué, no obstante tales convenciones,  los hombres vivimos de una manera tan complicada? ¿Por qué no nos contentamos con comer, aparearnos, protegernos del frío y del calor, descansar un poco… y vuelta a empezar? ¿No hubiera bastado con eso?

Nunca los hombres se limitan a dejarse vivir: Es evidente que lo propio de los humanos es una especie de inquietud que los demás seres vivos parecen no sentir. Tenemos un cerebro enorme que se alimenta de información, de novedades, de mentiras y de descubrimientos, y en cuanto decae la excitación intelectual, a fuerza de rutina, los más inquietos comienzan a buscar nuevas formas de estímulo. A uno le da por subir a una montaña inaccesible, éste quiere cruzar el océano para ver qué hay al otro lado, el de más allá se dedica a inventar historias o a fabricar armas, otro quiere ser rey y nunca falta el que sueña con tener todas las mujeres para él solo. La inquietud nunca falta y siempre crece.

Es que las sociedades humanas no se contentan con la supervivencia, como en las sociedades de animales, sino que ansían la inmortalidad. Y el grupo social, a diferencia de los individuos,  se presenta como lo que no puede morir.”

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