En el derecho podemos encontrar los siguientes factores: “la regulación de conductas” y “el derecho es lo que los jueces dicen que es”.

I.
En el ámbito del derecho, uno de los factores comunes que encontramos es la regulación de conductas. Esta función se refiere a la manera en que las normas legales buscan organizar, orientar y controlar las acciones de los individuos dentro de una sociedad, con el fin de promover la convivencia armónica, la justicia y el orden.

La regulación de conductas se manifiesta a través de diversas formas, tales como leyes, reglamentos, decretos y otras disposiciones que establecen qué conductas son permitidas, cuáles son prohibidas y qué consecuencias pueden derivarse de su incumplimiento. Este proceso tiene como objetivo garantizar que los comportamientos de los individuos no afecten negativamente a otros miembros de la comunidad, el bienestar común o el interés público.

Al establecer lo que es lícito y lo que no lo es, el derecho contribuye al mantenimiento del orden social, la resolución de conflictos y la garantía de derechos fundamentales.

El derecho, por lo tanto, no solo regula conductas para castigar comportamientos inapropiados, sino también para establecer estándares que favorezcan la cooperación, el respeto y el entendimiento mutuo dentro de una comunidad. En este sentido, el derecho se convierte en una herramienta esencial para la convivencia pacífica y para asegurar que todos los miembros de la sociedad puedan ejercer sus derechos y deberes de manera justa y equilibrada.

Ahora bien, la frase “el derecho es lo que los jueces dicen que es” refleja una visión pragmática y realista del derecho, conocida como positivismo jurídico.
Esta teoría sostiene que el derecho no depende de principios morales o de lo que “debería ser” según la ética, sino de lo que está establecido formalmente por las autoridades competentes, como el legislador y, especialmente, los jueces.

Desde este enfoque, el derecho es el conjunto de normas que los jueces aplican a los casos concretos, basándose en la interpretación y aplicación de las leyes existentes.

Cuando relacionamos esta idea con el concepto de la regulación de conductas, podemos observar que los jueces tienen un papel crucial en determinar qué conductas son permitidas o prohibidas, ya que son los encargados de aplicar las normas a situaciones específicas. De esta forma, los jueces no solo interpretan las leyes, sino que, en muchos casos, definen cómo deben aplicarse en circunstancias particulares. A través de sus decisiones, los jueces contribuyen a la creación de jurisprudencia, lo que puede influir en la interpretación y, eventualmente, en la evolución del derecho.

Por ejemplo, si un juez decide, en un caso particular, que una acción que no estaba específicamente prevista en la ley debe ser considerada ilegal, su decisión puede generar un precedente que modifique la forma en que se regula una determinada conducta en el futuro. De esta manera, el derecho no es solo lo que está escrito en los códigos y leyes, sino lo que los jueces, en su interpretación y aplicación, dicen que es.

Este enfoque muestra cómo la regulación de conductas, al ser un proceso dinámico, se ve influida por las decisiones judiciales que, en última instancia, definen lo que es legal y lo que no lo es. Los jueces, al resolver los conflictos y aplicar la ley a casos concretos, contribuyen a definir las fronteras de las conductas aceptables y sancionables, y su interpretación de la ley puede expandir o modificar la regulación de conductas a lo largo del tiempo.

En resumen, la frase “el derecho es lo que los jueces dicen que es” destaca el papel activo de los jueces en la regulación de conductas dentro de un sistema legal. No solo interpretan la ley, sino que, a través de sus decisiones, juegan un rol fundamental en la creación, modificación y adaptación de las normas legales que regulan las conductas en una sociedad.

Entonces, el derecho está constituido por reglas y por sus diferentes niveles de interpretación: el del legislador, que pretende una cierta modificación en la realidad social, o por el contario mantener un status quo; y a tal fin sanciona una norma para que sea interpretada de un modo determinado. Cuando existan divergencias se convocará al juez para que haga lo suyo.

Ello refleja la estructura dinámica del derecho, donde las reglas jurídicas son producto de una interacción entre los diferentes niveles de interpretación y aplicación de las normas, que van desde el legislador hasta el juez. Esta estructura muestra cómo el derecho no es solo un conjunto de normas rígidas y fijas, sino un sistema en el que las reglas están constantemente abiertas a interpretación y adaptación según los contextos y las necesidades sociales.

El rol del legislador: El legislador es quien tiene la responsabilidad de crear las normas jurídicas que regulan las conductas en una sociedad. Su objetivo puede ser modificar la realidad social al establecer nuevas reglas para resolver problemas que surgen o mejorar ciertos aspectos de la vida social. A su vez, también puede buscar mantener el status quo, protegiendo instituciones existentes o evitando cambios que podrían perturbar el orden actual.

