Jóvenes violentos.

Un grave problema con un principio de solución por medio del correcto ejercicio de la comprensión y de la autoridad por parte de los adultos auténticos, competentes y considerados con quienes conviven.

En general los jóvenes ejercen sin problemas la capacidad de tener sentimientos positivos hacia otras personas, de compartir, cooperar o ser útiles a un grupo. Pero, los hay también quienes van en contra de todo eso, que hacen sufrir a los demás, que provocan daños a sus pares, y que rechazan hasta las más básicas normas de convivencia. Jóvenes que, no obstante, parecen seguir normas específicas de los deportes que practican, y de los ámbitos a los que concurren voluntariamente como los clubes deportivos a los que pertenecen.

Entre éstos jóvenes, puede haber jóvenes que hacen daño a los demás simplemente porque quieren ver sufrir a otra persona. Los hay también quienes imitan la violencia implícita o explícita que les proveen los medios de comunicación y juegos electrónicos. También aquellos motivados por conseguir una posición de poder en sus grupos. Y, en general, porque observan que los resultados de tales conductas son posibles de realizar, muchas veces impunemente.

Es importante estar conscientes de que nos encontramos ante una problemática educativa, más que psicológica. Si bien los jóvenes se pueden deprimir, tener problemas psicológicos y hasta sufrir enfermedades mentales; no es atinado psiquiatrizar ni pscicologizar todos los malestares de sus vidas. No todos los problemas de conducta que manifiestan estos jóvenes violentos son atribuibles a problemas psicológicos.

Cierto es que cada vez es más habitual encontrar problemas de convivencia entre jóvenes grupos de jóvenes, y que los actos de violencia entre los mismos se repiten. Pero, no es menos cierto que los adultos educadores (docentes, entrenadores, instructores, etc.) no terminan de asumir la responsabilidad y el rol que les toca en dicha problemática. Cuando, en realidad, pueden ayudar a prevenir conductas violentas en los jóvenes con los que interactúan por medio de un trabajo enmarcado en dos parámetros básicos: La comprensión del estado emocional del joven, por un lado, y el ejercicio de la necesaria autoridad por el otro.

Así, la tarea del adulto debería trascender el aspecto académico, el del entrenamiento, el de la instrucción, alcanzando también a comprender al joven estudiante, practicante, o deportista. Acercarse a la realidad emocional de los jóvenes. A su situación personal y familiar. Disponiendo de un espacio para el tratamiento de tan sensible aspecto dentro de la  actividad que desarrolle el joven.

Asimismo, junto a toda la libertad que se pueda otorgar en tal desarrollo, debe indefectiblemente ejercerse la autoridad que sea necesaria. Nunca resultará nocivo y contraproducente para el joven conocer los límites de la conducta a seguir, cuando toda la libertad que es posible otorgar se ha visto superada.

Las pautas de acción de toda actividad con jóvenes deberían incorporar contenidos referidos a valores y principios, a la moral y la ética, -o a las normas y su aceptación-llegando a convertir esta reflexión en  eje central de los planes formativos de cualquier actividad que emprendan los jóvenes. Reflexión que debe incluir necesariamente la de los propios adultos educadores. Estos son los verdaderos guías. Los encargados de organizar a los jóvenes, de programar las estrategias, de moderar, de ayudar a la regulación de los conflictos y de preparar un motivador y acogedor ambiente de formación.

En concreto, no debemos seguir pensando que los adultos estan exentos de responsabilidad sobre la actualidad violenta de los jóvenes. La cual, ubica parte de sus fundamentos, en la conductas transmitidas por los adultos con los que conviven esos jóvenes violentos.

Por ello, el papel del adulto formador debería mínimamente actuar con autenticidad, no tiene sentido ni utilidad pedagógica que un conductor promulgue actitudes antiviolencia si su comportamiento demuestra que no es capaz de aceptar y trabajar por la paz. Poseer Competencia, es básico que el formador se instruya previamente en las estrategias de regulación de los conflictos. Y manifestar Consideración aceptando a todos los jóvenes a quienes conduce como personas dignas de todo respeto.

De comprometerse con estas características dependerá el desarrollo integral del joven con el que convivimos. Mas allá del conocimiento que éste pueda adquirir, o el nivel de destreza que llegue a desarrollar en un deporte.

Piensa bien y saldrá bien!

Daniel Olguin.

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Ser tolerantes, y dejar de ser intolerantes.

