La capacidad de tomar riegos es lo que verdaderamente nos diferencia como personas. Y dependerá del tamaño o el peso de ese riesgo sumido, la posibilidad concreta de alcanzar el objetivo o meta deseada de la mejor manera, o de no lograrlo en nada.
Eso es algo que nadie puede hacer por nosotros. Es algo propio. Íntimo. Y hasta en ocasiones parecerá ingrato, porque solo aquél que asume riesgos conoce su peso. Pero, la angustia que pueda producir, el temor, se traduce finalmente en el verdadero éxito en la vida. El que se consigue por propia decisión, y por medio de los talentos naturales que poseemos utilizados correctamente. Y, en definitiva, sin importar demasiado la medida del logro alcanzado o del sueño cumplido.
Más preparados estaremos para utilizar esta capacidad, cuando más disminuimos las ocasiones en las que intentamos recurrir a otros que pueden facilitarnos el objetivo deseado, alivianar el compromiso, o impedir la decisión de tomar riesgos. Responsabilizando a otros sobre el alcance o no de nuestro sueño y relegamos o disminuimos nuestra libertad. que es la posibilidad de elegir.
Es altamente positivo no responsabilizar a otro que no sea uno mismo sobre todo lo que hacemos. Puede infundirnos temor porque solo nosotros sabemos lo que ponemos en juego ante los riesgos que asumimos. Pero, también nos permite ejercer la libertar plenamente, eligiéndolos. Solo nosotros mismos podemos decidir ponernos a hacer todo lo que realmente deseamos o soñamos. Decidiendo qué poner en juego y qué precio pagar.
Siempre es bueno tener amparo, contención y apoyo de los que nos quieren y nos rodean. Pero la única ayuda que realmente necesitamos de nuestros afectos es su cariño y su comprensión. Ese debiera ser el único aporte para quienes poseemos la edad, la salud y la potencialidad para utilizar nuestras capacidades y nuestra libertad para decidir ir tras nuestros sueños.
Todo lo demás dependerá de nosotros. Aquí, en nuestro propio interior; y allá, en nuestro exterior fuera de nuestro circulo de confort afectivo, está el mundo del que debemos nutrirnos.
Claro que cuando la carga del compromiso se nos haga pesada, podemos compartirla confiándoles a nuestros afectos nuestros temores, viendo que de esa forma se alivianan. También cuando el riesgo asumido ha dado sus frutos veremos que al compartirlo con quienes nos quieren, multiplicamos nuestra felicidad.
En cualquier otra ocasión, los sueños son nuestros, tanto como lo son los riesgos que decidimos asumir para alcanzarlos. De nadie mas.
Piensa bien y saldrá bien!
D.O.