Ser feliz es una decisión.

Tomar la decisión de ser feliz; agradeciendo lo dado y lo recibido y centrándonos en lo que tenemos y no en lo que nos falta.

Las tres condiciones para ser feliz hoy: La primera es que ser feliz es una decisión. Lo que indica que la felicidad no dependerá de las cosas que nos pasan, sino más bien de la actitud con la cual enfrentamos lo que ocurre. Donde el disfrute de lo cotidiano pasa más por la mirada que tenemos de los hechos que por los hechos mismos. O sea la gente feliz hoy es la que decidió levantarse con una sonrisa en los labios aunque lleve una pena gigante en el alma. Estar conectado con el presente es fundamental para la tomar decisión de ser feliz. La segunda condición es ser agradecido. Nadie pude conectarse con la decisión de ser feliz si no es agradecido. Y ese agradecimiento alcanza necesariamente hasta lo cotidiano, asombrándonos, aprendiendo y agradeciendo todo y permanentemente. Por ejemplo, es necesario reparar en el simple hecho de despertar cada mañana, de lo que realmente significa y agradecerlo.  Estaremos agradeciendo, encontrarnos con quienes amamos quienes también despiertan; obtener la oportunidad de amar más y mejor que ayer; aprender al nuevo; y dejar una huella positiva en alguien. Entonces debiéramos despertar y levantarnos sonrientes y hasta definitivamente muertos de risa. La tercera condición es la calve para llevar lo anterior a la práctica. Debemos centrarnos en lo que tenemos y no en lo que nos falta. No es más feliz que más tiene sino el me que menos necesita.

Fuente. Pilar Sordo. “Bienvenido Dolor”.  Ed. Planeta.

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Andar ligero de equipaje.

“Cuado los orientales grafican que el apego es la mayor causa de sufrimiento humano no solo se refieren a las cosas y a los afectos en general, sino que también a los rencores y a las rabias, a las cuales califican como la mayor expresión de falta de libertad humana, ya que nos atrapa en un mundo que nos impide mirara la belleza y entonces la conexión con la paz se hace imposible” Pilar Sordo*

*Bienvenido Dolor. Ed. Planeta. 2012.

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¿Por qué sentimos angustia?

La angustia está relacionada con las expectativas y se suprime eliminando las exigencias y permeneciendo atado al presente, que es lo único que tenemos.

No es fácil, pero toda la prédica de Jesús es una invitación a acabar con la angustia através del desapego. Cuando dice que hay que ser como los niños para entrar al reino de Dios hace referencia al desapego. ¿Qué es el reino de Dios’? Un mundo sin angustias, porque es sin expectativas, sin apariencias, sin pretender ser lo que no se es. Y está en la armonía de vivir en el presente y no con la atención puesta en el resultado del hacer aunque se trate de un hacer con el propósito de obtener un resultado. H. Maturana.

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“La alegría es solo brasilera”. La felicidad no.

Estuve ese día en Brasil; ese mismo día en el que el seleccionado de Brasil sufría los siete goles. Más precisamente, cuando me senté en mi vuelo de Buenos Aires a San Pablo con el fin de presenciar a la selección Argentina contra Holanda, en una aerolínea brasilera y plena de pasajeros brasileros, Brasil estaba 0-2 abajo el tanteador. Cuando despegó el avión ya era un 0-5. Y cuando arribé a mi escala en Florianópolis, el 1-7 era final y lapidario. Y si bien el seleccionado brasileño no había demostrado ser uno de aquellos grandes equipos, el resultado me sorprendió.

Pero la amplia y más que categórica derrota del seleccionado de fútbol Brasil ante el de Alemania en la semifinal de la Copa del Mundo, que hasta podría señalarse sin temor a parecer tremendista como una catástrofe deportiva, me sorprendió sólo en principio.

Luego, durante las 72 horas que pasé en el Mundial de Futbol, encontré fundamentos de la estrepitosa caída del seleccionado brasilero que eran impensables para mí hasta ese momento; desde el punto de vista de un argentino amante del mejor fútbol y de Brasil como el más alto exponente del mismo, y también como ciudadano sudamericano que aceptaba -aunque confieso que era a regañadientes- una supuesta superioridad de una nación potencia a la que suponía condenado a admirar y hasta secundar en el marco y concierto de las naciones sudamericanas.

