Tenemos el poder de hacer y de no hacer.

«Tanto la virtud como el vicio están en nuestro poder. En efecto, siempre que está en nuestro poder el hacer, lo está también el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no, lo está el sí, de modo que si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará también cuando es vergonzoso, y si está en nuestro poder el no obrar cuando es bello, lo estará, asimismo, para no obrar cuando es vergonzoso»

Aristóteles, Ética para Nicómaco.

Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.) fue un filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios. Aristóteles escribió cerca de 200 tratados —de los cuales sólo nos han llegado 31— sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología. Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de categoría, sustancia, acto, potencia, etc. Algunas de sus ideas, que fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del sentido común de muchas personas. Aristóteles fue discípulo de y durante los 20 años que estuvo en la Academia de Atenas, luego fue maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia, y finalmente fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte.
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Para mis pares, los adultos: Reflexiones de un juez de menores


Emilio Calatayud Pérez, es Juez de Menores en Granada, España, y es famoso por sus sentencias curiosas, ejemplares y basadas en la educación más que en el mero castigo:

Como condenar a aprender a leer y escribir, y a terminar estudios abandonados. Impartir de clases de informática a estudiantes a un joven que habían hackeado varias empresas. Realizar  servicios a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin permiso. Dibujar un cómic de 15 páginas, en el que cuenta la causa por la que le

condenaban. Visitar el servicio de traumatología del Hospital Granada por conducir un ciclomotor sin seguro. Para un joven que circulaba borracho, visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias para elaborar más tarde una redacción. Trabajar con los bomberos por haber quemado papeleras. Trabajar en un centro de rehabilitación por haber acosado de una anciana. Trabajar en una tienda de juguetes por haber robado ropa.

El éxito de las sentencias dictadas por Calatayud lo demuestran las cifras: en Granada, la delincuencia se ha reducido un 8%. Y el 90% de los menores condenados a estudiar, o a terminar los estudios lo han conseguido; Asimismo, jóvenes condenados a asistir a hospitales se han convertido en voluntarios.

Pero también ha podido verificar que ya no sólo cometen delitos los chicos de clases marginales sino también cometen delitos gente normal y gente media, a veces por llamar la atención.

En su libro “Reflexiones de un juez de menores”, publicó el siguiente decálogo sobreeducar a nuestros hijos con riesgo de crear un delincuente.

1.    Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2.    No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3.    Cuando diga palabrotas, festéjeselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4.    No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5.    Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6.    Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.

7.    Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.

8.    Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9.    Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.

10.    Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.

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La Moral

Se conoce como “Moral” a las normas que regulan el comportamiento humano. Y se puede decir que un comportamiento es moralmente aceptable cuando se ajusta a lo prescrito por ese conjunto de normas morales.

Entonces la norma moral parece imponer y obligar al individuo a tener un comportamiento determinado, y su desobediencia o incumplimiento implicará una desvalorización moral.

La moral le puede ser impuesta al individuo tanto desde fuera, como también puede ser la persona misma las que se la impone racional y libremente. Y es en este caso, que cuando la persona se aparta de la norma a la que ha adherido, es avisado por lo que conocemos como “la voz de la conciencia”.

Comos sea, siempre que hablamos de moral hay que tener en cuenta que su validez depende de la aceptación que cada sujeto haga de ella. Pero además que no existe una moral universalmente aceptada. No existe unanimidad al hablar de moral.

Dentro de una misma cultura o grupo social nos encontramos con personas con distintas opiniones morales. Además los contenidos morales pueden variar a lo largo del tiempo, de unas épocas históricas a otras. Civilizaciones ya desaparecidas, como la azteca, practicaban los sacrificios humanos, los griegos aceptaban y se aprovechaban de la esclavitud. A su vez, en un mismo momento histórico pueden variar los contenidos morales de unas culturas a otras; actualmente en los países islámicos las mujeres están en una situación de subordinación con respecto al hombre.

Las normas morales son necesarias porque el ser humano tiene la capacidad de elegir, y necesita de normas que le orienten a la hora de tomar sus decisiones. El ser humano, además de los instintos o pautas innatas de acción (que comparte con los animales) posee la capacidad racional que le permite imaginar más de una alternativa de acción y puede prever las consecuencias de sus acciones. Así pues, al contrario que los animales, el ser humano posee un comportamiento libre. Pero que el ser humano sea libre no lo convierte sin más en un ser moral.

