Manejar nuestras Emociones… Un Tema de Consciencia y de Trabajo.

«Nuestro recorrido comienza por asumir la responsabilidad de manejar mejor nuestra mente y nuestras emociones» El Dalai Lama.

Nada hacemos, incluyendo lo que decimos, que no esté definido -sustentado- por una emoción que lo hace posible.

Podemos considerar a una  emoción como una reacción a un objeto o suceso que surge a partir de la interpretación que hacemos de ese objeto o suceso. Interpretación que está siempre sujeta a estructuras mentales preexistentes en nosotros como nuestras creencias, pensamientos y los patrones de conducta que éstos generan.

O sea, nuestra experiencia pasada y arraigada en nuestra mente, es la fuente más determinante de nuestros comportamientos, ya que es a partir de ese mapa de experiencias que poseemos, desde donde construimos los juicios que valoran los sucesos a los que nos enfrentamos. Pero además, todo el proceso se da, casi en su totalidad, en forma inconsciente.

Así, en forma casi totalmente inconsciente, respondemos de formas, tanto positivas y conveniente o negativas y no convenientes, retroalimentando un ciclo de dar respuestas automáticas a situaciones similares, conformando verdaderos estilos de respuestas.

Por ello, el trabajo de dilucidar ¿porque hacemos lo que hacemos?, incluirá el análisis tanto de nuestras emociones y de nuestra respuesta emocional, como el de los sistemas de nuestras creencias y de pensamientos que entran en juego. Iniciando un camino consciente de revisar y cuestionar nuestras creencias de forma tal que vayamos dejando de lado una interpretación negativa sobre un determinado hecho.

Trabajar en ello,  en la práctica, es comenzar a observarnos y observar atentamente lo que hacemos y decimos, que por naturales que nos parezcan, sean generadoras de pensamiento negativo y por consiguiente, inconvenientes para nuestro bien-estar. E intentar flexibilizar nuestra mente, intentando dejar de sostener reglas rígidamente, permitiéndonos pensar que las cosas pueden ser de otra forma de como las vemos. El dejar de culpar a los demás de nuestra reacciones emocionales inconvenientes es clave.

El aporte científico nos aclara que pueden crearse nuevas estructuras en nuestra mente en función de los nuevos caminos que tome la consciencia. Porque cuanto más utilicemos conscientemente una estructura, más profundo se hará el surco que deje, y por lo tanto, más fácil resultará utilizarlo. Al mismo tiempo, el no utilizar las viejas estructuras hará que acaben por desaparecer.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuentes:
Identificar nuestras emociones es cuestión de estar conscientes. Publicado el 17/08/2017 por Daniel Olguin http://danielolguin.com.ar/?p=4628.
LA ESTRUCTURA COGNITIVA DE LAS EMOCIONES. ENE-25-2016. By Diego Grispo. http://diegogrispo.com/estructura-cognitiva-de-las-emociones. DISTORSIONES COGNITIVAS Y EMOCIONES. FEB-01-2016. By Diego Grispo. http://diegogrispo.com/distorsiones-cognitivas-y-emociones
Publicado en Contagiando valores, La Convivencia, Las Emociones | Deja un comentario

Las relaciones sociales.

La ley de causa y efecto (por cada acción hay una reacción igual y opuesta) y la ley del magnetismo (los objetos con cargas contrarias se atraen) son leyes de la física que, aplicadas a las relaciones humanas, estarían indicando que antes de entablar cualquier relación, le estamos abriendo la puerta con la energía que estábamos generando.

Pero, si bien desde la física, los seres humanos generamos modalidades de energía que atraerían a las personas que en cierto sentido son nuestros opuestas; y sin perjuicio de que, desde ese opuesto, se puede obtener un aprendizaje. La búsqueda de nuestro bien-estar y el de aquellos con quienes convivimos, implica el desafío de aprender a relacionarnos más conscientemente con los demás.

