La nueva formación de abogados no solo es tecnología.

La humanidad se encuentra instalada en el pleno desarrollo de una Cuarta Revolución Industrial[1], la que sería continuadora de la denominada “Revolución Digital” y que estuvo basada en el uso intensivo de tecnologías de información y comunicaciones.

En este nuevo contexto, la inteligencia artificial es señalada como elemento central de esta revolución, y con ella se relacionan los fenómenos de “big data”[2], uso de “algoritmos”[3], y la interconexión permanente y masiva de sistemas y dispositivos digitales. En efecto, la “Internet de las Cosas”[4] está generando una ingente cantidad de datos que son transmitidos y analizados, usando algoritmos a una velocidad antes inimaginable utilizando cada vez con mayor frecuencia las capacidades que abre la inteligencia artificial.[5]

Es destacable el valor de estos procesos para soluciones en sectores claves

como en el sanitario, la vivienda y el urbanismo, la seguridad pública, entre otros. Siendo el impacto de la Cuarta Revolución industrial, intenso, profundo y transversal, afectando los planos político, económico, cultural, social y hasta antropológico.

Resulta entonces de gran importancia que los profesionales del Derecho complementen las habilidades tradicionales con una visión técnica y jurídica de las tecnologías emergentes.

En tal sentido, desde su formación, lo abogados deben desarrollar habilidades claves en áreas como la estrategia digital, la inteligencia artificial, la arquitectura de datos, la blockchain y demás tecnologías emergentes, dado que estos profesionales están llamados a innovar en el ecosistema legal, creando soluciones ágiles y una experiencia de usuario única en todos sus servicios adoptando herramientas y tecnologías digitales para automatizar tareas y procesos, como la revisión de documentos, el análisis de datos y la generación de informes. También siendo capaz de utilizar herramientas de inteligencia artificial para mejorar su capacidad de análisis y toma de decisiones.

Pero, éste no es el único ni el más importante desafío de un abogado actual.

A los abogados, se les exige desde el día en que juran al recibir el título de grado que pongan en juego los conocimientos de su profesión, de su arte y de su ciencia, y en tal ejercicio profesional se encontrarán a diario con problemas reales por resolver, para los cuales no siempre tendrán respuestas desde lo aprendido en la Universidad y tendrán que inventarlas.

Pues bien, este desafío creativo puede ser planteado desde el primer día de su formación académica de grado, siendo fundamental que los estudiantes del Derecho se formen en el modo en el que se construye el conocimiento.

Entonces, como primera medida, los abogados deben formarse en observar la realidad social. Sociedad en la que viven y ejercerán su profesión. Es de vital importancia reconocer cuales son los cambios que se necesitan y que la sociedad reclama, para luego, en consecuencia, lograr una adecuada aplicación del Derecho al mundo actual.

La universidad es el espacio de construcción del conocimiento por excelencia a partir de la investigación. Y en particular, respecto de la enseñanza del Derecho, a partir de la investigación social, recuperando problemas sociales actuales no solo para analizarlos como fenómenos, categorizarlos y teorizar a partir de ellos, sino también para reflexionar, crear y general soluciones de manera colectiva. Soluciones con potencialidad de cambiar a una comunidad en un sentido positivo.

Para ello, no son suficientes ciertas metodologías de la enseñanza del Derecho tales como las basadas en casos, en problemas o en proyectos, sino a construcciones que ayuden a resolver problemas que no existían antes de iniciar esa práctica de la enseñanza. Construcciones en las que se parte del problema de la realidad social – no en una ficción académica- como marco para la construcción de conocimiento a aprender.

Sin dudas, el estudiante de Derecho debe desarrollar desde el comienzo de su formación las mejores habilidades en investigación del fenómeno social. Habilidad que sumada a las tecnológicas y al más profundo y pertinente conocimiento de la ley, harán de un profesional apto para encontrar las soluciones jurídicas que la sociedad reclame en el momento histórico y en el contexto cultural de que se trate.

D.O.

1. Término acuñado por el fundador del Foro Económico Mundial Klaus Schwab, en 2016.
2. Conjunto de tecnologías que han sido creadas para recopilar, analizar y gestionar los datos que generan los usuarios de Internet. Su idea es la de recopilar los datos masivos que son generados en “bruto”, y procesarlos para identificar patrones u otro tipo de comportamientos que puedan ayudar a sectores concretos.
3. Un algoritmo (expresión que procede del nombre del matemático persa al-Khal-Khwarizm), se define en sus orígenes como es una lista finita de instrucciones que se aplican a un input durante un número finito de estados para obtener un output, permitiendo realizar cálculos y procesar datos de modo automático.
4. Proceso que permite conectar los elementos físicos cotidianos al Internet: desde los objetos domésticos comunes, como las bombillas de luz, hasta los recursos para la atención de la salud, como los dispositivos médicos; las prendas y los accesorios personales inteligentes; e incluso los sistemas de las ciudades inteligentes.
5.  Conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas, y que pueden mejorar conforme recopilen información

 

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