Un fenómeno de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) cuenta que la cercanía de las trincheras enemigas, que a veces no distaban más de 15 metros, hizo que en un momento los soldados de uno y otro bando empezaran a ver en sus contrarios a alguien muy parecido a ellos mismos. Y cuando dejaron de ser anónimos, cuando tuvieron rostros y voces, les resultó difícil odiarse porque sí.

Ante esta comprobación, en lugar de aniquilarse rápidamente, cosa que la corta distancia hubiese permitido, comenzaron a desarrollar sentimientos amistosos y hasta acabaron por celebrar en forma conjunta las Navidades.

Resultaron así largos períodos de calma y una especie de acuerdo tácito y mutuo de no atacarse. Lo desconcertó y enfureció a los jefes militares, a tal punto que, en febrero de 1917, el comandante de la decimosexta división de la infantería británica emitió un bando por el cual prohibía terminantemente entrar en contacto con el enemigo (a menos que fuera para liquidarlo) y prometía severos castigos para los infractores.

Hoy, la vida cotidiana parece a menudo una guerra de trincheras. La calle, los espacios educacionales, los laborales, los lugares públicos, las relaciones sociales y a menudo también las íntimas, los campos deportivos, e incluso, con inquietante frecuencia, las tramas familiares semejan escenarios de permanentes batallas. El armamento más común incluye la descalificación, la impaciencia, el prejuicio, el juzgamiento rápido y sin pruebas, la indiferencia, la manipulación, el ventajismo, el desprecio hacia las necesidades o prioridades ajenas.

Todo esto puede sintetizarse, finalmente, en una sola palabra: intolerancia.

Tolerancia es el respeto y la consideración hacia las opiniones y las prácticas de los demás aunque sean diferentes de las nuestras y la intolerancia, su opuesto, suele ser distintiva de aquellos entornos en los cuales el otro es visto como ajeno, como amenazante, como un obstáculo o, en el mejor de los casos, como un simple medio para la obtención de un fin. En ese entorno se instalan, los vínculos en los que el otro sólo es percibido en función de si “me es útil o no me es útil”. Así, cuando alguien no es “útil” (como compañero, como amigo, como conciudadano, como pareja, como vecino, como coparticipante de una misma actividad), interfiere, estorba, molesta, distrae, resulta intolerable.

Pero, ¿Como se llega a ser intolerante?

Al parecer,  nuestro comportamiento  indicaría que intentamos expulsar de nuestra conciencia lo que no aceptamos como parte de nosotros mismos, y los depositamos en otros. Se lo atribuimos sólo a los otros y, cuando lo advertimos en ellos, nos volvemos intolerantes hacia esas personas.

El extraño caso del doctor Jekyll y Mister Hyde es un claro ejemplo sobre esta cuestión. El doctor Jekyll, un científico intachable, encierra en sí al señor Hyde, un modelo de la maldad, y hasta desea ser como él, cosa que sólo consigue a través de una pócima de su invención que lo transforma y le hace perder el dominio de sí. Pero cuando está lúcido y consciente, Jekyll aborrece a Hyde, no lo acepta, lo odia hasta desearle la muerte.

Se puede decir entonces que los conflictos externos son manifestaciones de conflictos internos. Si odiamos a otro, si no lo toleramos, es porque de alguna forma nos odiamos a nosotros mismos, no toleramos aspectos propios que vemos en aquél. O sea que la intolerancia tendría un origen interno. Y quienes no podemos interpretar nuestros propios sentimientos, nos sentimos totalmente perdidos cuando se trata de saber lo que siente alguien que está cerca nuestro.

Tal vez, todo esto puede estar sucediendo porque olvidamos hacernos una pregunta sencilla, profunda y grandiosa: “¿Cómo sería yo si eso me estuviera pasando a mí?”. Y el olvido de esa pregunta nos dirige, sin duda,  hacia la intolerancia porque cuando la omitimos, cerramos nuestro corazón

La consigna básica del intolerante es: “Así soy yo, así es el mundo”. Es decir, cuando nuestra visión del mundo, nuestros pensamientos, nuestros deseos, nuestro ego son el patrón de medida, todo el que no entra en él será descalificado.  Se trata de un modelo de comportamiento muy riesgoso, ya que al no existir dos personas iguales, los márgenes de aceptación se reducen al mínimo.

¿Como salir de la intolerancia?

Quizá, después de todo, no se trate de ser tolerante, sino de aprender a aceptar.

Aceptar, en el caso de los vínculos humanos, es tomar al otro sin juzgarlo, acercarse a él interesado en sus  misterios y dimensiones, escucharlo y mirarlo con la intención de percibir en sus palabras y en sus aspectos su singularidad. Aceptar es, también, saber que no se puede cambiar al otro, y que quizá no se debe. Es respetar del mismo modo en que aspiramos a ser respetados, tener en cuenta del mismo modo en el que queremos ser registrados.

