En el proceso de encontrar nuestra vocación interviene un mecanismo de identificación, no de elección.
Afirma el periodista especializado en tecnología Ariel Torres* que, “…el problema con las vocaciones es que nos hacen creer que las elegimos. “Aquel escogió pintar o aquella otra optó por mirar el cielo con un telescopio. Se divulga el concepto -del todo falso- de que “de niña quería ser actriz” o “de pequeño se inclinaba por la música”. No es así. No tiene nada que ver con la voluntad, el capricho o las ganas… Por el contrario. Este llamado no puede desoírse. Simplemente, no se puede. Nos elige. Nos captura.”
Agrego, que otro problema con las vocaciones es que pensamos que no tenemos ninguna. Pero la vocación ya está allí, solo que no la reconocemos. Todos nacemos con talentos o dones naturales, dedicamos tiempo a hacer lo que nos gusta, y tenemos necesidades que deseamos satisfacer. Generalmente, la vocación se encuentra en el punto en el que confluyen nuestros puntos fuertes naturales, nuestras pasiones, y nuestras necesidades.
Por ello, si aún no identificamos nuestra vocación, deberíamos poner manos a la obra a una práctica simple. La de tomar lápiz y papel y tomar nota de nuestras habilidades más naturales. Observemos aquello que hacemos bien y nos sale fácil hacer, o que nos lleva poco esfuerzo, aún aquello que, si bien no las hacemos habitualmente, sabemos desde siempre, que nos son fáciles de hacer
Pongamos también atención y tomemos nota, de todo lo que nos llena de energía realizar. Que nos motiva. Eso que nos encanta hacer más allá de si nos es fácil o difícil realizarlas. Asimismo, de aquello que si bien, no consideramos estar apasionados, nos encontramos realizando habitualmente por mucho tiempo, aunque no sabemos bien porqué.
Luego anotamos nuestras necesidades, las de nuestro entorno cercano y hasta lo que creemos que necesita el mundo.
Finalmente, procurando escuchar lo que dice nuestra vocecita interior o conciencia, marcamos cada anotación que hayamos hecho anteriormente con un “Ok” cuando pensamos que es buena o positiva, con una “V” cuando nos dice que merece ser pensado un poco más, o con una “X” cuando sentimos que no es buena o que es negativa.
Seguramente este trabajo nos devolverá un panorama que, si observamos bien, puede señalarnos alguna dirección hacia la que debamos dirigir nuestra atención para identificar nuestra vocación.
¡Piensa bien y saldrá bien!