En este sentido, las leyes son pensadas de acuerdo con un determinado propósito social y pretenden que la conducta humana se ajuste a ciertos patrones deseados. Sin embargo, para que estas normas tengan eficacia, deben ser interpretadas de manera que se ajusten a los cambios en la realidad social. Esta interpretación inicial, por parte del legislador, define qué conductas serán reguladas y cómo, estableciendo las condiciones y los límites de la acción humana.

La interpretación judicial: Aunque el legislador crea las normas, las reglas jurídicas deben ser aplicadas a situaciones concretas, y es aquí donde entran en juego los jueces. Los jueces son los encargados de interpretar las leyes en función de casos específicos. Si bien el legislador establece una regla general, la realidad social está en constante cambio y puede que las normas no cubran todos los matices de una situación particular. En este sentido, la labor del juez no es solo aplicar una norma de forma mecánica, sino interpretarla de acuerdo con las circunstancias del caso.

Este proceso de interpretación judicial puede dar lugar a divergencias con el significado original que el legislador quería dar a una norma. Es por eso por lo que el sistema jurídico está diseñado para permitir que los jueces den su interpretación, a veces generando jurisprudencia que puede cambiar la aplicación de la ley en el futuro.

La función de la jurisprudencia: Cuando surgen divergencias entre lo que el legislador intentó expresar y cómo un juez aplica la norma, el juez tiene la responsabilidad de tomar una decisión que resuelva el caso concreto. En este contexto, la función del juez es fundamental porque sus decisiones pueden influir en la evolución del derecho, estableciendo nuevas interpretaciones o precedentes que cambiarán la forma en que la ley se aplica en situaciones futuras.

En el caso de que haya un conflicto o una interpretación ambigua, los jueces tienen el poder de ajustar la ley a los nuevos contextos sociales. De esta manera, se busca que el derecho sea un instrumento dinámico, capaz de adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad, sin perder la coherencia con sus principios fundamentales.

La regulación de conductas entonces, está directamente vinculada con la creación y la interpretación de las normas. Las normas del derecho buscan regular las conductas humanas y, para ello, el legislador establece las reglas que considera necesarias. Sin embargo, la aplicación concreta de esas normas puede no ser clara o estar en conflicto con circunstancias no previstas por el legislador. En estos casos, el juez tiene la tarea de interpretar esas reglas para determinar cómo se aplican a las conductas de los individuos.

El derecho, entonces, no solo regula conductas mediante reglas estáticas, sino que también depende de los distintos niveles de interpretación que dan los actores del sistema jurídico (legisladores y jueces). Los jueces, al interpretar las leyes y adaptarlas a nuevas situaciones, desempeñan un papel crucial en la modificación o mantenimiento del orden social, pues sus decisiones pueden generar cambios en la regulación de conductas de forma práctica, generando un dinamismo en la evolución del derecho.

En conclusión, el derecho no es solo un conjunto de reglas fijas; es un sistema de normas que, a través de la interpretación del legislador y de los jueces, busca regular las conductas de la sociedad, adaptándose a los cambios en la realidad social y resolviendo las divergencias que puedan surgir entre el texto de la ley y la práctica social.

II.
En conclusión, el derecho es un sistema dinámico que regula las conductas humanas mediante la creación de normas, pero su efectividad y adaptación dependen de los procesos de interpretación y aplicación que realizan tanto los legisladores como los jueces. El legislador establece las reglas con el fin de modificar o mantener la realidad social, buscando organizar y controlar las conductas dentro de una comunidad. Sin embargo, las leyes, al ser generales, necesitan ser interpretadas para aplicarse a situaciones concretas, lo que deja un espacio crucial para la actuación de los jueces.

Los jueces, en su función de interpretación, resuelven los casos específicos, adaptando las normas a las circunstancias particulares y, en ocasiones, generando jurisprudencia que puede modificar la aplicación futura de las leyes. Este proceso de interpretación judicial puede dar lugar a divergencias respecto a la intención original del legislador, pero es fundamental para asegurar que el derecho siga siendo relevante y eficaz en una sociedad en constante cambio.

En resumen, el derecho no es solo un conjunto de reglas rígidas, sino un sistema de normas que, a través de la interacción entre legisladores y jueces, se adapta a las necesidades sociales, regula conductas y asegura el orden y la justicia. La regulación de conductas está siempre en proceso de interpretación y ajuste, lo que convierte al derecho en una herramienta flexible, vital para el funcionamiento de la sociedad.

D.O.

 

Fuente:
Cañal Diana R., “Decisiones judiciales. La relación entre normas de fondo y de forma. Una mirada desde el Derecho del Trabajo”. Ed. Quorum. Bs As. 2006.
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