Y las causas me aparecieron desde más allá de lo estrictamente futbolístico. Como dice Mario Vargas Llosa en su artículo periodístico[1] -aunque yo no lo expreso en sentido potencial como lo hace el gran escritor americano – la actuación del seleccionado de Brasil es “una manifestación en el ámbito deportivo de un fenómeno que, desde hace algún tiempo, representa todo el Brasil: vivir una ficción que es brutalmente desmentida por una realidad profunda”.

Siquiera me interesa profundizar si existió o no un “milagro brasilero” como señalan las estadísticas socioeconómicas. Si en realidad existió un espejismo del crecimiento del país. Si los gastos emprendidos con motivo de la Copa del Mundial de Fútbol son un formidable ejemplo de delirio mesiánico y fantástica irresponsabilidad, como afirma el Premio Novel del Literatura.

Pero lo que sícreo es que las causas de la vergonzosa actuación del seccionado de fútbol, no está para nada lejos de la también vergonzosa actuación de sus “torcedores” dentro y fuera de los estadios. Y que dichas causas o fundamentos de tal actuación se tendrán que buscar precisamente en el comportamiento en general de un pueblo que se esfuerza en “Negar la realidad”. Y no sólo la realidad de su seleccionado de futbol.

Negar los siete tantos sufridos en la semifinal del mundial. Negar los tres tantos al quedar relegados al cuarto puesto. Negar la olvidable formación de un Brasil, que salvo Neymar, para cualquier amante de este deporte la mayoría de sus integrantes no debería vestir la misma casaca que vistieron genios del futbol. Es negar la realidad. Pero sentí que ese mecanismo, y que la utilización del mismo es algo a lo que los brasilero, torcedores y no torcedores, están muy acostumbrados. Y es la costumbre de negar todo o casi todo y además disfrazarlo de “alegría brasilera”.

Pude sentir, que no sólo se negaba una lastimosa propia realidad futbolística, entendiblepara cualquier amantre de ese deporte. Sino que también se negaba una identidad que siempre calificó no sólo al futbol de Brasil sino que también a cualquier país, equipo, e hincha de futbol. Pude ver que las casacas de los equipos contra los que se enfrentaba la selección Argentina se sucedían en cada partido en cada estadio, ciudad, en cada torcedor brasilero. Los colores de cada bandera del país rival de Argentina se suicedían en las caras de miles. Y los nombres de esos paìses fueron la ùnica arenga torcedora, y que cambiaba partido a partido. No escuche en la semifinal gritos a favro de Brasil, y los colores naranjas apagaron rotundamente el verde y el amarillo.

No esperé jamás que Brasil torciera por Argentina. Es más lo esperaba y necesitaba como demostración del espíritu de la rivalidad futbolística de nuestras diferentes culturas. Pero lo que no esperaba es que se negara la propia derrota y se la vistiera de fiesta. Negando también la propia identidad, y asumiendo otras distintas. Muy distintas. Pero todo ello de una forma muy normal, habitual.

Evidentemente, el mecanismo de negación de la realidad del brasilero no acaba y se limita en la negación de un resultado deportivo. Sino que abarca y se extiende a casi todos lo ordenes de la vida de los brasileros. El apego al espejismo de lo que se cree poseer, aparece como placebo de una realidad muchas veces dolorosa. Y sostener por siempre y ante todo el estandarte de la “alegría brasilera” ha confundido a un pueblo que cree que es feliz mientras está alegre. Y por lo tanto se esfuerza para  estar o parecer alegre todo el tiempo y a pesar de todo.

La protesta popular de miles de brasileños por el derroche manifiesto en la realización de la Copa del Mundial de Futbol, y por otras realidades escondidas y no percibidas como tales por la gran mayoría, es una muestra de que las ilusiones están cayendo y de que el sentir de muchos brasileros está en alcanzar vivir felices y no tanto ser alegres.

¡Sea bienvenida toda expresión de cambio por mínimo o incipiente que parezca!. No olvido la sensación de temor que me envolvió pensar que podemos contagiarnos de nuestros, hoy “ex rivales”.

DO.


[1] En “LA NACION”, Martes 15 de julio de 2014.
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¿Entendemos nuestra mente?

La mente controla la química, y la química controla los genes y el comportamiento.

Hay dos partes de la mente. Una parte es la mente consciente y la otra es la mente subconsciente.

La mente consciente es la última evolución en el cerebro. Se encuentra justo detrás de la frente, en la corteza prefrontal. El cerebro detrás de eso, se debe principalmente a la mente subconsciente.

