El proceso pedagógico repercute de manera significativa en la conducta social de los futuros profesionales. Así, producto de lo que les han enseñado, muchas de las prácticas sociales de los abogados, no hacen más que repetir patrones adquiridos en su formación de grado.
Lamentablemente, en la formación del abogado se observa una uniformidad académica que prioriza los aspectos puramente jurídicos, donde el formalismo de inspiración positivista es el modelo dominante en la enseñanza del derecho.
Modelo que, entre otros aspectos, tiene como características centrales ser resistente a la apertura interdisciplinaria, y postula una visión dogmática y exegética de la enseñanza y la neutralidad política del derecho. Rasgos que son presentados por docentes como un discurso único y como tal, irreemplazable y sobre el que no es necesario reflexionar.
Los conocimientos que se jerarquizan y privilegian son los jurídicos, mientras que los vinculados a las ciencias sociales se consideran irrelevantes, marginales y prescindibles. Además, el interés cognitivo más frecuente en el ámbito de la Facultad de Derecho suele ser la demostración de una tesis a través de recursos argumentativos y no la comprobación empírica de hipótesis que caracteriza a la investigación en ciencias sociales. Visión, que, en definitiva, inhibe y no favorece el desarrollo en los estudiantes de competencias reflexivas y críticas, las que resultan indispensables para la investigación.
Así, un efecto concreto de este modelo es que los van incorporando una noción de neutralidad valorativa. En cierto modo, uno muy cierto, el estudiante de derecho se va divorciando de la realidad. Supone que el abogado no necesita mirar la realidad fuera de la ley escrita. Y que solo necesita acomodar su imaginación a los prejuicios de la cátedra, a ejercitarse en el manejo de ficciones, a interpretar las prescripciones de la ley.
En definitiva, el abogado, desde su formación aprende una noción de lo justo que no se encuentra en la realidad social, fundado a la idea inculcada de que el derecho es un sistema inmutable.
Pero, además, también, desde su primera formación, a los futuros abogados se les inculca que la última palabra la tenga el profesor y las teorías sostenidas, sin importar si su actuar es arbitrario o caprichoso, como si se tratase de un ejercicio preparatorio para enfrentarnos a un juez u otra autoridad en el futuro. Entonces, a su turno, cuando el estudiante llegue a convertirse en ese magistrado, sabrá que ha llegado su momento para ejercer ese mismo poder y ser tratado como superior. El abogado, en consecuencia, también asume esta jerarquía como un comportamiento habitual y naturalizado, aprendido en la universidad y perpetuado en el ejercicio de la profesión.
Por ello, adhiero a quienes sostienen que el profesional del derecho será mejor si es buen sociólogo. Es que la sociología en la formación de abogados dispone a los estudiantes de derecho a conocer la realidad social con la que el derecho se vincula, para potenciar sus posibilidades de generar orden social y encontrar soluciones científicas a los problemas sociales actuales. Pero, demás apunta a mejorar su desempeño como abogados ampliando la concepción del derecho y mejorando sus habilidades como intérpretes de las normas.
La sociología como teoría y como forma de producir conocimiento, sirve, sin dudas, para romper inercias en el mundo de la enseñanza jurídica. Y posee la potencialidad de diagnosticar problemas, deconstruir y desnaturalizar las hegemonías establecidas en el campo jurídico. Vinculándose además con el rol central que tiene la universidad dentro del proyecto de modernización y de fortalecimiento del estado nación. Así la preminencia del conocimiento de las normas y de los aspectos técnicos de su implementación, debe ser complementada por el estudio de las ciencias que se consideraban necesarias para el bien social y el manejo de la cosa pública.
La sociología, sin dudas, posee la potencialidad de ampliar y diversificar el campo jurídico, pero fundamentalmente de contribuir a que el abogado participe activamente en la transformación y adaptación de un mundo que se caracteriza por cambios veloces e inéditos de la sociedad en la que tales abogados se desempeñarán.
D.O.
Fuentes:
Claudio Javier Moreno Rojas. “¿Por qué los abogados somos como somos? Un análisis del comportamiento social de los abogados desde el derecho, la sociología y la educación jurídica.” Artículos de investigación. Revista PEDAGOGÍA UNIVERSITARIA Y DIDÁCTICA DEL DERECHO RECIBIDO: XX/XX2/20XX • APROBADO: XX/XX/2022 • PUBLICADO: 31/12/2022. sitio web: pedagogiaderecho.uchile.cl.
Carlos A. Lista y Silvana Begala. “La Sociología en la formación de los abogados”. XIV Jornadas de Sociología. “SUR, PANDEMIA, Y DESPUÉS”. Carrera de Sociología. UBA Sociales. 2021.