¿Podemos saber con alguna certeza lo que tendrán que enfrentar en su vida laboral los niños y niñas que comenzaron la escuela este año y que se van a jubilar en el 2075 y aún más allá?
En un mundo donde cambios importantes suceden en horas, no creo poder siquiera arriesgar alguna opinión. No obstante, creo que sí podemos aseverar que ellos harán tareas que aún no están inventadas.
Por lo tanto, la educación actual no alcanza para formarlos.
Considero entonces, que es totalmente equivocado seguir creyendo que podemos continuar pensando de la misma forma sobre la educación.
Seguramente los hombres y mujeres del este siglo necesitarán pensar y actuar de forma creativa. Que sean capaces de identificar problemas nuevos, variables, y encontrar soluciones distintas.
Pero aún más, ellos necesitarán gestionar sus emociones, regular de sus impulsos; desarrollar la atención plena, la empatía y el afecto; adquirir herramientas para la solución de conflictos por vía no violentas; y asumir definitivamente el sentido de unidad de la humanidad.
La educación actual debería incluir entonces, además de profundos conocimientos académicos, el aprendizaje de habilidades emocionales y sociales, incluyendo una firme preocupación ética, entendiendo como tal a la preocupación por las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre los demás.
Habilidades emocionales y sociales que no van, para nada, en detrimento de los contenidos académicos fundamentales en lectoescritura, en cálculo matemático, su pertinencia y aplicación.
¡Piensa bien y saldrá bien!
D.O.
Fuentes: