La mentira hace referencia a situaciones en las cuales decimos algo en circunstancia de que sabemos, en el momento en que lo decimos, que lo que estamos diciendo no es válido. Que es mentira. O sea que, cuando digo “Te Mentí”, quiere decir que en el momento en que te dije lo que te dije, podía afirmar que no era válido, aunque yo decía que era válido. La mentira ocurre en el momento en que ocurre. Miento cuando miento.
El error es diferente. El error ocurre después del momento en que dije lo que dije. Porque pensaba, en aquél momento -cuando lo dije- que era válido, pero me doy cuenta luego, por tales o cuales circunstancias, que no, que en realidad me había equivocado. Por ello, cuando digo “Discúlpame, me equivoqué, cometí un error”, quiere decir que viví la experiencia que viví como válida en el momento de vivirla, y es solamente después, en relación con otra experiencia, es que pude calificarla como un error.
Tener presente esta diferencia es importante por las consecuencias que produce.
Cuando me disculpo por un error, lo que pido, es que se me reconozca mi honestidad, porque fui honesto al actuar como actué. No sabía que estaba equivocado. Y si bien la disculpa del error no deshace lo que hice o dije, me permite aprender de todo ello. Ademas de generar confianza con quien estoy disculpándome.
En cambio, en la disculpa ante una mentira estoy haciendo otra cosa. Como la mentira es una afirmación hecha en el intento de manipular a otro, cuando pido disculpas por una mentira estoy reconociendo mi deshonestidad. Y, en el mejor de los casos, prometo no mentir más. Ahora bien, respecto de ser confiable para aquél a quien le mentí, lo que puedo esperar, es iniciar una relación nueva desde cero. La anterior habrá quedado definitivamente atacada y herida de muerte por el uso de la mentira.
La falta de confianza y el dolor consecuente se nos genera cuando quien creemos que no debería fallarnos nos falla. Quien no debería mentirnos nos miente. Pero, más aun o peor aún, cuando aquél en quien volvimos a confiar una vez, porque aceptó habernos mentido y no volver a mentirnos, lo hace nuevamente. Podemos entonces llegar incluso a no confiar en nadie ni nada, con lo terrible que ello puede ser para cualquier persona y también para cualquier sociedad.
Entiendo la estupidez como estrechez de miras y que estúpido es aquél que tiene en cuenta solo un punto de vista: el suyo. Y encuentro que cuando los estúpidos son además políticos, en ellos se dan características distintivas esenciales: que no reconocen errores porque “no se equivocan” y que, cuando pareciera que piden disculpas por un error, en realidad, están encubriendo una mentira.
Al respecto, creo necesario precisar, que tal como lo hizo el presidente de la nación Alberto Fernandez, el LAMENTARSE de algo que ocurrió y afirmar que no va a volver a ocurrir, NO ES PEDIR DISCULPAS por un error cometido. Tampoco lo es admitir que se debió haber tenido más cuidado para que eso que ocurrió, no ocurriera. En concreto, nunca pidió disculpas por un error.
En este caso, lamentablemente dado el cargo que ejerce y que por ello debiera merecer la mayor confianza de quienes representa, estamos ante un político ejerciendo las mas palmaria estupidez.
Sea porque se esté percibiendo a sí mismo como que no comete errores, o como que está por encima de toda obligación de pedir disculpas, o porque esté intentando encubrir una mentira, todo, en definitiva conforma el ejercicio de la estupidez. Lo que en política es imperdonable. pero además tremendamente perjudicial a la confianza necesaria para llevar adelante un convivencia democrática.
Ahora bien, como considero que entre todos los saberes posibles que las personas podemos adquirir, existe al menos uno que es imprescindible que es el saber que ciertas cosas nos convienen y otras no.
Ese saber, es saber distinguir entre lo bueno y lo malo. Lo que en ocasiones no resulta sencillo porque lo malo parece a veces más o menos bueno y lo bueno en otras tiene apariencias de malo. Una confusión en la que los políticos estúpidos -sin distinción partidaria alguna- son generalmente exitosos tanto en crearla como en relatarla.
No obstante, como sea, aunque debamos hacer un trabajo consciente para lograrlo, las personas podemos optar por lo que nos parece bueno y conveniente para vivir mejor. Por ejemplo, estamos cerca de volver a elegir representantes y por lo tanto políticos.
Entonces, podemos optar por lo que mas nos conviene y, en su caso, optar por no elegir a políticos estúpidos .
Además, fundamentalmente, podemos optar por iniciar nuevas relaciones de confianza con quienes nos representan políticamente. Confianza que resulta esencial para poder seguir conviviendo democráticamente. Ni más ni menos.
Piensa bien y saldrá bien!
D.O.