Todo comienza con el proceso consiente de la intención.

SUERTE = PREPARACIÓN + OPORTUNIDAD.

Es siempre mejor estar preparado que tener oportunidades. Después de todo, sin la preparación adecuada es altamente probable que no lleguemos a detectar a tiempo la presencia de una oportunidad. Las oportunidades surgen como tales sólo si las podemos ver.

Generalmente, aquellas personas que consideramos exitosas parecieran haber tenido suerte. Pero, en realidad, ellos no hicieron elecciones al azar. Ellos eligieron trabajar, estudiar, practicar, e intentar, y si, observamos bien, seguramente veremos que el éxito u objetivo logrado por esas personas siempre está relacionado con la preparación para hacer algo y la perseverancia en mantener la intención de lograrlo.

Por ello, deberíamos estar conscientes de que cuando decimos que hemos tenido mucha suerte, podemos estar ocultando las elecciones y los intentos que hicimos en un determinado momento y sentido. También el trabajo que realizamos y las ganas de salir adelante.

Entonces, todo comienza con la intención de prepararse para algo y de hacerlo. La intención es la fuerza que hay detrás de todo.

La buena noticia es que siempre se puede intentar algo. Y que todos podemos hacerlo.

Si verdaderamente lo deseamos, siempre estaremos a tiempo de reflexionar sobre nuestros pasos a seguir y comenzar a intentar algo. Pero, además, intentar, de por sí, es una tarea fecunda, ya que en tanto se intenta, siempre se puede aprender algo nuevo de ello.

Debiéramos dedicar tiempo y trabajo para aprender a transformar la energía ínsita en la intención, porque de esa forma estaríamos enviando ondas de probabilidad dentro del campo de posibilidades dispuestas para todos nosotros.

Pero, además porque en el momento que tenemos la intención por algo, estamos creándolo.

Es instantáneo y es también totalmente perceptible a nivel sensorial. Es un sentimiento a flor de piel que se puede percibir también como un viento en nuestras espaldas que nos empuja hacia el lugar indicado.

Debemos tomar consciencia de que aquello que intentamos, existe en el preciso momento en que lo intentamos. Pero, su manifestación física permanece fuera de nuestra conciencia actual. Por ello, sólo somos conscientes de la realidad que elijamos observar.

Es entonces absolutamente necesario que nos detengamos a tomar plena consciencia de ese poder de hacer y cambiar las cosas. Y aceptar que el poder de la intención está en los pensamientos que elegimos pensar hoy.

El pensamiento es la gran herramienta. Todos los pensamientos que tenemos viajan por nuestro organismo biológico y activan una reacción fisiológica que luego se almacena en la memoria de nuestras células. Así, nuestra biografía se va tejiendo en nuestro sistema biológico, poco a poco, lentamente, día a día.

Vale la pena ponernos a trabajar en la intención. La recompensa es ver día a día como nuestras vidas se convierten en los más alegres, amorosas, saludables, fabulosas y prósperas experiencias.

¡Pensemos bien, que saldrá bien!

DO.

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