Tal vez, el camino hacia la erradicación de la intolerancia en las relaciones interpersonales deba incluir la tarea de acercar las trincheras de las batallas cotidianas hasta observar los rostros de los demás y empezar a descubrir que se parecen mucho al nuestro.

Como sea, para salir de la intolerancia es preciso aprender una tarea que requiere de las herramientas más valiosas de la inteligencia humana: la de usar los zapatos del otro y sentarse en su silla. Desde allí se asiste a una experiencia siempre deslumbrante y enriquecedora. La experiencia del encuentro.

Piensa bien, y saldrá bien!

D.O.

 

 


Extraído del artículo publicado en La Nación Revista – Nota de Tapa. “¿Podemos ser tolerantes? Navidad, Año Nuevo… el momento ideal para una pregunta que plantea el desafío más urgente: aprender a aceptar al otro”. El Domingo 23 de diciembre de 2007. Autor Sergio Sinay.
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Cuando lo esencial es invisible a los ojos.

En el proceso educativo de un niño, siempre hay actividad formadora de parte de los adultos que conviven con él. En el hogar, la escuela, el club, la iglesia, etc., todos esos adultos por medio de lo que hacen y dicen, contribuyen a la formación de los niños con quienes conviven. Actividad en la que “lo esencial es invisible a los ojos”.

“Lo esencial es invisible a los ojos” es una cita del  libro El Principito**, que relata la historia de un niño, que como todo niño es muy delicado y sensible. Y que vive en un planeta muy pequeño y en soledad.

Por ello, el niño nunca había visto muchas , cosas y mucho menos una rosa. Pero, un día, repentinamente se le aparece una rosa. Y a partir de ese momento toda su atención, su actividad, su hacer, pasa por observarla mientras florece.

Luego, cuando la rosa se convierte en una flor hermosa, la actividad del niño continúa con dedicarse a cumplir con los reiterados reclamos de la flor: “Protégeme del sol”, “protégeme del viento”, “prepárame el desayuno”, “atiéndeme”. Literalmente la rosa vuelve loco al niño con sus pedidos. Razón por la cual, el niño, pensando que la flor era demasiado complicada y que no llegaba a comprenderla en absoluto, decide dejar su planeta y a su rosa, para viajar en búsqueda de sabiduría.

De esta forma, en su viaje de aprendizaje el niño  llega al planeta Tierra donde conoce a un zorro, a quien el niño invitó a jugar porque se sentía muy triste dado que alguna vez se había sentido acompañado por una flor única . Pero el zorro se negó porque dijo no estar domesticado. “… verás, …si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…Por favor… domestícame”, le dijo el zorro. “Sólo se conocen bien las cosas que se domestican” “¡Si quieres un amigo, domestícame!”

Entonces, el niño inició el ritual de domesticación. Con mucha paciencia se fue acercando al zoro hasta que pudo sentarse a su lado. Repitiendo el rito cada día a la misma hora. Hasta finalmente llegar a ser amigos.

Luego de un buen tiempo, cuando llegó el día de la partida del niño para continuar su viaje de conocimiento, el zorro le dijo al niño que “lloraría”.

“Es tu culpa”, Nunca quise que sufrieras daño, pero tú quisiste que te domesticara”. ¡Y ahora vas a llorar! ¡Entonces no sirvió de nada! – respondió el niño.

Pero el zorro le aseguró que sí había servido, y añadió: “Ahora comprenderás que tu rosa, la que dejaste en tu planeta, es única en el mundo”. Porque ha sido a ella a la que regaste, abrigaste, cuidaste, a la que has oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse.

“Es sólo con el corazón que se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos” le confió finalmente el zorro.

¡Piensa bien y saldrá bien!

D.O.


*Cita del libro “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, Emece, Bs.As. 1951.
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La no-planificación de planificar.

“Debemos estar dispuestos a deshacernos de la vida que hemos planeado con el  fin realizar la vida que nos espera”. Joseph Campbell.

Una planificación es el diseño y proposición de la circunstancia y de los pasos a seguir para asegurarse de que un cierto proceso sea efectivo en la generación de un resultado deseado. Sin embargo las planificaciones nunca resultan si uno se apega a ellas. Y esto es así porque el acto mismo de intentar asegurar el suceder de una planificación ocurre en un ámbito diferente, más amplio que aquel en que ésta se propuso, lo que inevitablemente altera su dirección, llevándolo a un resultado diferente del deseado.