Enseña Maturana*, que ello incluye, necesariamente, hacernos cargo, de que son nuestras emociones -que se generan, precisamente, en el ejercicio de la convivencia- lo que guía lo que decimos y hacemos en la relación; y de que, para armonizar nuestro convivir, debemos reflexionar sobre tales fundamentos.

Son las emociones que sostienen y están detrás, siempre, de cada decir y hacer, las que finalmente realizan y posibilitan, un tipo u otro de actividad de convivencia humana. Mientras no nos hagamos cargo de que son los ámbitos emocionales que se generan en el fluir de la convivencia lo que en todo instante guía lo que hacemos, no dejaremos de confundirnos.

Porque, cuando esto no se comprende hay confusión en lo que se siente, se dice y se hace, en las distintas situaciones de convivencia. Confusión que se hace evidente en enojos y frustraciones por malentendidos y quejas por el incumplimiento de promesas, que, en general, nunca fueron hechas. Si no distinguimos los distintos espacios emocionales no podemos resolver adecuadamente las quejas, los desacuerdos y los malentendidos, porque en la confusión, cada uno de los participantes espera acciones desde en una emocionalidad distinta de aquel en el que el otro u otra se encuentra.

Lo único que nos permitirá disolver esa confusión, será la reflexión sobre los fundamentos desde donde decimos lo que decimos o hacemos lo que hacemos, moviéndonos en un espacio de convivencia en el respeto por nuestras diferencias, y en el deseo honesto de armonizar nuestro convivir. Y la emoción que sustenta lo social como un ámbito o espacio de relaciones de mutuo respeto y mutua confianza, es el amar, considerando al otro, sin expectativas, sin exigencias, como totalmente válido para convivir.

Piensa bien y Saldrá bien!

Fuentes:
“Convivencia social: ¿negociación, acuerdo, alianza,… amistad?”. REFLEXIONES INESPERADAS. DICIEMBRE 22, 2013. Humberto Maturana Romesín. Blog.matriztica.cl/blog/reflexiones-inesperada/
“Nuestras relaciones y el motivo de nuestras elecciones.” http://danielolguin.com.ar/?p=2523.
Publicado en El Amar, El conflicto, El Convivir, La Convivencia | Deja un comentario

Feliz 2018. Brindo por Renovar la Intención de Vivir Bien!

Pienso que lo que determina la vida que tengo, no es lo que me sucede, sino lo que hago con lo que me sucede. O sea, que, realizar actos que redunden en mi bien-estar, depende sólo de mi. Y este nuevo año, renuevo mi intención en tal sentido.

Mi intención de estar consciente de mi comportamiento. Observando lo que hago, como lo hago y porqué lo hago. Vigilando lo que digo y cómo lo digo. Estar atento a lo que pienso,  y en lo que creo. Hasta de lo que percibo visualmente, de como vemos las cosas, porque éstas son como las veo y no de otra forma.

De mantener también, un comportamiento direccionado a producir resultados y no a esperar que las cosas sucedan sin que haya yo realizado ninguna acción en tal sentido. Lo que esta directamente relacionado con hacer aquello que me hace bien. Razón por la cual, reconocer cuáles talentos o cualidades personales me adornan, es de vital importancia. Es que, si  hago aquello que me sale fácil y además me  gusta hacerlo, será más  accesible cualquier objetivo, además de que estaría disfrutando mientras lo hago.

De sustituir conscientemente mis pensamientos negativos por otros positivos,  desarrollando la capacidad de concentrarme en lo que deseo, no en lo que no deseo. 

Definitivamente, de comprometerme con mi bien-estar.

Feliz Año Nuevo!

Piensa bien y saldrá bien!


Publicado en Contagiando valores, Los hábitos de efectividad | Deja un comentario

Para vivir bien, conviene no olvidar que somos responsables.

«El cómo somos es siempre el presente de nuestra historia. Somos como hemos vivido.» H. Maturana.

Conviene no olvidar:

Que la Libertad es la facultad que tenemos todos los seres humanos de actuar de una manera o de otra, y de no actuar.

Que si bien no somos libres de elegir lo que nos pasa, como haber nacido tal día, de tales padres y en tal país, somos libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo. Por ejemplo elegir obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, hacer las cosas bien o mal, hacer o no hacer, etc.

Que el “poder” que tenemos para elegir nos hace responsables, es decir, ser capaces de responder adecuadamente a todo lo que nos pide una respuesta de nuestra parte.

Que por lo tanto, somos los únicos responsables de hacer de nuestra vida un lugar mejor, favorable y conveniente.

Y que entonces,  ¡NO TENEMOS MÁS EXCUSAS! Podríamos tener temor, porque casi todo depende de nosotros, pero no EXCUSAS para no hacer lo que tenemos que hacer y que nos conviene hacer para vivir bien.

Daniel Olguin.

Publicado en Las Emociones, Los hábitos de efectividad | 1 comentario

NUESTRO HACER SOLIDARIO

“Cuenta la leyenda que cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitosos y exquisitos. Sin embargo, todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: Tenían que comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca…Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados… Y es que, allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.”

Solidaridad es un hacer que implica compartir la carga del otro.

En general, cuando hablamos de solidaridad, surge la idea de ayuda económica: dar dinero a los necesitados. O cuando menos, de ayuda material: dar comida, vestimentas, etc. Pero estas ideas, aunque sí forman parte de la solidaridad, no lo hacen de forma completa.

Hay tantas formas de actuar solidariamente como problemas humanos existen, y en cada uno de esos problemas humanos nos podemos entregar para colaborar y tomar por propias las cargas del otro.

Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material, sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene necesidades materiales.

Pero, el ser humano tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas afectivas, espirituales, morales o sociales.

Por lo tanto para estas necesidades, también puede y debe existir una actitud solidaria. Por ejemplo: es posible, si no podemos dar dinero para educación, que demos una parte de nuestro tiempo para educar a niños de escasos recursos; o que favorezca la integración social de una comunidad marginada.

Si bien nuestro hacer solidario incluye la caridad, al mismo tiempo, necesita del desinterés.

El solo acto de dar, o ayudar, no es lo más difícil.

La parte difícil comienza cuando se nos presenta el dilema de ayudar sin recibir nada a cambio; de ayudar aunque nadie se entere, ni aún la persona a la que ayudamos.

Es difícil actuar como caritativos, solidarios, entregados, y al mismo tiempo, totalmente desinteresados. Aquél que da una billete de cien pesos a un indigente, materialmente hace algo bueno: por ejemplo la persona necesitada podrá comer con el dinero; pero si este acto lo hace para que otras personas lo vean, para aparentar caridad, entonces ese acto, que es materialmente bueno y solidario, se convierte no sólo en un acto deplorable y egoísta, que lejos de engrandecer a la persona, la empobrece.

Además, la solidaridad se hace por medio de una actitud y disposición  personal, constante y perpetua.

La solidaridad es activa, perseverante, constante y no debe ser confundida con un sentimiento de malestar ante la desgracia de los demás. Ni tampoco es una serie de actos aislados encaminados a ayudar al prójimo. El hacer  solidario debe convertirse en hábito, en una forma de vivir.

Finalmente, nuestro hacer solidario implica poseer un adecuado nivel de autoestima.

Nadie puede amar a otro si no experimenta el amor a sí mismo, y nadie puede estimar a otro si no experimenta primero la necesaria dosis de autoestima; igual que nadie puede respetar la dignidad de los demás si no sabe defender la propia dignidad.*

Piensa bien y saldrá bien!

DO.


* Algo es digno cuando es valioso de por sí, y no sólo ni principalmente por su utilidad para esto o para lo otro. Esa utilidad es algo que se le añade a lo que ya es. Lo digno, porque tiene valor, debe ser siempre respetado y bien tratado.
La dignidad del hombre reside en el hecho de que es un ser único, insustituible. Y cuando no se acepta este valor de la persona en sí misma, se abre la puerta que conduce a dejar de respetarla. Por ejemplo: tendemos a decir que un ser humano sólo es persona cuando se comporta como tal (cuando estudia matemáticas, cuando acaba la carrera, cuando vota, cuando es capaz de hablar, de comunicarse con los demás y ser consciente de sí mismo y de su libertad, en suma, cuando ejerce sus capacidades), entonces todos los seres humanos que no se comportan como tales, porque están dormidos o inconscientes o porque son discapacitados, no serían personas, lo cual significa que son seres humanos de segunda clase.
Publicado en Contagiando valores, La Solidaridad | 7 comentarios

La vida es una actitud que adoptamos, lo queramos o no “mientras tanto” vivimos.

Lo verdaderamente importante sucede “mientras tanto”.

El objetivo que deseamos alcanzar, la meta que anhelamos, la misión que creamos que debemos cumplir. Todo sucede y depende de lo que hagamos “mientras tanto». Y el resultado es y será una consecuencia de lo hagamos «mientras tanto», aunque en general no percibimos como hacemos lo que hacemos.

De alguna forma, todos lidiamos con un obstáculo muy propio, muy nuestro. Nuestro EGO. Que nos impide centrarnos con lo que hacemos mientras tanto, aquí y ahora, y que nos obliga a preocuparnos sobre manera por el resultado futuro de nuestras búsquedas o proyectos.

Nuestro EGO, creado por nuestra  mente,  es una  ilusión de quien realmente somos.  Y sin darnos cuenta, nos encontramos marcándonos metas, objetivos y resultados que alimentan esa ilusión, creyendo que nos potencian y que nos hacen sentir importantes. Pero que generalmente, aun consiguiéndolas, no nos sentimos satisfechos; o  en el mejor de los casos, la satisfacción que creemos obtener, se diluye prontamente para ponemos en búsqueda de un nuevo resultado. Todo ello porque en realidad hemos intentado satisfacer una ilusión de lo que creemos que somos.

Lo interesante es que si nos observamos honestamente, cuando nos proponernos metas y nos embarcamos en ellas, prestando más atención a lo que hacemos «mientras tanto», en el aquí y ahora, rompemos el condicionamiento de nuestro EGO y nuestro hacer no solo es mucho más eficaz sino infinitamente más alegre y satisfactorio.

Pero además, decidamos lo que decidamos realizar, si nos sentimos motivados por el servicio a los demás y al mismo tiempo nos  desinteresamos sinceramente de los posibles resultados, sentiremos que tenemos un propósito, independientemente del resultado al que arribemos.

Y todo «mientras tanto». Aquí y ahora.

¡Piensa bien! Vive el mientras Tanto.
Publicado en Contagiando valores, La Convivencia | Deja un comentario

DE APEGOS, MIEDOS Y CREENCIAS.

Expresiones tales como “La infelicidad es el apego a que todo resulte bien”; y que “La felicidad es vivir la vida en armonía de sus circunstancias.” de Humberto Maturana; y “Debemos estar dispuestos a deshacernos de la vida que hemos planeado con el fin realizar la vida que nos espera” de Joseph Campbell, refieren como causa generadora de la infelicidad al apego.

Entendiendo el apego como el estado emocional que nos vincula en forma compulsiva a una cosa o persona determinada, y que está originado por la creencia de que sin esa persona o cosa  no es posible ser feliz. Y que nos permitirá tanto experimentar el placer y la emoción de lograr aquello a lo que decidimos estar apegado, como la sensación de amenaza y de tensión que siempre acompaña al apego. O sea que si no conseguimos el objeto de nuestro apego, originamos infelicidad; y, si lo conseguimos, no originamos propiamente felicidad, sino que simplemente producimos un instante de placer, seguido de la preocupación y el miedo de perder dicho objeto. Paradógicamente, aunque pensemos que el apegarnos a cosas o personas nos da la seguridad de tenerlas y gozarlas, son precisamente nuestros apegos los que nos impiden desarrollar un más amplio y más variado gusto por las cosas y las personas.

