ENTREVISTA A MI PAPÁ.
Daniel Olguin nació el 16 de Agosto de 1959 en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. Allí vivía con su mamá, su papá y sus hermanos menores, y tuvo la suerte de tener cerca a su Nonna y Nonno, quienes solían malcriar a su nieto mayor. Sus padres solían estar ocupados y no supieron darle la mejor infancia, no tenían tiempo para entretenerlo, entonces él fue buscando sus formas de pasar el tiempo de la mejor manera posible y lo logró.
Si de personas completas hay que hablar, mi papá es el ejemplo perfecto. Con sus 61 años vividos, tiene más experiencias y relatos para contar que cualquier ser humano que haya conocido .Cuatro hijos, dos nietos y una esposa completan su círculo más íntimo del que disfruta siempre, sin contar a su grupo de amigos con los que se junta religiosamente todos los Sábados por la tarde.
Mi papá, más que un ser humano, pareciera ser una enciclopedia; lo digo porque del tema que le hables, siempre tiene algo para agregar. Su mente brillante y espontánea siempre dio lugar a la curiosidad y creo que no hay materia de la que no haya investigado. Es un observador nato de la vida, y tiene mucha memoria para relatar lo vivido con una dicción que atrapa en cada palabra aún más. Pero yendo a lo que nos compete, cuando escuché que la consigna a este segundo parcial era entrevistar a algún familiar o allegado para que nos cuente sus formas de entretenimiento cuando era joven, no dudé un segundo en elegir a mi papá. Un apasionado de la industria del entretenimiento que desde que tengo noción me transmite con tanta emoción. Y así es como un domingo, después del clásico almuerzo en familia, lo hice memorar sus comienzos con la radio y la televisión. Sus aliados hasta el día de hoy, que lo acompañan a cada hora.
Remontándonos a la época de los años ´60, empezó su relato contándome de lo que más disfrutaba, la televisión. Haciendo énfasis en que le gustaba mucho más ver películas que programas, me contó que en ese momento Canal 11, que ahora es Telefe, solía pasar muchas películas los sábados. Desde el mediodía hasta la tardecita. Para ese entonces, no todas las familias tenían en sus casas una televisión ya que era muy caro, pero sí la tenía su abuelo. Entonces, usualmente se pasaban todos los Sábados en su casa para hacer maratón de películas, una tras otra.
Ir al cine no era de lo más habitual para él porque no era barato, pero una vez que iba se veía una tras otra las dos o tres películas que pasaban, recuerda. Ese era su entretenimiento favorito, más que nada porque también lo compartía con su abuela, quien lo retiraba del colegio algún día de la semana a escondidas, para llevarlo al cine. Ella era una gran seguidora del cine, y al llevarlo a su nieto mayor lo utilizaba como excusa para ir más seguido… era su picardía. Recuerda congracia que siempre veían las películas que a ella le gustaban: las de amor y las de terror, que si bien las disfrutaba, Daniel recuerda como ella giraba nerviosamente los botones del saco, hasta que se los arrancaba del miedo. Y él absorbía todo, por eso hoy también le resultan familiares las series o películas viejas, emblemáticas.
En la casa de sus abuelos maternos tenían un televisor desde el año 60 y pico, y era el único en toda la cuadra. “Cuando los visitábamos los sábados y domingos me volvía loco porque podía ver muchas series. Obviamente las que se veían eran viejas, como Los Intocables, o programas argentinos que sólo podías ver si tenías tele, como el de Pipo Mancera; un programa único que se veía mucho. Y le ocupábamos la casa a los abuelos hasta que finalmente tuvimos un televisor en la nuestra.”
La televisión se inaugura oficialmente el 17 de octubre de 1951, con lo cual, era lógico que no muchos disponían en esta época de un televisor propio. Ulanovsky en su texto expresa la dificultad de acceder a la novedad del momento, por eso las estadísticas marcaban que fue en este momento el punto más bajo de rating para las emisoras, el más bajo desde el año 1960. Aparte, la Secretaría de Comercio no ayudó aconsejando a la gente a que no se compren los televisores argentinos por su alto valor monetario. (Ulanovsky, 2016)
Así todo, al llegar los `80, ya independizado de su familia y con la crianza de mi hermano y mi hermana mayor, mi papá logró comprarse su primer televisor a color en el año 1982, antes de que volviera la democracia. Un Sony blanco muy moderno. No recuerda cuánto le salió en ese momento pero sí recuerda que era una genialidad con dos antenas que proyectaba las imágenes con colores. El más parecido en la estructura es el KV-1310 de Sony, el primero de la línea de televisores color de la marca. Con el doble de brillo que los televisores anteriores, éste fue un hito que estableció la superioridad de Sony, afirma la marca.
Fascinado afirma que “La aparición de los tanques de series y películas, son espectaculares. Me permiten ver lo que quiero, lo que me interesa… lo que me sigue interesando como cuando era chico, nada más que el medio era muy distinto. Antes ponía canal 11, por ejemplo, a ver qué podía sincronizar… Cine de super acción era mi favorito o si había algún deporte también. Hoy no necesito la televisión por cable; de hecho no la miro desde que aparecieron estas plataformas”.