Lo que es muy importante saber es que en primer lugar, las dos mentes tienen funciones diferentes. Las dos mentes no aprenden de la misma manera. Puedo enseñar a la mente consciente, pero eso no significa que la mente subconsciente aprende nada.

La mente consciente es creativa e imaginativa. Es la semilla del espíritu. Es por eso que usted es un ser humano único. Su mente consciente es usted. Es su identidad. Tiene, por definición, sus deseos, deseos, aspiraciones.

La mente subconsciente tiene poca creatividad. Es el lugar donde los hábitos y los patrones vienen. Es como una computadora. Es mucho más poderoso que la mente consciente. Un millón de veces más potente. Aprende a controlar el cuerpo y responder a nuestras experiencias. Cuando aprendemos algo complejo, el subconsciente lo recuerda como un programa. Esto es muy útil.

Poer ejemplo: todos los días, cuando nos levantamos, si no tuviéramos una mente subconsciente, tendríamos que volver a aprender a caminar! Y tal vez deberíamos aprender a caminar de nuevo ….

Fuente: http://biologyofbelief.wordpress.com/2014/07/09/do-you-understand-your-mind/
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¿Cuándo estamos haciendo política?

Como ciudadanos, debemos tomar conciencia, por un lado, de que todo lo que hacemos son siempre actos políticos con los que generamos el mundo que vivimos. Por otro lado, de que vivir democráticamente implica la convivencia en el mutuo respeto.

Debemos observar nuestros actos cotidianos y comprender que todo acto humano es hacer política en una convivencia democrática. Desde comprar el pan hasta manifestar las opiniones que tenemos, valida un modo de convivir ciudadano y por ello intrínsecamente actos políticos.

Vale preguntarnos entonces: ¿Cuales de nuestros actos políticos cotidianos demuestran un modo de convivir que respeta a los demás?

Piensa bien y saldrá bien!

DO.

Fuente: Humberto Maturana Romesín. http://www.matriztica.cl/cuando-hacemos-politica-en-una-convivencia-democratica/
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Los principios.

Todos vamos formando, según nos desarrollamos, un marco de convicciones o creencias profundas  que determinan nuestra manera de ser y orientan nuestra conducta. Elegir la solidaridad frente a la indiferencia, la justicia frente al abuso, el amor frente al odio tiene que ver con tales creencias que involucran siempre nuestros sentimientos y emociones.

Nuestra conducta, como nos comportamos, como respondemos a los estímulos, hasta losmas habituales, esta siempre regida por las creencias a los que adherimos. Pero a su vez, las consecuencias de tales comportamientos están gobernadas por “principios”  que en definitiva controlan las consecuencias de nuestras elecciones. Las creencias o valores  son  algo personal, emocional, subjetivo, y discutible. Hoy puedo sostener una creencia y mañana otras. Mientras que los principios son  universales,  impersonal, y atemporal. Un principio no cambia.

“El individuo debe asumir el 100% de la responsabilidad de su vida y sus resultados” es un principio.

Asumir el 100% de responsabilidad significa que no hay nadie más culpable de lo que suceda que yo. Y para lograr vivir tal principio debemos vigilar nuestro comportamiento, esencialmente lo que decimos y cómo lo decimos; lo que pensamos, nuestras creencias y nuestra imagen visual. Hay que eliminar de nuestro comportamiento diario el hábito de las excusas y el de siempre buscar culpables de nuestros fracasos y errores, fuera de nosotros mismos. Debemos contemplarnos en el éxito, producir resultados y no esperar que las cosas sucedan sin que hayas realizado ningún esfuerzo. Hay que sacar de nuestro vocabulario diario la expresión “no puedo”, la cual es responsable de nuestras nimiedades y detiene los esfuerzos necesarios para alcanzar metas y objetivos.

“El individuo debe tener claro el por qué está aquí. Aclarar su propósito”. Es también un principio.

Vivir este principio significanos autoevaluemos para determinar cuáles cualidades personales nos adornan, cómo disfrutamos de ellas, porque en la carrera por alcanzar el éxito lo primero que debemos despejar es que si no hacemos lo que nos gusta, será difícil alcanzarlo. Cada individuo que pretenda alcanzar el éxito debe tener una Visión global de sì mismo que alcance los siguientes aspectos: financiero, negocio y carrera, tiempo de diversión, salud y ejercicio, relaciones interpersonales, personal, y precisar cuál es el legado que quiere dejar cuando ya no esté.