Los seres humanos realizamos muchas acciones de muy distintos tipos. Algunas son inconscientes como la digestión, otras son mecánicas como andar o vestirse, otras necesarias como respirar o comer. Algunas acciones no son necesarias, pero son libres y también conscientes aunque no significativas como ir al cine o bailar. Y otras como hacer nuestras  tareas, pintar una casa o arreglar los frenos de una bicicleta requieren el conocimiento y aplicación de normas que determinan mi relación con las cosas pero no con las personas. Estas acciones están sometidas a normas técnicas. Pero ninguna de estas acciones son acciones morales. Todas carecen de alguna de las característica que hace que una acción sea moral.

Para que una acción o elección sea moral ha de ser libre, pero también es necesario que directa o indirectamente afecte a otras personas o al medio en que éstas se desenvuelven. Por lo tanto no se puede hablar de moral y normas morales si no vivimos en algún tipo de sociedad.

En conclusión una acción es moral cuando es voluntaria, es decir libre y consciente. Exige la relación con otros seres humanos, dado que tiene consecuencias para los demás. Y está sometida a normas morales (no técnicas).

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Reflexionemos sobre la situación del Japón

Japón vive momentos de extrema gravedad.

No obstante, el terremoto, el tsunami y la crisis nuclear, han servido para exteriorizar el admirable comportamiento del ciudadano japonés.

La cultura de prevención quedó demostrada minutos antes de la tragedia cuando fueron utilizados todos lo medios posibles para anunciar la catástrofe que se avecinaba. Altavoces, radio, televisión, correos electrónicos y hasta  celulares fueron empleados para advertir a la población del peligro. Sin embargo, el embate marino fue mucho más pavoroso que lo imaginado causando miles de víctimas.

Luego del cataclismo, la ejemplar actitud de la población se manifestó en cada una de sus acciones. A pesar del comprensible temor, jamás se perdió la calma, el orden y la reacción serena y meditada.

La conducta cívica de los  damnificados siempre estuvo de presente a pesar de la angustia, la sed y el hambre. En medio del desastre, sin policías, ni leyes, no hubo el menor indicio de  saqueo, pillaje, vandalismo, ni acciones violentas.

A todo ello debe añadirse el elevado espíritu solidario que incluyó también a los grandes centros comerciales que pusieron a disposición de todos sus productos en forma racionada y a precios rebajados.

¿Que podemos aprender del desastre que vive el pueblo japonés?

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Comenzar con una sonrisa, es un muy buen comienzo.

“Había una vez un desalentado hombre de pie al lado de una carretera. Una mujer que pasaba por ahí sintió simpatía por él y le dedicó una sonrisa. El hombre, animado por esa inesperada sonrisa decidió entonces escribirle una carta a un viejo amigo con el que hacía mucho tiempo que no hablaba. El amigo se emocionó tanto al recibir la carta que le dio 10 pesos a un mendigo que se encontró por la calle. Ese mismo día, un poco más tarde, el mendigo encontró un cachorro abandonado tiritando en un callejón, usó el dinero para comprarle comida y se lo llevó con él para entrar los dos en calor frente a una fogata. El perrito siguió al mendigo y al caer la noche llegaron frente a una casa con un amplio porche. Pidieron permiso para pasar la noche a la familia que allí vivía porque se avecinaba una tormenta. La familia estuvo de acuerdo y se fueron todos a dormir. De madrugada unos incesantes ladridos del cachorro despertaron a todos. Al buscar la causa de los ladridos se dieron cuenta de que la casa estaba en llamas justo al lado de la habitación del más pequeño de la familia. Fueron capaces de salvar al niño justo a tiempo que creció hasta convertirse en un famoso médico que descubrió un tratamiento para la malaria y acabó salvando millones de vidas. Y todo esto comenzó con una simple sonrisa.”

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Teoría de los valores

“Sólo sentiremos pesar al hacer algo incorrecto cuando el valor en cuestión es parte de nuestro ser”

Se define habitualmente a los valores como convicciones profundas de los seres humanos de que algo es preferible y digno de aprecio, que determinan su manera de ser y orientan su conducta.