Pero el apego no es sólo la base de ese miedo a perder todo lo que finalmente obtuvimos, sino que también lo es de todas las creencias que nos han transmitido respecto de todos los miedos. Si no ponemos atención podemos encontrarnos apegados a todo, principalmente a la vida y a la imagen que tenemos de nosotros mismos y del mundo. Y estar viviendo por ende con miedos; miedo a la imagen que los otros hayan podido hacer de nosotros, miedo a perder su amor, miedo a tener que reconocer que es una imagen la que decimos amar y miedo a que nuestra imagen, la que tenemos de nosotros mismos, la que soñamos que los otros tengan de nosotros, se rompa. Es el apego y no el conflicto –cualquiera sea- lo que nos hace sufrir y en definitiva no nos permite ser felices como naturalmente debemos serlo.

Y es tal el poder del apego, que provoca lo no existente. Porque el miedo es sentirse amenazado por algo que ha registrado nuestra memoria en algún momento o experiencia determinada, y en consecuencia no es real, es una creencia. El miedo es una creencia adquirida.

Desde que nacimos, vivimos determinadas experiencias y escuchamos ciertos mensajes que crearon asociaciones en nuestro cerebro y por lo tanto ciertas situaciones las tenemos relacionadas con emociones concretas. Y el sólo pensamiento sobre ellas hace que se dispare la emoción. No es la nueva situación la que nos da miedo, sino el recuerdo de otras situaciones que nos contaron o que hemos vivido anteriormente con una angustia que no hemos sabido resolver (si aprendí el miedo al agua, porque recibí la señal de que si me acerco a una piscina puedo morir ahogado, será difícil que pueda ser luego un buen nadador aunque mis padres me envíen al mejor profesor de natación).

En concreto, no nacimos con miedo y por ello es una emoción que naturalmente no nos toca experimentar. Pero la tenemos, y gracias a decidir estar apegados a todo aquello que realmente no necesitamos.

Pero lo importante es que el miedo, como toda creencia aprendida, es cultural, y por lo tanto, y si queremos, podemos cambiarla. Tal como podemos, si queremos, eliminar la falsa creencia, de que sin una cosa o persona determinada no podemos ser felices.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuentes: Humberto Maturana es uno de los pensadores más valiosos de la actualidad. Co-fundador de la Escuela Matríztica para dar formación en el entendimiento de la matriz biológica-cultural del habitar humano. Joseph Campbell. Académico norteamericano (1904-1987), dedicó su vida al estudio de las mitologías y religiones comparadas. Campbell indica la posibilidad de que estos sistemas simbólicos – los mitos – representen creaciones naturales de la mente humana -de ahí su difusión. Su obra fue influencia decisiva en la saga cinematográfica Star Wars de Gorge Lucas. Anthony de Mello (Bombay, 1931— Nueva York, 1987) sacerdote jesuita y psicoterapeuta conocido por sus libros y conferencias sobre espiritualidad, donde utilizaba elementos teológicos de otras religiones, además de la tradición judeocristiana.
Publicado en Contagiando valores, El Amar, El conflicto, La Convivencia, La Felicidad, Vivir el ahora | 1 comentario

Conversemos con ese otro inconsciente dentro nuestro.

Me niego a aceptar la idea de que tengo una mente inconsciente que me ordena como actuar y que es completamente inaccesible; a creer que la  mayor parte de mi vida es controlada por fuerzas ingobernables que residen dentro mio; y a que no puedo dejar de ser víctima de los caprichos de mi «inconsciente», cuyas órdenes se originan en las creenciashábitos de pensamiento que están programados en mí desde mi niñez.