Y “Creer en sí mismo”, es otro gran y básico principio.

Vivir tal principio significa desarrollar la capacidad de concentrarnos en lo que deseamos, no en lo que no deseamos. Enfócarnos solamente en los resultados que deseamos. Y mantener una expectativa positiva de que lograremos lo mejor. A la mente humana le afloran unos 50,000 pensamientos al día, y para tener éxito hay que desarrollar la capacidad de sustituir los pensamientos negativos por pensamientos positivos, ya que si permites que los negativos te abrumen, el éxito se vuelve inalcanzable. Piensa bien  y saldrá bien!

D.O.

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“Sigue tu sueño”

Sigue tu sueño[i]

Por  Jack Canfield[ii]

Monty Roberts es un amigo mío, dueño de un rancho dedicado a la cría de caballos en San Isidro, que en ocasiones me ha dejado utilizar su casa para organizar diversas actividades con el fin de reunir dinero para la gente joven que participa en programas de riesgo.

La última vez que estuve allí me presentó diciendo: Quiero contarle por qué permito que Jack use mi casa. Todo se remonta a la historia de un muchacho que era hijo de un domador ambulante que iba de una cuadra a otra, de una pista de carreras a otra, de granja en granja y de rancho en rancho, domando caballos.

Como resultado de esta vida tenía que interrumpir continuamente sus estudios secundarios. Cuando estaba a punto de terminarlos, le pidieron que escribiera una redacción que tratara sobre lo que quería ser y hacer cuando fuera mayor.

Esa noche escribió un artículo de siete páginas donde describía su objetivo: llegar a ser propietario de un rancho de caballos. Describió muy detalladamente su sueño e incluso hizo un diagrama de su proyecto, donde se veía la localización de todos los edificios, los establos y las pistas. Después trazó un plano detallado de la planta de una casa, amplia y cómoda, que pensaba levantar en el rancho de sus sueños.

Tras haber puesto toda su dedicación en el proyecto, al día siguiente se lo entregó a su maestro. Dos días después, cuando le devolvieron el trabajo, en la primera página había un gran 0 (cero) rojo con una nota que decía que fuera a verlo después de clase.

Terminada la clase, el muchacho fue a ver al maestro y le preguntó por qué le había puesto una nota tan baja.

—Ése es un sueño poco realista para un chico como tú —le dijo el maestro. —No tienes dinero, provienes de una familia nómada y sin recursos. Para tener un rancho y caballos se necesita mucho dinero. Necesitas tierra, tendrás que comprar sementales y, más adelante, tendrás que pagar los salarios al personal. No hay manera de que puedas cumplir tu sueño. Si vuelves a escribir el artículo, con un objetivo más realista, intentaré cambiar tu nota.

El chico se fue a casa y pensó a fondo en lo que le había dicho su profesor. Le preguntó a su padre qué debía hacer.

Mira, hijo —le respondió el padre—, en un asunto como éste tienes que decidir tú solo. Sin embargo, creo que es una decisión muy importante para ti.

Finalmente, tras haber pasado una semana pensando en ello, el muchacho volvió a entregarle al maestro el mismo artículo, sin haber hecho cambio alguno, y le dijo:

—Deje la nota como está y yo seguiré manteniendo mi sueño.

Monty se volvió entonces hacia el grupo, y les explicó:

—Les cuento esto porque está sentados en mi casa, en mi rancho, donde crío mis caballos.  Todavía tengo aquella redacción enmarcada sobre la chimenea.

Pero, lo mejor del cuento —añadió—, es que hace dos veranos aquel mismo profesor trajo a treinta chicos a acampar en mi propiedad durante una semana. Cuando todos se iban, el profesor reconoció que, por aquel entonces, había sido una especie de ladrón de los sueños de gran parte de sus alumnos.

—Afortunadamente —concluyó—, tú tuviste la fortaleza suficiente para no renunciar a los tuyos.

No dejen que nadie les robe sus sueños. Pase lo que pase, sigan lo que les diga su  corazón.