La salida está en la inteligencia, que es  la “plasticidad conductual” frente a un mundo cambiante. O sea, en la disposición a soltar la creencia de que la eficiencia y efectividad de la realización de una tarea o proceso dependen del apego a lo planeado.

La eficiencia y efectividad del hacer están en la “no-planificación del planificar”. Esto es, en no sujetarse de lo planificado y estando siempre dispuesto al hacer que se hace, sin expectativas, sin exigencias y sin supuestos. Y por supuesto, en y desde el amar lo que se hace.

Existimos en un suceder de continuo cambio. Y en estas circunstancias el arte y la ciencia del no-planificar está en entender la naturaleza del proceso en que uno se encuentra mientras vive. En saber, que a dónde se quiere ir, es un camino que se define momento a momento.

Los seres humanos, como mamíferos que somos, somos curiosos y como ellos procuramos mirarlo, olerlo, tocarlo todo; y además por expresarnos con lenguaje, queremos reflexionarlo todo en un ámbito cultural actual en el que queremos controlarlo todo. Y al querer controlar todo, perdemos plasticidad, se nos estrecha la inteligencia y nos apegamos a las planificaciones.

¿Será necesario controlarlo todo?, o… ¿Podemos en  cambio, confiar en la colaboración y la inspiración de vivir haciendo?,

Piensa bien y saldrá bien!!!

D.O.

Fuente:
Humberto Maturana Romesín. “Reflexión Inesperada: ¿Plasticidad conductual?” Publicado: http://www.matriztica.cl/plasticidad-conductual/
Matríztica es una organización dedicada a diseñar y generar espacios de trasformación cultural en organizaciones y comunidades humanas.
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Vivamos cada momento con sentido es “sentir” lo que vivimos en cada momento.

Enfoquemos el aquí y ahora. Seamos plenamente conscientes de la actividad que estamos realizando en cada momento, ignoremos todo lo que vino antes y lo que habrá después.

A muchos de nosotros, nos sucede que, no obstante tener las mejores intenciones y las mas altas aspiraciones de lograr grandes cosas, y hasta contribuir con algo valiosos a nuestro mundo, no sabemos como hacerlo porque parece que vivimos cada día lleno de actividades cotidianas que no nos dejan espacio para nada mas. Para perseguir nuestros objetivos mas altos. Nuestros sueños.

Por ejemplo, si hiciéramos una lista de todas las cosas que hacemos habitualmente, podría quedar aproximadamente así: Nos levantamos, nos higienizamos, tomamos el desayuno, enviamos y recibimos los primeros mensajes y correos electrónicos, inclusive chateamos por algún tiempo antes de salir a realizar nuestras actividades habituales. También, alcanzamos a leer alguna página web, y escuchar la radio enterándonos del estado del tiempo. Luego, compartimos unos momentos agradables con otros. Almorzamos. Tuvimos conversaciones productivas, y algunas improductivas. Volvimos a casa, y volvimos a enviar y recibir mensajes y correos electrónicos, a chatear, buceamos en la web, participamos de alguna comunidad virtual,  realizamos alguna actividad como aprender un instrumento, a bailar, pintar, etc., hicimos algún deporte. Escuchamos algo de música, trabajamos en alguna tarea atrasada, cenamos, charlamos con la familia, vimos algún programa de televisión, leímos algún libro o revista, y nos fuimos a dormir.

Concretamente nuestro día está compuesto de fragmentos. Y, si bien el valor que le damos a un sólo de un día puede no ser muy grande, sumando las  piezas día a día, año tras año, tenemos una vida dividida en millones de fragmentos. Actividades fragmentadas que cubren los hechos realmente importante de nuestras vidas.

Cuando nos encontramos en una situación similar, no estamos reparando en el hecho de que lo que hacemos, por pequeño que sea, decide  lo que sucede después. De que todo lo que hacemos es importante como pieza vital del cuadro mas amplio de nuestra vida.

Obviamente es imposible eliminar las necesidades cotidianas básicas: hay que comer, dormir, cumplir con las obligaciones escolares, laborales, sociales. Pero podríamos comenzar otorgando un sentido nuevo a cada actividad cotidiana. Por ejemplo, dejar de hacer de memoria nuestras actividades diarias, descubriendo lo importante que hay en cada una de ellas. Desde alimentarse, encontrarse con amigos y familiares, y hasta ir a dormir por la noches pueden adquirir un sentido especial.