A lo largo de su vida, las personas adhieren a valores de distinto tipo, lo cual es parte de su desarrollo y libertad personales. Y también permanentemente en nuestra vida diaria reaccionamos de manera positiva o negativa frente a lo utilizamos, vemos , hacemos u oímos.  Decir que valoramos una cosa (objeto, conductas, personas) es asumir actitudes positivas o negativas frente a ellas.

Por ejemplo elegir la solidaridad frente a la indiferencia, la justicia frente al abuso, el amor frente al odio, es valorar, pero además y según esa valoración que hacemos, vamos conformando una manera de ser, toda vez que los valores de una persona están directamente relacionadas con sus actitudes y conductas.

Si los valores son las creencias o convicciones que tiene una persona para preferir una cosa sobre otra, su actitud será la disposición a actuar de acuerdo a ellos. Y a su vez las actitudes se expresarán en sus comportamientos y opiniones (conductas) que se manifiestan de manera espontánea.

Entonces, los valores más importantes de la persona formarán parte de su identidad y orientarán sus decisiones frente a sus deseos e impulsos.

Ahora bien, cada persona construye su propia escala de valores. Esto quiere decir que las personas preferimos unos valores a otros. Y a su vez los valores se jerarquizan por criterios de importancia, y también el nivel de importancia de los valores dependerá de cada persona en particular.

Ello es así toda vez que los valores se aprenden desde la temprana infancia y cada persona les asigna un sentido propio, de acuerdo a sus experiencias, conocimientos previos y según su desarrollo intelectual y emocional, construye un sentido propio de los valores.

Por ello, aunque a todos nos enseñen que la honestidad es algo deseable, y aunque todos lo aceptamos como cierto, la interpretación que haremos de este valor, el sentido que le encontraremos en nuestra vida, será diferente para cada persona.

Además los valores y su jerarquización pueden cambiar a lo largo de la vida. Porque los valores están relacionados con los intereses y necesidades de las personas a lo largo de su desarrollo. Los valores de los niños pequeños están definidos en buena medida por sus necesidades de subsistencia y por la búsqueda de aprobación de sus padres: sustento biológico, y amor filial. Los jóvenes guían sus valores personales por su necesidad de experimentación y autonomía, amistad, libertad. Mientras que en la edad adulta se plantean nuevas prioridades: salud, éxito profesional, responsabilidad. Asimismo, algunos valores permanecen a lo largo de la vida de las personas.

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Identifiquemos los Valores positivos

“Vivimos en una sociedad que conoce el precio de todas las cosas pero el valor de ninguna.[i]

Si bien entendemos los valores como aquellas creencias o convicciones que tenemos como individuos o como grupo sobre el cual realizamos elecciones y formulamos juicios.  Debemos ocuparnos fundamentalmente en aquellos valores o cualidades positivas que permiten mejorar la calidad de vida en procura del desarrollo pleno como persona.

Porque es a partir de que tales cualidades son asimiladas y  operativas  se convertirán en Virtudes, que permiten responder adecuadamente a cualquier estímulo diario disfrutando la experiencia, por menor y habitual que sea .

En cada momento de nuestra vida diaria nos vemos en la necesidad de elegir, y en cualquier situación, conducta, o acto concreto, podemos encontrar valores. Decidimos estudiar ahora y descansar luego. Ir al cine y no ver TV. Seguir una carrera universitaria o aprender un oficio. Usar el cabello largo o corto. azul. Tomar el camino mas largo y agradable y no el otro mas corto pero peligroso. Escogemos la lectura y el deporte, y no las drogas adictivas. Y mil circunstancias mas.

Nos vemos entonces obligados a valorar mas unas cosas que otras. Y valoramos según nuestras preferencias personales, o según la moda, o de acuerdo a las cualidades positivas trascendentes, según el caso que se trate.

Pero en muchos casos no tenemos noción de ello. Y en consecuencia, no  identificamos los valores o cualidades que han estado en juego en las decisiones o acciones que emprendemos. Por lo tanto no alcanzamos a tener claro cuales son nuestros valores y mucho menos cuales son los necesitamos incorporar para nuestro bien.

Es importante entonces que aprendamos desde jóvenes, a identificar los valores desde un punto de vista cualitativo de la vida. Que es atender a la calidad más que a la cantidad en todas nuestras  actitudes y acciones.

