POLÍTICA Y CIUDADANÍA. ACTIVIDAD: LAS RAZONES PARA OBEDECER Y PARA REBELARSE.
Somos bichos sociables, pero no instintiva y automáticamente. A diferencia de otras especies, los humanos inventamos formas de sociedad diversas, transformamos la sociedad en que hemos nacido y en la que vivieron nuestros padres, en una palabra: no sólo repetimos los gestos de los demás y obedecemos las normas de nuestro grupo (como hace cualquier otro animal) sino que llegado el caso desobedecemos, nos rebelamos, violamos las rutinas y las normas establecidas. Es que el hombre es el único animal capaz de sublevarse. No hacemos lo que los demás quieren sin chistar, sino que es preciso convencernos y muchas veces obligarnos a desempeñar el papel que la sociedad nos atribuye. O sea que nuestra forma de vivir en sociedad no es sólo obedecer y repetir sino también rebelarnos e inventar.
Pero atención: no nos rebelamos contra la sociedad, sino contra una sociedad determinada. No desobedecemos porque no queramos obedecer jamás a nada ni a nadie, sino porque queremos mejores razones para obedecer de las que nos dan y también queremos dirigentes que ordenen con una autoridad más respetable. Y somos tan sociables cuando obedecemos por las razones que nos parecen válidas como cuando desobedecemos y nos sublevamos por otras que se nos antojan de más peso.
De modo que, para entender algo de la política, tendremos que plantearnos esas diversas razones. Porque la política no es más que el conjunto de las razones para obedecer y de las razones para sublevarse.
No es posible una sociedad humana sin conflictos. No somos capacesde vivir de acuerdo automáticamente. El conflicto, el choque de intereses entre los individuos, es algo inseparable de la vida en compañía de otros. Y gracias a los conflictos la sociedad inventa, se transforma, no se estanca. Entonces, no es la política la que provoca los conflictos. Los conflictos son síntomas que acompañan necesariamente la vida en sociedad.
Por el contrario, la política (como conjunto de las razones para obedecer y para desobedecer) se ocupa de atajar ciertos conflictos, de canalizarlos y ritualizarlos, de impedir que crezcan hasta destruir el grupo social. Los humanos somos agresivos, y si nos descuidamos podemos llevar nuestras discrepancias conflictivas hasta el punto de matarnos unos a otros. Es preciso entonces inventar artificios que impidan que la sangre llegue al río: se necesitan personas o instituciones a las que todos obedezcamos y que medien en las disputas (autoridades políticas), brindando su arbitraje o su coacción para que los individuos enfrentados no se destruyan unos a otros, para que no trituren a los más débiles (niños, mujeres, ancianos), para que no inicien una cadena de mutuas venganzas que acabe con la concordia del grupo.
La exigencia de instituir alguna forma de gobierno, algún tipo de puesto de mando que dirija el grupo cuando resulte necesario, se apoya en estas justificaciones. También se necesita autoridad para prevenir ciertos males que afectan a muchos pero que a unos cuantos favorecen (la destrucción de los recursos naturales es un buen ejemplo) y para asegurar un mínimo de educación que garantice a cada miembro del grupo la posibilidad de conocer el tesoro de sabiduría y habilidad acumulado durante siglos por quienes les preceden.
Repasando la historia, nop se puede esperar el milagro de que los seres humanos logren vivir juntos sin ningún tipo de dirección colectiva ni cierta coacción que limite la libertad de los más destructivos o de los más imbéciles (que suelen ser los mismos). De modo que considero indispensables algunas órdenes, aunque no cualquier tipo de órdenes; ciertos jefes, aunque no cualquier tipo de jefes; algún gobierno, pero no cualquier gobierno.
Por lo tanto volvemos al asunto del que la política se ocupa: ¿a quién debemos obedecer? ¿Qué debemos obedecer? ¿Hasta cuándo y por qué tenemos que seguir obedeciendo? Y, desde luego, ¿cuándo, por qué y cómo habrá que rebelarse?
Fuente: Fernando Savater POLÍTICA PARA AMADOR. EDITORIAL ARIEL, S. A. BARCELONA. Capítulo segundo: “OBEDIENTES Y REBELDES”
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