Alimentarse adecuadamente nos permitirá estar en mejor forma física y mas saludable. El encuentro con amigos y familiares forma parte de una interacción de la que nos podamos nutrir, partiendo de la base de que todos tenemos algo para dar o para recibir del otro. El sueño de cada noche es tomado como el necesario espacio reparador en el que todos nuestros sentidos y mecanismos recargan su energía, especialmente donde nuestra mente puede encontrar niveles de acción que no se dan en la vigilia.

De esta forma comenzamos a enlazar todos los fragmentos como parte de algo con un sentido, en una dirección. Y en lugar de ver cientos de fragmentos aislados, comenzamos a ver un cuadro general y las muchas piezas de que está compuesto.

Valoremos cada día. Cada minuto. Cada fragmento. Porque tienen que ver con el resto de los días y minutos de nuestras vidas.

Como cada paso que damos en nuestro viaje por el camino de la vida. Un paso nos llevará al siguiente. Sin el primero no habrá un segundo. El modo en que damos nuestro primer paso tiene que ver con el segundo y con la meta final. Sin importar lo lejos que pensemos que pueda estar.

Observemos lo que hacemos.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.


Fuente: “Un Día de Vida” de Menajen Mendel Schneerson, incluido en “Hacia una vida plena de sentido”. Printing Books. Bs. As. 1999.
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El rol del adulto en el mundo de los jóvenes.

Los jóvenes de hoy representan la generación mas brillante que ha vivido en nuestro planeta. Pero, a su vez, el mundo en el que les toca actuar también es un mundo que podemos calificar como sin igual a otro anterior. Este mundo exige desarrollar njevas competencias y cualidades que les ayuden a encarar con éxito los constantes desafíos de los cambios constantes y cada vez mas rápidos.

Por lo tanto, las habilidades que necesitan los jóvenes de hoy no están solamente ligadas a los mejores logros académicos que alcancen, sino que también con desarrollar, en lo personal, una valoración adecuada de sí mismo, con el autocontrol, con el manejo de las emociones, con la adaptabilidad y la iniciativa; y, en lo social, con el desarrollo de la empatía, de la creación de vínculos, el trabajo en equipo, y la colaboración.

Ese parece ser el desafío de los jóvenes actuales respecto del mundo en el que les toca vivir y desarrollarse. Pero, a su vez los adultos debemos reconocer y aceptar que también tenemos un rol fundamental que cumplir.

El panorama nos obliga a no quedarnos de brazos cruzados. Los adultos debemos comprometernos en ayudar a los jóvenes en tal desafío. Tarea que incluye necesariamente dos aspectos fundamentales, uno  prestar plena atención a los que los jóvenes hacen intentando vivir su propio camino, y otro, mostrar lo que nosotros los adultos estamos haciendo intentando vivir el nuestro.

Observar detenidamente sus acciones, nos dará la posibilidad de ayudarles a que identifiquen sus dones y talentos naturales, sus pasiones, sus necesidades, y que encuentren hacia dónde apuntar sus energías y sus elecciones. Mostrar las nuestras, es la única forma de señalarles todo lo anterior con algún grado de éxito.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

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Mis Abuelas y Abuelos, maestros también en la política.

Creí en una justicia social que conocí por medio los cuentos apasionados de mis abuelas, ambas peronistas y que habían participado de alguna forma en aquellos momentos del 45 al 55, y que referían a momentos maravillosos y más justos. A su vez, frente a la pasión de mis abuelas, estaba el silencio de mis abuelos, sus esposos, y que dedicaron todos sus días a trabajar uno como albañil y otro como zapatero remendón. Lo que significaba para mí la confirmación de la postergación, la opresión, y la falta de libertad que, no dudaba, vivíamos en los años setenta.

Por lo tanto, a mi tiempo, creí que debía contribuir a una “revolución” que nos devolviera a todos en ese añorado lugar. Entonces, siempre creyendo, adopté la ideología y las acciones supuestamente revolucionarias que me ofrecía y proponía el movimiento de la “maravillosa juventud peronista”, aquella de Perón del 73.

En tal sentido, y para mencionar algunas de mis irreflexiones, recuerdo que no dudé en  apoya a la toma de mi querido Colegio Nacional incluyendo la remoción de sus autoridades, que por supuesto, también sin dudas, los consideré afines al régimen dictatorial previo al gobierno revolucionario y que por lo tanto debían pagar el precio de años de educación sectaria y oligárquica. Ello, aunque un año antes había elegido ir a ese colegio por ser estatal, libre, laico, y señero en mi barrio en eso de albergar y expedir jóvenes al trabajo o a los estudios superiores.

