Cuando decimos que estamos preparando a nuestros niños para el futuro.  ¿A cuál futuro nos referimos?

No sabemos cómo va a ser la vida en el siglo XXI y cualquier relación en ese sentido que podamos hacer será solo una extrapolación de nuestra vida actual. Nada más. Entonces, ¿cómo podemos decir que estamos enseñando para lo que va a pasar en el siglo XXI cuando no tenemos idea de lo que va a pasar? Es más, actuamos como si deseáramos que nuestros niños crezcan para estar en un mundo que nosotros especificamos ahora en nuestra ignorancia del mismo.

Creo que en nuestro afan de que tengan el mejor mundo posible perdemos de vista que el mundo que ellos vivirán lo generarán desde sí mismos, tal como el mundo que nosotros vivimos lo generamos también de desde nosotros mismos. Por ello si no estamos contentos con el mundo que realizamos y vivimos hoy, mal podemos indicar y preparar a nuestros niños de la misma forma en fuimos preparados nosotros si realmente queremos que nuestros niños tengan un mundo en el que convivan en el mutuo respeto, en la  colaboración. Un mundo con conciencia y responsabilidad social y ecológica. O sea que puedan tener un mundo. No puede escapar a cualquier adulto responsable el hecho de que tal como estamos viviendo no podemos seguir.

Entonces, si deseamos ese tipo de futuro para nuestros niños, debemos atender a dos hechos: uno, que esos hombres y mujeres que vivan en el siglo XXI deberán ser personas íntegras, autónomas y responsables de la vida que llevan porque se respetan a sí mismos. Otro, que  indefectiblemente esa clase de seres humanos pueden existir si crecen con respeto a sí mismos y conciencia social.

Por ello, si verdaderamente lo deseamos, debemos crear el espacio de convivencia con nuestros niños, que les permita crecer como seres que se respetan a sí mismos y respetan al otro, como seres capaces de reflexionar sobre su quehacer y ser responsables. Y con herramientas para gestionar adecuadamente sus emociones. Porque un niño que crece con autorrespoeto y autoaceptación puede aprender cualquier cosa y adquirir cualquier habilidad que desee. En definitiva niños que se respetan así mismos crecen capaces de aprender cualquier cosa.

Esos niños, cuando adultos, terminarán haciendo lo que corresponda hacer en cada momento y en cada situación, porque por un lado serán capaces de aprender todas las técnicas, todas las prácticas, todos los conocimientos que sean necesarios, y si ese conocimiento no existiese, lo crearán. Y por otro lado, lo que harán y no harán surgirá de sus deseos y del emocionar en el cual hayan crecido.

Y si bien esos  niños aprendieron las disciplinas necesarias que les servirán para ver el mundo en que viven, como las matemáticas, la biología, la historia, la física, la lengua, lo que sí los guiará son sus deseos, su respeto por sí mismos y por el otro. Por ejemplo ellos no van a proteger el medio ambiente porque tengan algún conocimiento que les permita detectarlo, sino que lo protegerán  porque les gusta vivir en un mundo mejor y sustentable. Con futuro.

Piensa bien y saldra bien!

D.O.

Fuente: Humberto Maturana. “Tranformación en la convivencia” Ed. Granica.
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