En una sociedad donde es frecuente confunde ¿cuando cuesta?” con “¿cuanto vale?”, es importante que podamos aprender desde jóvenes a identificar los valores desde un punto de vista cualitativo de la vida. Que es atender a la calidad más que a la cantidad en todas nuestras  actitudes y acciones.

Una persona con una visión cualitativa de la vida se rige por los valores y privilegia la enseñanza que le queda de lo que hace.  Mientras que la persona que tiene una visión cuantitativa de la vida se rige sólo por el interés. y privilegia las cosas y el beneficio o el provecho que le da lo que hace.

Una persona que posee una visión cualitativa de la vida se interesa y buscar beneficiarse siempre en función de sus valores. Por ejemplo, un día de pesca, para el que tiene una mirada cuantitativa de la vida primordialmente significa cuánto pesca. Mientras que para quien tiene una mirada cualitativa de la vida, significa también el tiempo compartido con amigos, el mate, el paisaje, la experiencia al aire libre.

Tengamos presente, que siempre tenemos una mirada de la vida, cualitativa  o cuantitativa. Pero también quer podemos elegir como mirar.

Daniel Olguin.


[i]“El hombre conoce el precio de todas las cosas pero el valor de ninguna”. Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde. Novelista, poeta, crítico literario y autor teatral de origen irlandés.   Nació el 16 de octubre de 1854, en Dublín y estudió en el Trinity College de esa ciudad. De joven solía participar en las reuniones literarias organizadas por su madre. Más tarde, siendo estudiante de la Universidad de Oxford, destacó en el estudio de los clásicos y escribió poesía; ganó el prestigioso premio Newdigate en 1878, y convirtió el estilo bohemio de su juventud en una filosofía de vida. Se casó con una mujer irlandesa muy rica, Constance Lloyd, con la que tuvo dos hijos. A partir de entonces, se dedicó exclusivamente a la literatura. En 1895, en la cima de su carrera, se convirtió en la figura central del más sonado proceso judicial del siglo, que consiguió escandalizar a toda la mojigata clase media de la Inglaterra victoriana. Wilde, que había mantenido una íntima amistad con lord Alfred Douglas, fue acusado por el padre de éste, el marqués de Queensberry, de sodomía. Se le declaró culpable en el juicio, celebrado en mayo de 1895, y, condenado a dos años de trabajos forzados, salió de la prisión arruinado material y espiritualmente. Pasó el resto de su vida en París, bajo el nombre falso de Sebastian Melmoth. Si bien, durante muchos años, el nombre de Oscar Wilde sobrellevó el estigma impuesto por la puritana sociedad victoriana. En la actualidad ha sido reconocido como un brillante crítico social, y sus obras mantienen una vigencia universal. Wilde Se convirtió al catolicismo el 30 de noviembre de 1900, poco antes de morir de meningitis.
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Unos minutos de reflexión: podemos cambiar si lo deseamos.

“Debemos convertirnos en el cambio que buscamos en el mundo” Gandhi)[1]


[1] Mohandas Karamchand Gandhi (Porbandar, 2 de octubre de 1869, Nueva Delhi, 30 de enero de 1948). Abogado, pensador, Político indio. Recibió el nombre honorífico de Mahatma (nombre compuesto que sánsctrito e hindi significa majā ‘grande’ y ātmā ‘alma’). Desde 1918 figuró abiertamente al frente del movimiento nacionalista indio. Instauró métodos de lucha social novedosos para la época como la huelga de hambre y en sus programas rechazaba la lucha armada y predicaba el “aimsha” o camino de la no violencia como medio para resistir al dominio británico. Pregonaba la total fidelidad a los dictados de la conciencia, llegando incluso a la desobediencia civil si fuese necesario. Además, bregó por el retorno a las viejas tradiciones indias. Lideró la “marcha de la sal”, una manifestación a través del país contra los impuestos a que estaba sujeto este producto. Encarcelado en varias ocasiones, pronto se convirtió en un héroe nacional. En 1931 participó en la conferencia de Londres, donde reclamó la independencia de la india. Gandhi y su esposa Masturba fueron encarcelados: ella murió en la cárcel, en tanto que él realizaba veintiún días de ayuno. Una vez conseguida la independencia, Gandhi trató de reformar la sociedad india, apostando por integrar las castas más bajas (los shudrá o ‘esclavos’, los parias o ‘intocables’ y los mlecha o ‘bárbaros’), y por desarrollar las zonas rurales. Desaprobó los conflictos religiosos que siguieron a la independencia de la india, defendiendo a los musulmanes en territorio hindú, siendo asesinado por ello por un fanático integrista indio, el 30 de enero de 1948   a la edad de 78 años. Sus cenizas fueron arrojadas al Río Ganges. Sobre economía política pensaba que ni el capitálñ debería ser considerado más importante que el trabajo ni que el trabajo debería ser considerado superior al capital, juzgando ambas ideas peligrosas; lo que debería buscarse es un equilibrio sano entre estos factores, ambos considerados igual de valiosos para el desarrollo material y la justicia. Gandhi llevó una vida simple, confeccionando sus propias piezas de ropa y además siendo un destacado vegetariano.
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Actividad: Identifiquemos los valores.