Me gusta pensar en cambio, en que hay un “otro totalmente incosciente, mécanico, repetitivo, y automático” dentro mio con el que puedo conversar, y en su caso «convenserlo» para que trabaje diferente, mejor y conveniente para mí, a como lo viene haciendo.

Claro que debo ser persistente y preciso cuando le hablo.

Debo intentar que no queden dudas de que sepa por mí mismo que: Sé que tengo algunos hábitos sobrantes realmente tontos que se inculcaron en mí hace mucho tiempo. Que ya no estoy interesado en que mis actos sean dictados por él. Que voy a llevar todos esos viejos hábitos de pensamiento a la superficie, los voy a observar cuidadosamente. Y que voy a trabajar diariamente para ser más consciente de todos los aspectos de mi vida. 

Piensa bien, y saldrá bien!

D.O.

Fuente:
Wayne W. Dyer, Ph.D. http://www.drwaynedyer.com/
Bruce H. Lipton, PhD. The https://www.brucelipton.com/


Publicado en Contagiando valores, Las Emociones, Los hábitos de efectividad | Deja un comentario

Las Emociones son modos de vivir en relación.

La emoción es un motor que todos llevamos dentro que nos mueve y nos empuja a vivir en contacto con el mundo que nos rodea.

Necesitamos de la emoción, para que nos informe qué es lo que nos está afectando y para que establezca una respuesta. Así podemos decir que sentimos SENSACIONES, que tienen relación con nuestro cuerpo, que nos estan informando de lo que sucede en nuestro cuerpo en una situación determinada. Sensaciones corporales de frío, calor, sueño, hambre, sed, cansancio, tensión, relajación, sofocación, dolor, etc.

Pero una cosa es la emoción y las sensaciones que nos producen a nivel corporal y otra es la configuración de sentires íntimos, la sensorialidad o los sentimientos. Los SENTIMIENTOS tienen que ver con nuestra personalidad.

Las emociones son universales, pero los sentimientos varían de un individuo a otro. Cada uno puede sentir sentimientos diferentes de amor, odio, compasión, gratitud, respeto, admiración, confianza, esperanza, orgullo, altruismo, desprecio, celos, pena, duelo, etc.

Los sentimientos guardan una relación con la convivencia con los demás. Lo que guía nuestro vivir es la sensorialidad. Nos movemos desde el sentir, no desde la razón. Desde la razón sólo argumentamos.

En realidad, nada hacemos que no esté definido por una emoción que lo hace posible y  si realmente queremos entender las acciones humanas al mirar el movimiento o el acto del otro, debemos enfocar a la emoción que los posibilita.

Así, un encuentro entre dos personas será vivido como agresión o accidente según la emoción en la que cada uno de ellos se encuentre.

Cuando nos encontramos con otra persona en la agresión, lo más probable es que ambos o uno de los dos tengamos un discurso “racional” a través del cual justificamos la negación del otro. Por ejemplo, pensamos: «ese otro es un prepotente y violento, todo lo que dice se funda en la superioridad de los más fueres y lo único que quiere es atacarme». Tal pensamiento trae consigo una emoción que define al punto de partida del encuentro como uno de negación y no de aceptación. Y si el otro se enfrenta así conmigo, yo puedo hacerlo a su vez, también desde la agresión.

Pero si de pronto, decimos: «pero, en realidad, yo no quiero atacar a este hombre»; entonces comenzamos a relacionarnos con ese otro de otra manera. ¿Qué ha sucedido? Ha cambiado nuestra emoción.

Si creo que una persona me ataca o me crítica y en vez de simplemente responder con un ataque me pregunto si tengo fundamento para pensar así, la interacción sigue otro camino. Al hacer esa reflexión, ya, me encuentro en otra parte. Pero claro que tengo que querer y animarme a hacer la reflexión, y para querer hacerla tengo que partir desde aceptar al otro como un legítimo otro en la convivencia, cómo válido aunque piense diferente.