En cuanto a la radio, asegura haber comenzado sus mañanas y terminado las noches con la misma, aún siendo muy joven. Su abuelo había impuesto esa tradición en él y no la abandonó jamás. Lo que más le gustaba era escuchar música internacional por la noche. Especialmente el programa “Modart en la noche”, conducido en ese entonces por Pedro Aníbal Mansilla, era frecuente en su rutina. Allí pasaban música extranjera que era la que él buscaba escuchar, especialmente Los Beatles (aunque confesó que no entendía qué era lo que decían, le gustaba mucho su música). Todas las noches se llevaba la radio a la cama y la escuchaba hasta que le gritaban que tenía que ir a dormir porque al otro día tenía que ir al colegio temprano.
Muy emocionado comienza a hablar apurado recordando su primera radio, obsequio de su amado Nonno. “Era una radio transistor. Antes las radios eran a válvula, eran unas radios muy grandes. Pero el Nonno una vez me regaló una radio mínima y se la cambie; le dije que quería la de él y me dijo que podíamos hacer el cambio. Él se quedó con la chiquita que me había comprado a mí y yo me quedé con la suya. Es el día de hoy que la tengo como recuerdo en el estudio, una radio “”Spica forrada en cuero… hace no mucho la hice arreglar y anda perfecto”.
Tal como explica Müller en su texto, la aparición del transistor trajo consigo a uno de los cambios más significativos se produjeron a finales de la década de los ´50 y comienzos de los ´60s.Y si bien era de gran tamaño, como recuerda mi papá, el transistor logró reducir en tamaño a los receptores de ese entonces, volviéndose portátiles, aparte de que duplicaron su cantidad por número de habitantes, cuenta Müller (Müller, 2017).
Esta misma radio nombrada anteriormente, la usaba también para escuchar los partidos de fútbol, porque no lo dejaban ir a la cancha exceptuando cuando lo llevaba su abuelo. Y después, cuando empezó a ir a la cancha siendo más grande, se la llevaba para ir escuchando el relato de lo que estaba pasando. Hoy, la costumbre sigue intacta, y ver el partido muteado en la televisión con la radio prendida es tradición. “La radio nunca dejó de entretenerme. No tanto para informarme, porque para eso están las redes hoy, pero sí para escuchar de qué hablan. Es una gran compañía”.
Me habló también de su tocadiscos mono, que se escuchaba todo mal, pero tenía dos parlantitos que uno de ellos se lo podía llevar a su cama a la noche, al igual que la radio. Si no conseguía un programa de la radio que le guste, optaba por escuchar sus discos de vinilo que coleccionaba, entre los cuales no podían faltar los de Charly García o el flaco Spinetta. Dos artistas que siempre admiró y escuchaba muy seguido. Yo me considero bastante fanática de la música en general y es por eso que en mi casa tenemos un tocadiscos moderno, fabricado en el año 2018, que se escucha muy bien a comparación de los antiguos, y a mi papá le encanta escucharlo. Lo lleva a su época, pero reversionada.
Otro entretenimiento que era y es muy usual en sus días, es la lectura. Al terminar el colegio se hizo socio del club de lectores, una organización que pagando una cuota mensual te traían un libro por mes. Y así, fue leyendo muchos libros y, año tras año, se fue volviendo un entretenimiento esencial para él. Cada vez que puede nos hace hincapié a mi hermano menor y a mí, en que leamos, que nunca está de más y que es muy beneficioso. Disfruta mucho de comprar libros porque le gusta sentir el papel. “Yo lo escribo, lo marco, anoto cosas que me resultan interesantes… Cuando lo necesito por algo, voy y miro directamente a lo que subrayé, qué es lo que más me interesó de tal libro y me posibilita una re-lectura más rápida.”, cuenta. Agrega que hay ciertos libros que guarda con mucho cariño porque los considera de “permanente lectura de encuentra de entretenimiento”, como por ejemplo, el famoso Principito. Cuando no encuentra una serie, una película o algo que le interese para ver, agarra un libro de los que ya tiene leídos, lo abre en cualquiera de las páginas que tiene marcadas y ve qué dice. Esto logra mantenerlo un rato en un momento de reflexión sobre lo que dice, haberlo leído en distintos momentos permite obtener distintas interpretaciones y eso es lo interesante, lo que lo cautiva. “Hay libros que tengo guardados, otros regalados, otros por regalar. En la biblioteca tienen que quedarse los que uno cree que va a volver a leer o los que te hacen pensar. Los demás hay que pasarlos para permitir que otros puedan hacer su propio camino.”, opina.
