Actuar como abogado implica mucho más que simplemente conocer las leyes.
En principio, los abogados son profesionales que ha estudiado Derecho al obtener un título de grado o licenciatura en Derecho, y está capacitado para asesorar, representar y defender a personas y empresas en cuestiones legales. Sus funciones incluyen la defensa y dirección de las partes involucradas en procesos judiciales o administrativos, así como el asesoramiento y consejo jurídico.
Sin un adecuado asesoramiento jurídico muchas relaciones personales, empresariales o institucionales acabarían abocadas a la ruptura y al conflicto. En ese sentido los abogados desarrollan una importantísima labor preventiva que evita numerosos litigios.[1]
A su vez, los abogados además de actuar como intermediarios entre la ley y la ciudadanía, asegurando que los derechos de las personas sean protegidos y respetados, contribuyen a la educación jurídica de la sociedad, ayudando a las personas a comprender sus derechos y obligaciones legales.
Pero, en un mundo en constante cambio, los abogados deben también adaptarse a éstos, además de atender a las nuevas tecnologías y tendencias.
En concreto, los abogados no solo resuelven conflictos legales, sino que también deben constituirse como agentes positivos del cambio social.
En tal sentido, es importante que los abogados se adapten a los cambios sociales para seguir siendo relevantes y efectivos en un mundo en constante evolución. Y, para ello, los abogados deben superar la reticencia al cambio, propia de la cultura legal.
D.O.
[1] José Joaquín Gallardo. Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla. La importancia social de la Abogacía. https://www.icas.es/importancia-social-abogacia/