[i] “CHICKEN SOUP FOR THE SOUL”. 1993, Jack Canfield and Mark Victor Hansen. Published under agreement with Health Comunications Inc., Deerfield Beach, Florida, U.S.A. Edición digital: Enero 2008. Scan: Adrastea. Corrección: Ignacio C.
[ii] Jack Canfield (www.jackcanfield.com) es autor de la serie de libros Chicken Soup for the Soul, número uno de la lista de best sellers de The New York Times. Es uno de los maestros que participan en la película y en el libro El secreto. Es fundador y presidente de Self Esteem Seminars y de The Canfield Group, que capacitan a empresarios, líderes corporativos y gerentes en el logro de sus objetivos personales, profesionales y financieros. Lleva más de treinta años enseñando los principios de la ley de la atracción en empresas, organismos de gobierno y universidades de más de treinta países. En la actualidad vive con su familia en Santa Bárbara, California.
Jack Canfield es un verdadero experto de la conducta humana, pero sobretodo, un experto en el estudio del éxito, razón por la cual es buscado con frecuencia por ejecutivos empresariales, líderes gubernamentales, educadores, profesionales, etc., para que les provea de sus modernas fórmulas para alcanzar el éxito. Esas fórmulas fueron plasmadas en el 2005 en su libro titulado “Los Principios del Exito”.
El principio No.1 que plantea Canfield en su libro expresa que “el individuo debe asumir el 100% de la responsabilidad de su vida y sus resultados”, lo que significa que no hay nadie más culpable de lo que suceda que yo. Para lograr asumir esa responsabilidad nos aconseja vigilar nuestro comportamiento, esencialmente lo que se dice y cómo lo dices; lo que piensas y tus creencias conscientes como inconscientes; y tu imagen visual. Hay que eliminar de nuestro comportamiento diario el hábito de las excusas y el de siempre buscar culpables de nuestros fracasos y errores, fuera de uno mismo. Si te rodeas de personas negativas terminarás siendo igual que ellas, debes contemplarte en el éxito y para ello debes ser creativo, producir resultados y no esperar que las cosas sucedan sin que hayas realizado ningún esfuerzo. Hay que sacar de nuestro vocabulario diario la expresión “no puedo”, la cual es responsable de nuestras nimiedades y detiene los esfuerzos necesarios para alcanzar metas y objetivos que nos lleven al éxito.
Otro principio que menciona Canfield en su libro es el que expresa: “Ten Claro el por qué estás aquí” (Aclara tu propósito). Hay personas que viven sin objetivos, sin metas, sin propósitos en la vida, que buscan a otros como responsables de sus desgracias pero que no han hecho absolutamente nada para alcanzar siquiera una meta que se hayan trazado. Exhorta Canfield a que nos autoevaluemos para determinar cuáles cualidades personales nos adornan, cómo disfrutamos de ellas, porque en la carrera por alcanzar el éxito lo primero que debemos despejar es que si no haces lo que te gusta, será difícil alcanzarlo. Aconseja Canfield que cada individuo que pretenda alcanzar el éxito debe tener una Visión que alcance los siguientes aspectos: financiero, negocio y carrera, tiempo de diversión, salud y ejercicio, relaciones interpersonales, personal, y precisar cuál es el legado que quiere dejar cuando ya no estés.
Un principio destacado es el que estimula a “Creer en ti mismo”. Dice Canfield que a la mente humana le afloran unos 50,000 pensamientos al día, y para tener éxito hay que desarrollar la capacidad de sustituir los pensamientos negativos por pensamientos positivos, ya que si permites que los negativos te abrumen, el éxito se vuelve inalcanzable.
Hay que desarrollar la capacidad de concentrarse en lo que uno desea, no en lo que no deseas. Dice Canfield: “Enfócate solamente en los resultados que deseas. Siempre mantén una expectativa positiva de que lograrás lo mejor”.
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Nuestro camino,…¿tiene corazón?

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Preparemos a los niños para este mundo educando su mente y su corazón.

Un estudio a sobre de 270.000 estudiantes ha revelado que los programas que contienen un aprendizaje social y emocional mejoran las habilidades de las personas en su entorno y su desempeño en general, presentando una mejora en sus evaluaciones académicas del 11%.

Dalai Lama Centre // Educate the Heart

La fundación Dalai Lama Center For Peace y la agencia Gian Ant, se unen para crear esta animación que pretende crear conciencia de la importancia de enseñar desde temprana edad valores como la tolerancia, bondad y aceptación a nuestros niños.

Haz click en este interesante video (no necesitarás saber demasiado inglés para comprenderlo):  Educando el corazón.

Piensa bien y saldrá bien!

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