“El almuerzo presidencial”

A) Lee cuidadosamente el siguiente texto y la referencia biográfica del pie de página.

La ex modelo y conductora de TV “Tete” Coustarot comento en un programa radial la siguiente anécdota[i]:

“En un pequeño restaurant de la ciudad de Colonia República Oriental del Uruguay, en el que me encontraba almorzando, apareció José Mujica[ii] Presidente de la República con su mujer, quienes arribaron al local de comidas en su automóvil marca VW Escarabajo modelo 1981.

Todos los presentes argentinos y turistas se quedaron asombrados menos los propietarios y mozos del restaurant, pues el presidente y su mujer que es senadora nacional, son concurrentes habituales de éste y otros restaurantes de la zona.

Mujica  entabló cortas conversaciones con todos los presentes. Y luego todos respetaron y no molestaron a la pareja presidencial mientras almorzaban.

Al retirarse, el presidente  extrajo su billetera y pagó la cuenta como uno más de los clientes del restaurante.

Llamé luego al mozo que me estaba atendiendo y le pregunté ¿porqué que le cobraron al Presidente de la República? A lo que el mozo contestó: si no lo hacemos, nos mata y no viene más.”

B) Identifica los valores que crees que están presentes en este relato.

C) Escribe tu opinión sobre la anécdota del presidente Mujica.


[i] Fuente: http://www.pantallazo.com.uy//notpantallazo_125014_1.html
[ii] José Alberto Mujica Cordano, conocido popularmente como Pepe Mujica (Nacido en Montevideo, Uruguay, en 1934), político uruguayo, y actual presidente de la República Oriental del Uruguay. Con un pasado Guerrillero,  fue electo diputado y luego senador para posteriormente ocupar el cargo de ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre 2005. Fue el líder del Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario del partido de izquierda Frente Amplio. Y el 29 de noviembre de 2009  fue ungido presidente de los uruguayos con un porcentaje superior al 52% de los votos emitidos. Desde el 2005 está casado con la senadora y dirigente histórica del Movimiento de Participación Popular, Lucía Topolansky, tras una prolongada convivencia. En los años sesenta integró el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros. Y participó en operativos guerrilleros, al tiempo que trabajaba en su chacra, hasta que, requerido por la policía, se refugió en la clandestinidad. Fue apresado cuatro veces. Pasando casi 15 años de su vida en prisión. Su último período de detención duró trece años, entre 1972 y 1985, de los cuales permaneció once en aislamiento y duras condiciones de detención.
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Actividad: Valores a flor de piel.

Lee cuidadosamente las siguientes opiniones, y el desarrollo del autor de la nota:

Valores a flor de piel.[i]

“Tengo 20 años y estudio Administración de Empresas. Me inquieta nuestra manera de vivir en un mundo que olvidó las preguntas existenciales y se centra sólo en condimentos económicos: consumo, ahorro, inversión y demás. Este sistema, con su eslogan llamado progreso, es cada vez más enemigo de la vida. Hoy, con su rostro al desnudo, decide mirarse al espejo y ve pobreza, violencia y desesperanza. ¿Cómo recuperar los valores perdidos? Por ahora doy pelea porque existe en mí, como en muchos más, una esperanza de que esto puede cambiar.” Facundo Tomietto

“Ante distintos hechos me pregunto a dónde fueron a parar palabras como orden, respeto, tolerancia, seriedad, honestidad, etc. Valores que tanto se esforzaron mis padres en inculcarme pasaron al último rincón del cajón de los recuerdos. Medicamentos truchos, entradas falsificadas, profesionales y políticos inescrupulosos que se rigen por los dioses dinero y poder. ¿Cómo podemos vivir en una sociedad así quienes aprendimos que las reglas están para cumplirse?” Alicia Belen Bagur de O´Mahony

Debería ser obvio: un valor es algo que vale. Y valores morales son los atributos que priorizamos en la construcción de una vida con sentido y en el vínculo con nuestros semejantes.