Aunque parezca difícil, no lo es. En realidad lo espontáneo de nuestra biología básica es estar abiertos a la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia. Nacemos como seres amorosos (con la emoción básica del amor), y en la confianza de estar en el medio que hace posible nuestra existencia como tales.

¿Alguna vez hemos tomado en brazos a un bebe recién nacido y sentimos su maldad y desconfianza? La desconfianza, la competencia, la agresión, no vinieron con nosotros, sino que las aprendemos de nuestra cultura, con lo que aprendimos al vivir. Por ello los discursos racionales que hacen posible la negación del otro deben ser inventados por nosotros.

Vale entonces reflexionar siempre sobre las emociones que están detrás de nuestras acciones cuando nos realcionamos con los otros, sosteniéndolas, fundándolas. Preguntarnos: ¿POR QUÉ HAGO LO QUE HAGO? Una pregunta, que si queremos, siempre tiene respuesta.

Piensa bien y saldrá bien!

Fuentes: ¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia. Esplugues de Llobrgat. Barcelona. Hospital San Joan de Déu. www.faroshsjd.net.
@Matriztica

Publicado en Las Emociones | Deja un comentario

Asociaciones mentales de las que es conveniente desapegarnos.

Hago, como todos, elecciones basado en la creencia de que lo que elijo me hará feliz. Y también, como la mayoría de la gente, experimento la felicidad básicamente como un sentimiento mental de bien-estar. Entonces parece que la clave para vivir feliz es hacer las elecciones que no solo debieran crear ese estado mental de bien-estar, sino que en definitiva alcancen y mantengan ese sentimiento por mucho mas que un breve momento.

Pero son nuestras asociaciones subconscientes -solo las nuestras, nunca las de otros- las que rigen lo que nos permitimos creer y por lo tanto las opciones que nos permitimos tener para elegir en pos de nuestro bien-estar.

Por ello es útil identificar en nosotros tres asociaciones mentales que comunmente sabotean nuestro proceso de alcanzar ese buscado sentimiento de bien-estar, y despojarnos de de ellas.

Una asociacion mental muy comun de la que hay despojarse es asociar felicidad con abnegación, con  sacrificio, o con esfuerzo. Hacer algo para nuestro bien-estar es un camino natural -no forzado-. N0 importa cuántas veces o cuanto tiempo hacemos cosas por nosotros mismos,  si lo hacemos por obligacion o deber, y con esfuerzo, en lugar de hacerlo porque realmente nos hace felices, siempre obtendremos un triste resultado.

Otra asociación despojable, es dejar se asociar felicidad con dinero o status. Si bien perseguimos las cosas materiales y el status que pensamos nos traen,  aun alcanzándolas no son suficientes para hacernos felices mas allá del momento en que las adquirimos. Y si no nos permitimos ser felices hasta tenerlas, entonces estaremos posponiendo indefinidamente nuestra felicidad porque siempre habrá algo más que alcanzar antes de creer que podemos tener la experiencia completa de esa sensación mental de bien-estar, que es lo que realmente estamos persiguiendo y no lo sabemos.

Además hay que dejar de asociar felicidad con logros. Tal vez la paradoja más triste de la felicidad es cuando nos dejamos condicionar en la creencia de que tenemos que hacer algo, o ser algo, para merecer esa sensación de bien-estar.  Las personas que creen que no merecen ser felices, no pueden tomar las decisiones que los hagan ser felices.

Así que antes de que nada tenemos que creer que la felicidad es una de las verdades de la vida, es inhetente a la condición humana, y cada ser humano merece experimentarla. Sólo cuando estemos completamente convencidos de ello vamos a tomar las decisiones que nos traen felicidad a largo plazo.

Dejar de lado estas asociaciones cambia las decisiones que tomamos en la vida,  ya que habremos cambiado el factor de motivación. Que no es otro que el de ser feliz.

Piensa bien y saldrá bien.

D.O.

Fuente: www.burg.com.

Publicado en Contagiando valores | 1 comentario