Estamos nadando en una marea de cambios significativos en los que “lo virtual” es solo una parte de los mismos, la tecnológica; y aún no hemos visto el punto más alto de desarrollo de esta “nueva ola”. Pero nos llegará en la forma y con la fuerza de un “Tsunami”. Nosotros, “los mayores”, tenemos la opción de salir a buscar la ola al medio del mar para intentar flotar en ella; o esperarla, y dejar que ésta nos arrastre y ahogue en nuestras obsoletas y rígidas costas de aparente seguridad . En cambio, “los menores” que supuestamente estamos educando para que puedan surfear en ese nuevo escenario, no tienen las mismas opciones y dependen en gran medida de la elección que los adultos hagamos hoy al respecto.
En los próximos 30 años, según la UNESCO1, más personas en el mundo se graduarán del sistema educativo, que el total desde el principio de la historia. Lo que puede parecer un éxito de la educación de nuestros tiempos. Pero ya hoy los títulos parecen no tener el valor que tenían. Hasta mediados del siglo pasado si tenías un título obtenías un trabajo; y si no tenías un trabajo era porque no querías. Pero ahora los jóvenes con títulos necesitan una maestría para el trabajo que antes requería un bachillerato. Y un doctorado donde antes hacía falta un título de grado. En realidad este “proceso de inflación académica”2 indica que toda la estructura de la educación, tal como la conocemos, se está moviendo bajo nuestros pies.
Pero además pensemos en los niños y niñas que comenzaron la escuela este año y que se van a jubilar en el 2075. En un mundo donde los cambios importantes suceden muchas veces en horas, ¿podemos saber con alguna certeza lo que sucederá en el mundo en los próximos 5 años?, ¿podemos hacerlo acerca de lo que tendrán que enfrentar esos niños en su vida laboral?. Estimo que no. En cambio, creo que sí podemos estar seguros de dos cosas: Que los niños de ahora harán trabajos que aún no están inventados. Y que con la educación actual no alcanzará para formar a los futuros hombres y mujeres para que se desarrollen exitosamente en ese “su” mundo.
De allí que se puede decir que la crisis de la educación actual ya no proviene de la deficiente forma en que la educación cumple con los objetivos sque tiene asignados, sino, mas grave aún no sabemos que finalidad debe cumplir y hacia donde efectivamente orientar sus acciones.3
Observemos a los sistemas educativo del mundo actual. Estos se basan en la idea de “habilidad académica” que data de antes del siglo XIX cuando no habían sistemas educativos, y que surgieron para cumplir con las necesidades laborales de la industrialización del mundo de esa época. No de la actual ni de la que se aproxima.
No obstante, la idea de “habilidad académica” ha llegado a dominar nuestra visión de la inteligencia. Y la consecuencia es que muchas personas talentosas, brillantes y creativas piensan que no lo son, porque aquello para lo que eran buenos, no fue valorado o incluso fue estigmatizado en su paso por la escuela.
Concretamente, los sistemas educativos basados en la idea de “habilidad académica”, ahogan y marginan el talento y la creatividad con los que nacemos. El resultado es que estamos educando a la gente para que dejen sus capacidades creativas. Y las economías del futuro necesitarán para prosperar, más que de hombres y mujeres educados. Fundamentalmente necesitarán de hombres y mujeres que piensen de forma creativa.
Es cierto que en la actualidad, cada sistema educativo del mundo intenta reformarse, pero no es suficiente porque las reformas sólo están mejorando un modelo obsoleto. Lo que se necesita una revolución en la educación, no una mera evolución. La educación que necesita el mundo en el que vivirán los niños y jóvenes de hoy, tiene que ser transformada en algo más, no en algo mejorado de lo mismo.
Por lo tanto uno de los verdaderos desafíos de nuestro tiempo es innovar en la educación. Lo que no es fácil porque significa dejar de hacer algo que las personas se esfuerzan en seguir haciendo; significa desafiar cosas que pensamos que son obvias. Pero ya no podemos darnos el lujo de seguir por el mismo camino. Puede que nosotros no veamos el futuro que les espera a los niños que intentamos educar, pero ellos sí lo van a ver, y nuestro trabajo es ayudar a que ellos hagan algo de ese futuro.
D.O.