Los valores que, desde esta perspectiva, enumeremos (respeto, aceptación, cooperación, empatía, solidaridad, honestidad, humildad, piedad, compasión, comprensión, responsabilidad y demás) sólo pueden concebirse y ejercitarse si existe un otro. Imagínese cada quien como único habitante de un mundo desierto sin más seres humanos y la puesta en práctica de los valores enunciados, o su simple formulación, resultaría imposible, carente de propósito y sentido.

Por eso, como perciben nuestros amigos Alicia y Facundo, al igual que tantas otras personas, cuando la presencia de aquellos valores se hace escasa y relativa, el escenario de la sociedad que habitamos se torna sombrío, áspero, descorazonador.

La presencia activa de valores mejora ese escenario, lo hace habitable y fecundo. La ausencia lo vuelve tóxico. Esto se extiende a las relaciones entre las personas. Si cada uno es receptor de la puesta en práctica que el otro hace de los valores compartidos, los vínculos se enriquecen y, en ellos, los individuos trascienden.

Para que un valor valga (la redundancia me resulta inevitable) quienes vamos a vivir con él tenemos que haber acordado que así será. Nada vale per se, sino por el contenido que le damos, por la simbología de la cual lo alimentamos, por la función que cumplirá entre nosotros.

Cuando los valores morales de los que hablamos escasean, se deterioran o pierden presencia, es porque alguien ha dejado de sostenerlos, de alimentarlos, de honrarlos. Alguien o muchos deshonraron un acuerdo de convivencia, decidieron que no somos partes de un todo, sino que cada parte es un todo autónomo y que no necesita de los demás. A lo sumo los usa, pero ya no comparte con ellos un propósito.

Esas partes sueltas rompen el tejido común y eligen valores propios, a los que ponen por encima de los otros o contra los mismos. Conveniencia, interés, satisfacción inmediata, unilateralidad, poder, ensimismamiento, egocentrismo, utilidad, indiferencia, entre otros, se incluyen en la nueva escala. El semejante es ahora una sombra, cuando no un obstáculo.

Pero así como los valores morales, cuando rigen, permiten explorar las grandes preguntas existenciales y apuntan a responder a profundas apetencias espirituales, la preeminencia de los “nuevos valores” del individualismo disfuncional clausuran esas búsquedas e instalan un vacío existencial creciente y angustiante en quienes los profesan.

Estos no sólo intoxican atmósferas colectivas, sino que suelen vivir, aunque inviertan en disimularlo, vidas teñidas por la insatisfacción, por la soledad del alma (acaso la peor de todas), por la banalidad, por la sinrazón.

Sus adquisiciones y sus vínculos son efímeros o precarios, su emocionalidad se empobrece.

¿Cómo se reinstalan los valores en merma? ¿Cómo se sostienen? No hay misterios en esto. El único modo de hacerlo es viviéndolos, haciendo de ellos una suerte de segunda piel, algo que no nos quitamos ni cuando estamos solos ni cuando dormimos.

Lo demás son discursos, deseos, proclamas, declamaciones.

Los valores se viven: sólo así existen. Así se instalan, así se aseguran, así se transmiten. Y se empieza por el punto más cercano: uno mismo.

Responde por favor:

1.¿Es necesario vivir  según valores morales? Si. No, ¿Porque?

2. Si has respondido afirmativamente a la pregunta anterior: ¿De que forma crees que vives tú los valores morales?

3. Señala tres valores que estimas se encuentran impregnados en tí.

4. ¿Hay algún valor del que deseas impregnarte en el futuro?, ¿Cual, cuales?, ¿Porque?.


[i] Por Sergio Sinay. Publicado en La nación Revista. Domingo 9 de mayo de 2010.
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