Si bien le encanta el papel, mi papá no se queda atrás tecnológicamente. Hoy, mientras cursa un doctorado en derecho, me cuenta que para facilitar el material que necesita, está inscripto en varias fuentes de libros online, unas pagas y otras gratis, que lo mantienen permanentemente informado de lo que busca leer, gracias a que el algoritmo se acomodó a sus búsquedas. “Eso era impensado para mí cuando era joven. Todo intentaba buscarlo en la radio, en el noticiero, en el diario, yendo a las bibliotecas… Nunca pensé que iba a tener tanto entretenimiento al alcance de mis manos!”, dice sorprendido. Es increíble como el celular o la computadora logran captar lo que a uno le interesa y te potencia la información, sea cual fuera la materia. Esto me hizo acordar aparte de lo que dice Jenkins al referirse a la convergencia: “Existe más información sobre cualquier tema de la que nadie es capaz de almacenar en su cabeza” (Jenkins, 2008:15), y es asombroso.
Los libros eran su fuente principal de lectura. Las revistas no se compraban tanto en ese momento pero sí recuerda haberse comprado varias veces el diario Clarín para leer el aspecto deportivo, que era un suplemento. Le gustaba seguir el deporte por medio de esta lectura semanal. Luego, al ir creciendo se fue haciendo afín al diario papel y comenzó a comprárselo para una lectura más general.
Vamos llegando al final de la entrevista y mi papá reflexiona, “Aunque no tenga nada para hacer, siempre tengo algo para hacer”. Asombrado con cómo se transformaron con el tiempo las distintas formas de entretenerse y cómo antes era habitual aburrirse seguido porque no tenían todas las posibilidades que existen hoy, tales como lo son los celulares, las computadoras o mismo los cines que pasaron a ser algo más accesible, y agrega, “La verdad, es apasionante. Por lo menos para mí, que soy un curioso en ese aspecto.”
Otro día fuera de la entrevista, nos pusimos a hablar con mis papás y mi hermano mientras cenábamos, sobre cómo había cambiado enormemente las formas de entretenimiento y cómo van a cambiar aún más, luego de esta modalidad de pandemia. Yo, en lo personal, me angustié un poco de sólo pensar en que el teatro o los recitales vayan teniendo cada vez menos alcance de forma presencial, pero ahí me frenó mi mamá y me recordó que cuando comenzaron a salir los televisores o, mismo hoy, los celulares, nunca se dejó de ir al cine. Y un poco de razón tiene, pero también es verdad que el entretenimiento cambia permanentemente sus formas y si analizamos al público que viene próximamente, gran porcentaje habrán nacido en sus casas con la tecnología en sus manos, y otro gran porcentaje en unos años, habrán nacido en esta modalidad de pandemia, en la que nosotros no logramos sentirnos del todo confortables, si del entretenimiento tenemos que opinar, y para ellos va a ser lo “normal”. No pienso como Gilder, que insiste con la idea de que las computadoras no vinieron a transformar la cultura de masas, sino a destruirla, pero algo se acerca ala idea de que la tecnología va a ir perdiendo el encuentro entre dos o más cuerpos de forma presencial. Pero como menciona Jenkins, “La historia nos enseña que los viejos medios nunca muere, y ni siquiera se desvanecen. Lo que muere son simplemente las herramientas que utilizamos para acceder al contenido de los medios.” (Jenkins, 2008: 24). La convergencia es permanente e inevitable con el correr del tiempo. Las experiencias se adaptan a la sociedad y al existir esta convergencia, hace que crezcan los medios o los distintos formatos por los que se esparce el entretenimiento y esto nos genera una adicción a querer ver más.
Jerkins afirma: “En mi cuarto de estar, veo cada vez más cajas negras”, refiriéndose a todos los distintos reproductores de DVD, de juegos, consolas, etc. (Jerkins 2008: 25), y coincido. Pensar que esto fué escrito en 2008 y hoy, año 2021, siguen habiendo, y de hecho aumentaron, estas consolas o “cajas negras” en nuestra sala de estar. El entretenimiento se va a adaptando de apoco a la tecnología que avanza y va creando escenarios cada vez más sorprendentes para una experiencia más placentera y hay que aprender de lo que se viene. Estar al tanto del proceso sin final porque, queramos o no, “vivimos ya en una cultura de la convergencia.” (Jenkins 2008: 25).
De todas formas, calmo mi angustia pensando en que el entretenimiento jamás va a terminar y me quedo con la frase con la que mi papá terminó la entrevista, siendo muy optimista con todo lo vivido y lo que se viene por vivir, y compartiendo el sentimiento de seguir aprendiendo y más cuando se trata de generar entretenimiento: “La verdad, es apasionante. Por lo menos para mí, que soy un curioso en ese aspecto.”
Delfina Olguin.
BIBLIOGRAFÍA
MÜLLER, María José. (2017). “Historia y estructura de la radio argentina.”, Bogotá, Colombia.
ULANOVSKY, Carlos, ITKIN, Silvia y SIRVÉN, Pablo. (2016). “El año que vimos en color”(1980), Buenos Aires.
JENKINS, Henry. (2008) “Adoración en el altar de la convergencia, un nuevo paradigma paracomprender el cambio mediático.”,
La radio y la televisión en el año ’60
https://www.sony-latin.com/corporate/SOLA/acerca/infocorporativa/historia_productos_televisores.html