Las experiencias que se tienen durante la adolescencia ayudan a “cablear” el cerebro para gestionar eficazmente las emociones e impulsos a lo largo de toda la vida adulta.
Somos principalmente los padres quienes proporcionaremos o no, el ambiente de convivencia adecuado en el que las experiencias nuevas se conviertan en “cableados” adecuados en el cerebro de nuestros hijos.
Por ello es primordial tener presente que consumir alcohol en la infancia y en la adolescencia es nocivo, independientemente de la cantidad o la frecuencia con que se haga. El alcohol genera daños en su organismo, los expone a mayores riesgos, y además es ilegal.
Sin perjuicio de que el consumo de alcohol afecta la memoria y el aprendizaje de los adolescentes, quienes tienden a obtener los más bajos resultados en su rendimiento escolar. Iniciar el consumo de alcohol antes de los 18 años aumenta la probabilidad del continuarlo en la adultez, así como la de recurrir a otras formas de adicciones.
Quienes inician el consumo de alcohol a los 14 años o antes, tienen un riesgo 4 veces mayor de presentar consumo problemático de alcohol y 10 veces más de utilizar otras sustancias, en comparación con los que empiezan a beber después de los 21 años
Pero además, la evidencia científica* señala, ya sin lugar a dudas, que el consumo de alcohol en menores de 18 años influye de manera negativa en el desarrollo del cerebro.
El cerebro termina su maduración alrededor de los 21 años. La corteza prefrontal del cerebro es la última en desarrollarse. Esta área se encarga de tareas como el control de impulsos, el raciocinio, el juicio, entre otras. Por ello no es lo mismo que un adulto se tome un trago de vez en cuando, a que un niño o un joven lo haga, pues el cerebro de de niños y adolescentes todavía no se ha desarrollado y por lo tanto no puede asimilar el alcohol de la misma manera que un adulto.
Los adolescentes que toman alcohol de forma abusiva, poseen un hipocampo, que es el órgano del cerebro encargado de la memoria, 10% más pequeño en comparación con jóvenes que no toman nunca, lo cual se evidencia en dificultades para aprender y almacenar nueva información.
Asimismo, como el alcohol llega a todo el cuerpo a través de la sangre, cuando el adolescente toma y además abusa del alcohol, el consumo puede hacerlo vulnerable a otros riesgos que afecten su salud y bienestar. Desde sufrir alteraciones en su desarrollo y crecimiento, hasta mayor probabilidad de ser víctima de delitos. El inicio del consumo a temprana edad aumenta las probabilidades de ser víctimas o estar vinculados con crímenes violentos
Piensa bien y saldrá bien!
D.O.