También, suma al anecdotario, que desde mi supuesto activismo revolucionario en la resucitada Unión de Estudiantes Secundarios, a la que religiosamente concurría con fines menos deportivos que místicos, intentando denodadamente que quien se me acercara terminara entendiendo el gran logro reivindicativo que significaba recuperar “para todos”, tal espacio deportivo.  Aunque como no podía pagarme un club privado, yo ya concurría a hacer deportes allí cuando el predio era el  Centro de Educación Física Nro.1, y por supuesto que gratuitamente.

Lejos estoy desde aquel año 76 de cualquier ideología, ya que impiden toda reflexión necesaria a su respecto. Cuanto mas seguros se está de creer en ellas, menos nos llegamos a preguntar el porqué creemos, y mucho menos aún, porqué cree el otro en lo que cree. En realidad, además, nuestra actualidad país nos demuestra, que estamos lejos de lograr alguno de los objetivos que dichas ideologías sostuvieron.

Pero, asimismo, a mis 60, intento estar apartado de cualquier creencia absoluta. El dar todo por sentado, el creer sin preguntarme, y sin preguntar a otros con diferentes puntos de vista, me quitó la posibilitad de valorar mejor aquél silencio de mis abuelos. Quienes aún pesar de la postergación, la opresión, y la falta de libertad, me estaban indicando silenciosamente, el camino del trabajo y de la perseverancia en la búsqueda de cualquier bienestar para uno mismo y los suyos más allá de los vaivenes de las ideologías políticas del momento.

Me estaban mostrando lo innecesarias, inútiles y hasta dolorosas que resultan todas disputas sobre ideologías cuando no hay espacio de reconocimiento y aceptación del otro.

Pero sobre todo, me estaban enseñando el respeto por lo que el otro puede pensar.

Por ello, desde hace tiempo que mi contribución como ciudadano consiste en reflexionar e identificar cuales de mis actos de todos los días demuestran un modo de convivir respetando a los demás y mirándolos como parte de un proyecto en común de ciudadanía democrática cada vez más equitativa.

Ese es el compromiso que tengo por la lucha en la que sigo embarcado y en la que mis abuelas y abuelos me introdujeron con pasión y con silencio.

Piensa bien y saldrá bien!

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La cuestión es la Creatividad. Pero ¿es contemplada por el sistema educativo ?

Si no estás dispuesto a equivocarte, nunca llegarás a nada original.

Ken Robinson decía ya en el año 2011;

La mayor parte de nuestros sistemas educativos están desfasados. Son anacrónicos. Se crearon en el pasado, en una época distinta, para responder a retos diferentes. Y con el tiempo, se han vuelto cada vez más limitados.

En todas partes del mundo hay intentos de reformar la educación, y uno de los grandes mantras es que hay que elevar los estándares.  ¡Por supuesto que deberíamos mejorarlos siempre! ¡pero no sirve de nada aumentarlos si están equivocados! Por ejemplo, en la mayoría de sistemas, se insiste mucho en elevar los estándares de matemáticas y de lengua, que por supuesto son muy importantes, ¡pero no son lo único que cuenta en la educación! Las disciplinas artísticas cuentan, las humanidades cuentan, la educación física también…

Si nos planteamos cuál es el propósito de la educación, los políticos a menudo hablan de volver a lo esencial, a lo básico. Y creo que hay que hacerlo, ¡pero primero tenemos que ponernos de acuerdo sobre qué es lo esencial! En mi opinión, la educación, desde la guardería hasta la formación de adultos, tiene en líneas generales tres objetivos, o por lo menos debería tenerlos.

El primer reto de la educación es económico. Es innegable que una de las grandes expectativas que tenemos sobre la educación es que, si alguien tiene estudios, estará en mejor posición para conseguir un trabajo, y la economía se beneficiará. Por eso invertimos tanto dinero en la educación. Pero el problema es que las economías del mundo han cambiado diametralmente en los últimos 50 años! El mundo cada vez está más dominado por los sistemas de información, estamos inmersos en una economía de servicios y la industria se ha trasladado fuera de Europa: ahora mismo se ubica mucho más en Asia. Por consiguiente, económicamente, el mundo de ahora no tiene nada que ver con el mundo en el que los adultos de hoy  crecimos. La revolución industrial forjó nuestro mundo, pero también fraguó nuestros sistemas educativos: ¡tenemos un sistema de educación industrial! Es un modelo de la educación basado en la producción.

