“…, los afanes por cumplir con un currículo preestablecido basado en contextos diferentes al nuestro y atendiendo a políticas e intereses que distan mucho de las necesidades prioritarias de nuestros pupilos, han puesto a el docente y los estudiantes en bandos distintos en los cuales también se genera un permanente conflicto, y se va construyendo un muro frio e irrompible que en nada ayuda a fortalecer el tejido social…” Ruth Esperanza Fagua*
Adhiero a lo expresado por la colega educadora sobre la existencia de dos bandos determinados por herramientas caducas del sistema educativo actual. Pareciera ser que no terminamos de comprender que si bien el fin fundamental de la educación es ayudar a los niños a aprender, la base de la educación es precisamente la relación entre los niños y sus educadores, y que todo depende de lo fructífero y eficaz que sea ese vínculo. Si esa relación falla, todo falla.
Es más, educar implica un proceso en el que el niño alumno se trasforma en un tipo u otro de ser humano según las emociones y actuaciones vividas en sus relaciones con sus educadores. No solo la transformación del niño en ser humano estará fuertemente orientada por la manera de vivir de la persona que actúe como educador. Sino que el tipo de ser humano que llegará a ser tendrá que ver con ese espacio de relación o de convivencia con el educador en el que el niño adquiere las habilidades que se necesitan para vivir.
Los niños aprenden a vivir cualquier tipo de vida que viven y en cualquier espacio de relaciones que les toque convivir. Y la emocionalidad que viven de niños es conservada cuando adultos para armar sus propios espacios psíquicos.
Es importante prestar atención a que nuestro modo de vivir como seres humanos. Ese vivir actual está determinado no solo por el conocimiento o los tipos de argumentos racionales que podemos haber acumulado a lo largo de de la vida, sino, fundamentalmente, por la emocionalidad que aprendimos a vivir de niños.
Creo que educar es la dinámica de llegar a ser un ser humano responsable, socialmente consciente y que se respeta a sí mismo, y por lo tanto capaces de reflexionar sobre cualquier cosa, de adquirir cualquier conocimiento, en definitiva de hacer cualquier cosa.
Esa es tarea de los educadores. La de crear el espacio de convivencia que llevará al niño estudiante a llegar a ser un ser humano.
Piensa bien y saldrá bien!
D.O.