“La única verdad es la realidad”*

El término huelga refiere a la suspensión temporal y colectiva del trabajo por parte de los trabajadores, con el objetivo de ejercer presión sobre los empleadores para obtener mejoras laborales o defender sus derechos. En Argentina, el derecho a la huelga es un derecho fundamental reconocido en la Constitución Nacional y en la legislación laboral.

Una huelga, aun legal, conlleva consecuencias y efectos jurídicos como la suspensión de los contratos de trabajo, lo que significa que, durante la huelga, el empleador no está obligado a pagar salarios ni otros derechos laborales a los trabajadores. O sea, si bien los trabajadores no pueden ser despedidos ni sancionados disciplinariamente por participar en una huelga legal, no reciben el salario correspondiente a la jornada o las horas que se ausentan.

Las consecuencias de una huelga legal también son económicas y afectan tanto a los trabajadores como a las empresas. Durante una huelga, los trabajadores no reciben salario correspondiente a los días o horas en que se ausentan, lo que afecta sus ingresos y su capacidad para cubrir sus necesidades básicas durante el período de huelga. También la huelga genera costos adicionales para la empresa, como los costos adicionales para mantener la producción o los servicios. Sumado a la pérdida de ingresos la durante una huelga, la empresa experimenta además una interrupción en la producción y los servicios, lo que puede afectar su funcionamiento normal y la satisfacción de los clientes.

Ahora bien, en una huelga general, se da una situación un tanto paradójica. Los trabajadores, en principio, están participando activamente en la huelga y, por lo tanto, han decidido no trabajar como forma de protesta. Sin embargo, si la huelga afecta al transporte público o al medio de transporte utilizado exclusivamente por el trabajador, cuando los empleadores, tomando medidas para mitigar las consecuencias económicas y operativas de la huelga, ponen a disposición un medio de transporte alternativo (como un remise, por ejemplo), los trabajadores trabajan y cumplen con sus responsabilidades laborales.

Esta situación demuestra el bajo alcance de solidaridad y unidad entre los trabajadores de diferentes sectores y gremios. Pero también señala que individualmente desean trabajar, y lo hacen si pueden trasladarse a sus lugares de trabajo.

Los trabajadores, son conscientes de las consecuencias económicas y sociales de la huelga, como la pérdida de ingresos y la interrupción de servicios y en realidad, consideran que la causa no es lo suficientemente importante como para asumir estos sacrificios temporales. En resumen, en una huelga general, los trabajadores no están dispuestos a renunciar temporalmente a su trabajo individual en aras de un objetivo colectivo más amplio.

Por ello, la huelga no es, ni debe ser la única opción. Si bien la huelga es una herramienta poderosa utilizada por los trabajadores para expresar su descontento y presionar por cambios en las políticas laborales, existen alternativas a la huelga que pueden ser igualmente efectivas o complementarias. Como la protesta pacífica, que se basa en ejercer los derechos de expresión, reunión y petición contemplados en la Constitución argentina y en los instrumentos internacionales de derechos humanos. Incluye acciones como cacerolazos, vigilias y manifestaciones sin recurrir a la violencia. Mantener canales de diálogo abiertos entre empleadores y empleados. Y recurrir a mediadores o árbitros imparciales puede ayudar a encontrar soluciones equitativas sin necesidad de huelga.

Como sea, al parecer, la realidad es que aun aquellos trabajadores que sostienen y reclaman la necesidad de un cambio en las políticas del gobierno que mejoren su angustiante situación económica desean hacerlo mientras trabajan.

DO.

*Frase acuñada por Aristóteles, utilizada por Immanuel Kant y que el general Perón hizo suya en 1948 para justificar el aumento del precio de los productos exportables en la Argentina de posguerra.
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