El segundo gran reto educativo es de índole cultural: una de las cosas que esperamos de la educación es que ayude a las personas a comprender el mundo que les rodea y a desarrollar un sentimiento de identidad cultural, una idea sobre su lugar en el mundo. Si analizamos los sistemas educativos de todos los países… se pretende ayudar a los alumnos a conocer mejor la cultura. Es una gran expectativa de la educación. El problema es que el mundo también se ha transformado culturalmente en los últimos 50 años. No tiene nada que ver con el mundo en el que crecimos: cada vez es más interdependiente, más complejo, y también más peligroso culturalmente en algunos aspectos, más intolerante en ciertas cosas…

El tercer gran objetivo de la educación es personal: una de las cosas que esperamos de la educación es que nos ayude a convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos; que nos ayude a descubrir nuestros talentos, nuestras destrezas.
Y creo que la educación ha fracasado estrepitosamente en ese sentido, puesto que muchos acaban sus estudios sin descubrir lo que se les da bien, sin averiguar jamás sus talentos. ¡Muchos pasan por la escuela y llegan a la conclusión de que carecen de cualquier talento! Y esto sucede porque, en el fondo, tenemos una visión de las aptitudes muy limitada. También ha habido cambios en ese sentido…

Vemos pues que hay cambios en nuestra noción de inteligencia, pero también en la cultura, que ha cambiado y se ha complicado, por no hablar de hasta qué punto se ha revolucionado econonómicamente el mundo. Además, por otro lado, se ha producido una escisión entre la ciencia y las disciplinas artísticas, y hemos ignorado un campo fantástico: el de la creatividad.

En la mayoría de sistemas tenemos, por encima de toda jerarquía, la lengua, las matemáticas y las ciencias; un poquito más abajo están las humanidades, como la geografía y los estudios sociales, o la filosofía (cuando se enseña)… y debajo de todo están las disciplinas artísticas. Hay poquísimos sistemas educativos (no conozco ninguno, de hecho) que enseñen danza con el mismo rigor y sofisticación con el que se enseñan matemáticas. ¿Por qué hay esta jerarquía? Muchos te dirán: «¡es evidente! ¡Tiene que haber una jerarquía!» Pero, ¿por qué?

Creo que hay dos motivos, el primero de los cuales es económico. Se cree que las materias que están más arriba en la jerarquía son más relevantes para el mundo laboral……para encontrar un trabajo. Y te encuentras con afirmaciones como: «no te dediques al arte, jamás serás un artista ni te ganarás la vida con el arte», «no hagas música, es muy difícil salir adelante como músico». Así que un argumento es claramente económico.

Pero lo interesante es que nadie te dice: «no te centres en las matemáticas, nunca serás matemático» ni tampoco: «olvídate de la química, jamás serás químico». Esto se debe a que, en nuestra cultura intelectual, existe una asociación entre las ciencias y cierto tipo de conocimiento objetivo. Se cree que, al trabajar con las ciencias, se trabaja con hechos y certeza, que son las cosas que marcan diferencias en el mundo; mientras que las disciplinas artísticas se asocian con los sentimientos y la expresión personal, por lo que están muy bien para entretenerse, pero no son importantes para la economía.

La ilustración y la revolución científica crearon un modelo de inteligencia y conocimiento que ha imperado en nuestra cultura. Desde entonces, el arte se ha asociado con la expresión de sentimientos. Y creo que es un problema enorme, porque esto ha disociado el intelecto de la emoción, y hemos pasado a considerar ambas cosas como separadas, en detrimento tanto de las artes como de las ciencias.

La creatividad ha pasado a asociarse con lo artístico y no con lo científico, porque se cree que la creatividad tiene que ver con la expresión individual de las ideas.

Yo propongo, entre otras cosas, retomar una concepción de la creatividad que nos devuelva la relación entre las disciplinas artísticas y científicas, puesto que ambas salen perjudicadas de la separación.

Ahora mismo, nuestra generación (y con esto no me refiero a ti y a mí, sino a toda la generación de personas que habitan en la Tierra ahora, a todos los que convivimos en el planeta) tenemos que enfrentarnos a retos que carecen de precedentes en toda la historia de la humanidad. Uno de los motivos por los que defiendo con tanta pasión el hecho de que hay que modificar la educación y replantearse la creatividad,  es porque me parece que, a no ser que cambiemos nuestra manera de pensar de nosotros mismos, no estaremos a la altura de los desafíos a los que nos enfrentamos ahora.

Y, si no hacemos frente a los retos, ¡las consecuencias podrían ser desastrosas! No quiero ser catastrófico, pero me parece que hay muchísimo en juego.

