Utilicemos nuestra habilidad o inteligencia emocional

Una reacción a un objeto o suceso de nuestras vidas surge a partir de la interpretación que hacemos de ello, y que está siempre sujeta a estructuras mentales preexistentes en nosotros como nuestras creencias, pensamientos y los patrones de conducta que éstos generan.

Nuestra experiencia pasada se encuentra arraigada en nuestra mente, y es la fuente más determinante de nuestros comportamientos. Es a partir de ese mapa de experiencias, desde donde construimos los juicios que valoran los sucesos a los que nos enfrentamos. Pero, además, todo el proceso se da, casi en su totalidad, en forma inconsciente y por lo tanto automáticamente.

Así, en forma casi totalmente inconsciente, respondemos de formas tanto positivas y convenientes, como negativas y no convenientes, retroalimentando un ciclo de dar respuestas automáticas a situaciones similares, conformando verdaderos estilos de respuestas.

Ahora bien, el aporte científico nos revela que pueden crearse nuevas estructuras en nuestra mente en función de los nuevos caminos que tome la consciencia. Porque cuanto más utilicemos conscientemente una estructura, más profundo se hará el surco que deje, por lo tanto, más fácil resultará utilizarlo nuevamente y hasta automáticamente. Al mismo tiempo, el no utilizar las viejas estructuras hará que aquellas acaben por desaparecer.

Iniciar un camino consciente de revisar y cuestionar nuestras creencias de forma tal que vayamos dejando de lado una interpretación negativa sobre un determinado hecho, está relacionado en primer lugar con hacernos la pregunta ¿porque hacemos lo que hacemos? Hacernos esa pregunta y buscar honestamente una respuesta a ella, nos adentrará en el análisis tanto de nuestras emociones y de nuestra respuesta emocional a cada suceso, como el de los sistemas de nuestras creencias y de pensamientos que entran en juego al tener que responder a los que nos sucede.

Poseemos entre otras inteligencias, la emocional, aunque tal vez no lo suficientemente desarrollada o entrenada, para percibir, expresar, comprender y gestionar nuestras emociones, adquiriendo y entrenando la habilidad de tomar conciencia de nuestras emociones, para pasar luego a regularlas.

Es clave del proceso consciente de cambio, dejar de culpar a los demás de nuestras reacciones emocionales inconvenientes haciéndonos absolutamente responsables de nuestras reacciones y de las emociones que están detrás, e incorporar a nuestra reflexión cotidiana la preocupación ética, poniendo atención en la repercusión que nuestros haceres poseen sobre los demás.

¡Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

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