El valor de la auto-compasión.

 

La infelicidad está directamente ligada a suponer que todo lo que hacemos debe resultar bien. Y nos angustiamos cuando nos sentimos fracasados a pesar de nuestro esfuerzo y de lo bueno que seamos en nuestros distintos roles, porque consideramos que es absolutamente necesario evaluarnos de manera positiva continuamente.  Pero comenzamos a dejar atrás dicha angustia a intentar  ser compasivos con nosotros mismos, cuidándonos y apoyándonos cuando algo no nos sale tan bien como esperábamos.

Ser auto-compasivos es ser amables con nosotros. Es reconocer que el sufrir es algo que todos los demás también padecen. Y es ser conscientes de nuestros pensamientos y emociones negativas al respecto.

Siendo amables y comprensivos hacia nosotros mismos, como lo hacemos con un buen amigo, ofreciéndonos calidez y aceptación incondicional, podremos dar respuesta sincera a ese dolor con mayor facilidad.

Además, salimos de una posición de “pobre de mí”, al reconocer que el dolor y el sufrimiento son experiencias que compartimos todos los seres humanos. Las circunstancias pueden ser distintas, y el grado de dolor y sufrimiento diferentes, pero la experiencia básica es la misma. Sin embargo, la mayoría de nosotros no nos centramos en lo que tenemos en común con los demás. Sentimos como si fuéramos los únicos que hemos fallado, o somos los únicos a los que nos pasan las cosas que nos causa dolor, y nos sentimos avergonzados o inadecuados.

Asimismo, ser auto-compasivos, implica ser consciente de la experiencia del momento presente. Se trata de estar abierto a la realidad de lo que está sucediendo, y permitir cualquier pensamiento, y las emociones y sensaciones que surgen. Cuando observamos nuestro dolor con atención, podemos reconocer nuestro sufrimiento sin exagerar, y contrarrestar la tendencia a evitar los pensamientos y las emociones dolorosas, lo que nos permite sostener nuestras experiencias, incluso cuando son desagradables.

Entonces, para no estar viviendo un constante sube y baja emocional dependiendo de éxitos o fracasos podemos siempre tratarnos con bondad y comprensión; podemos recordar que el sufrimiento es parte de la experiencia humana compartida; y podemos ser conscientes de nuestros pensamientos y emociones.

Ante una situación dolorosa siempre es útil conversar con nosotros mismos en un tono cálido y cuidadoso, diciéndonos que “éste es un momento de sufrimiento”. Que “el sufrimiento es parte de la vida misma”. Que “puedo ser amable conmigo mismo”. Y que “puedo darme la compasión que necesito”.

Piensa bien y saldrá bien!

D.O.

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