Ken Robinson.

Fuente: Entrevista de EDUARD PUNSET a Ken Robinson, experto en desarrollo de la creatividad. (04.03.2011).
http://www.rtve.es/television/20110304/redes-sistema-educativo-anacronico/413516.shtml
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Ser impaciente es distinto a decidir no tener paciencia.

La paciencia está relacionada con estar en paz con el proceso de la vida, en el que todo sucede en la secuencia perfecta de tiempo espacio. Por lo tanto, cuando estamos impacientes por algo,  en realidad no estaríamos queriendo tomarnos el tiempo necesario para tomar consciencia de lo que esta sucediendo, y en su caso hasta aprender la lección que puede contener esa situación que nos ocupa. En este caso, ser impaciente no acelera la velocidad del proceso de nuestras vidas, y es sólo una pérdida de tiempo impacientarse.

Ahora bien, ello no quiere decir que decidamos en forma plenamente consciente no tener paciencia para algunas cosas o situaciones. Es más, puede ser altamente conveniente dejar de ser paciente con las críticas y exigencias de cualquier naturaleza, con la mentira y la manipulación.

O sea, que si realmente lo deseo, puedo decidir tener paciencia y pensar que aunque todo en mi mundo esta bien y que poseo todo lo que necesito, si algo debe serme dado, lo recibiré oportunamente; por lo cual ser impaciente sería una verdadera pérdida de tiempo.

Pero, además, puedo decidir conscientemente no ser paciente con todo lo que me aleja de mi bienestar; por lo que, en este caso, perder el tiempo -ademas de poner en riesgo la salud- sería ser paciente.

Piensa bien y saldrá bien!

Fuente: @Louise Hay

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Vemos el mundo, no como es, sino como estamos condicionados para verlo.

La razón por la que no comprendemos la diferente percepción de diferentes personas sobre una situación determinada, es porque hemos dado por supuesto que dicha percepción tiene lugar en el mismo tipo de universo de información que YO poseo y que YO acepto como válido.

Ahora bien, tratemos de imaginar a tres hombres sosteniendo cada uno en su mano un pequeño rozo de maderas, y que cada uno suelta el pedazo de madera con el siguiente resultado: En el primer caso la madera cae hacia abajo. En el segundo caso, va hacia arriba. Y en el tercer caso, permanece donde está.

Nos parece inmediatamente, que el comportamiento de la madera en el primer caso es perfectamente normal, lógico y esperado. Mientras que el comportamiento de la madera en los otros dos casos nos parece extraño, extraordinario y completamente increíble.

Pero esto solo ocurre porque suponemos que el segundo y el tercer hombre están en el mismo conjunto de circunstancias en el que algo sucede, que el primero. Y suponemos que los tres hombres se encuentran sobre la superficie de la Tierra de una manera normal. Entonces, por más que tratemos, no podemos explicar el extraño comportamiento del segundo y tercer pedazo de madera en este universo, que resulta para nosotros “anormal”.

Pero el misterio se resuelve instantáneamente si a la premisa anterior de las tres situaciones le sumamos que los tres universos son distintos:

Aclarando que en el primer caso el hombre está sobre la superficie de la tierra y por eso la madera cae hacia abajo en forma esperada.

En el segundo caso, está debajo del agua y en este universo diferente, naturalmente, la madera flota hacia arriba.

Y, en el tercer caso, el hombre está en órbita en un nave espacial y por ese motivo la madera ingrávida permanece en su lugar.

Entonces, un comportamiento extraño o inexplicable se vuelve súbitamente obvio y lógico una vez que tomamos conciencia de que tiene lugar en un universo diferente del que suponíamos que se encontraba.

Suposición que se basa en nuestra propia historia, prejuicios, influencias sociales, sesgos, emociones y CREENCIAS. Y, por lo tanto, lo que vemos es siempre a través de nuestros esquemas mentales.
 

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

 

Fuentes:
Edward De Bono. “Conflictos”. Ed. Planeta. 1990.
Facundo Manes, “Entre la burbuja informativa y la grieta: ¿por qué la evidencia científica no logra cambiar lo que pensamos?”. https://www.infobae.com/tendencias/2019/09/02/entre-la-burbuja-informativa-y-la-grieta-por-que-la-evidencia-cientifica-no-logra-cambiar-lo-que-pensamos
¿Cómo funciona nuestra mente?” http://danielolguin.com.ar/?p=100 
Vemos el mundo como somos, no como es”. http://danielolguin.com.ar/?p=146

 

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