Mientras observamos, otra vez, una nueva campaña proselitista ocupada en generar poder para la “corporación” política que lidera nuestro país, intentando encumbrar a la facción de turno. Las escuelas continúan implementando modelos de enseñanza y aprendizaje que preparan alumnos para un mundo que y hoy no existe. Sin que ello sea siquiera señalado como alguno de los bandos en “aparente” disputa.
Los “silencios” son más extensos, pero a modo de ejemplo, se puede señalar que nada se dice acerca de que en el mundo ya no es discusión que se puede acceder al conocimiento de forma directa, hasta por medio de un celular, mientras que en la gran mayoría de nuestras escuelas se intenta acceder escuchando a sus docentes en clase y por medio de algún libro de texto. En el mundo no se discute que la tecnología es la puerta de entrada al conocimiento, pero se encuentra mayormente proscripta en nuestras escuelas.
Nada se menciona tampoco sobre que en el mundo se acepta que se aprende de los errores, pero en nuestras escuelas la prueba escrita condena al fracaso a quien obtiene una mala calificación sobre lo que tuvo que memorizar. En el mundo no se discute que es esencial favorecer el desarrollo de los talentos de cada persona, pero nuestras escuelas tienen un modelo de éxito que es igual para todos.
La situación es más grave que en oportunidades anteriores, con el tiempo los argentinos hemos ido perdiendo nuestra capacidad de asombro, particularmente respecto de la falta de innovación en materia política (declamarlo no es hacerlo). Por ello, cada vez es más difícil tomar consciencia de que la innovación en educación de una escuela centrada en el alumno y con un nuevo rol docente, es indispensable y se encuentra cada vez más lejos.
Nuestros políticos han demostrado no comprender la situación. Pero la ciudadanía (de donde surgen nuestros políticos), seguimos percibiendo una falsa seguridad basada en la acumulación de contenidos y en el modelo tradicional. No tomamos consciencia que aquello que tal vez fue bueno para generaciones anteriores ya no lo es para las actuales. En un punto somos tan deshonestos como nuestros políticos sobre el tema de la educación. Y asimilamos el hecho de pagar una mejor educación formal privada con seguridad para el futuro de nuestros hijos. Cuando lo más seguro es que lo que aprendan no les sea utilizable en un mundo que ya cambió, que la velocidad de su cambio es constante y no tiene parangón con otro sucedido anteriormente en la historia de nuestra humanidad.
Los niños que comiencen la escuela primaria en el año 2020, en general, estarán comenzando su actividad en el mercado del trabajo, aproximadamente para el año 2040. Y se supone que durante todo ese tiempo habrán adquirido las herramientas necesarias y adecuadas para una óptima performance laboral. Pero en un mundo en el cual es difícil estimar siquiera, cómo será en 5 años. Sinceramente no podríamos estar muy seguros de que estos niños estén incorporando las herramientas adecuadas para su desarrollo a más de 20 años.
Dejemos, por ahora, que la “corporación” política que supimos conseguir persiga sus objetivos de muy corto plazo, pero asumamos que no podemos dejar en sus manos el futuro de nuestros hijos. Que es hoy.
Estamos nadando en una marea virtual, cuyo punto más alto de desarrollo aún no hemos visto, pero que nos llega en la forma y con la fuerza de un Tsunami. Nosotros, los adultos que de alguna forma nos arreglamos hasta ahora para flotar en aguas turbulentas, tenemos la opción de salir a buscar la ola al medio del mar para intentar flotar en ella; o esperarla, y dejar que ésta nos arrastre y ahogue en nuestras obsoletas costas de aparente seguridad. En cambio, los menores que supuestamente estamos educando para que puedan surfear en ese nuevo escenario, no tienen las mismas opciones y dependen totalmente de la elección que los adultos hagamos hoy al respecto.
Piensa bien y saldrá bien!