Una formación adecuada y pertinente a los cambios que ya ha traído la realidad social, especialmente en el mundo del trabajo y de la producción. debe contener estrategias que contribuyan a que los estudiantes de derecho no solo comprendan el marco legal existente, sino que también estén preparados para liderar y adaptarse en un entorno legal y social en constante evolución.
En tal sentido, mínimamente, una verdadera formación pertinente debe contar:
Con la actualización constante del currículum con los cambios legales y sociales más recientes, abarcando temas emergentes como la inteligencia artificial, la ciberseguridad, la protección de datos, y el derecho ambiental.
A su vez debe contemplar la integración de temas interdisciplinarios, incorporando cursos que relacionen el derecho con la tecnología, la economía, la sociología, y las ciencias políticas.
Y, apuntar al desarrollo de habilidades prácticas, ofreciendo programas clínicos y prácticas en el campo legal donde los estudiantes puedan trabajar en casos reales bajo la supervisión de abogados experimentados. Incluyendo simulaciones de juicios, mediaciones, y negociaciones para desarrollar habilidades prácticas.
También incluir formación en justicia social y equidad, por medio de cursos y seminarios sobre derechos humanos, discriminación, y justicia social. Sumado a la participación en proyectos pro bono y clínicas legales que trabajen con comunidades desfavorecidas. Lo que tenderá a favorecer el compromiso social del futuro abogado.
El fomento del pensamiento crítico y la Innovación incluyendo cursos y actividades que promuevan el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la innovación en el campo legal.
Crear espacios para la discusión y el debate sobre cómo las leyes pueden adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos.
Y, enseñar estrategias para gestionar el estrés y la incertidumbre en la profesión legal.
D.O.