Inteligencia y emoción.

Tener respuestas inteligentes tiene que ver con la posibilidad de reflexionar sobre nuestras emociones.

La inteligencia humana en particular, y de los animales en general, tiene que ver con la plasticidad. Con la mejor adaptabilidad al cambio. En contrario, el comportamiento rígido, el que no se adapta a las circunstancias cambiantes, no es inteligente.

Las emociones están relacionadas con esa inteligencia. Son fundamentales para lo que sucede en todo lo que hacemos. No existe acción que no dependa de una emoción que la haga posible. Y, a su vez, diferentes emociones nos llevan por diferentes caminos. Respondemos y nos relacionamos de distintas formas, según nuestras emociones.

Ahora bien, la sensación consciente de una determinada reacción emocional son los sentimientos. En general, cuando hablamos de emociones, nos referimos a la forma en que nos sentimos ante diferentes emociones. Si bien la emoción nos mueve y empuja a vivir en contacto con el mundo que nos rodea, los seres humanos, además, experimentamos sentimientos que la expresan.

Los seres humanos sentimos miedo, pero además sabemos que sentimos miedo. Tomamos conciencia del miedo, y asimismo le podemos poner nombre a nuestro miedo: tengo miedo a …; … a que me pase tal cosa …; … por tal cosa. Entonces, al observar y distinguir un comportamiento en particular, podemos identificar la emoción que está detrás.

Este es un mecanismo que hacemos habitualmente. Y, si queremos, nos resultará fácil hacer la reflexión sobre nuestra emocionalidad, absolutamente necesaria para hacer posible adaptarnos mejor, y ser inteligentes.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

Fuente: The Biology of Business II. Love Expands Intelligence. Humberto Maturana Romesin and Pille Bunnel. 1999, Reflections: The Sol Journal.
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