Luiz Inacio Lula Da Silva, quien fuera presidente de la República de Brasil entre los años 2003 al 2010 y cuya gestión de gobierno fue reconocida como clave para los éxitos económicos de su país, expresó en reiteradas oportunidades que “La democracia es un ejercicio de alternancia de poder”.
Si bien me propongo siempre no olvidar que los principios básicos de la democracia republicana son el respeto a la voluntad popular, la separación de poderes, y la alternancia de las fuerzas políticas en el gobierno de un país. Coincido con el expresidente sobre la importancia superlativa de este último principio democrático, porque garantiza tanto la rotación de los actores políticos en el poder como la existencia de procesos electorales periódicos y libres donde los contendores tengan opción real del acceso al poder.
Por ello desde el año 1983 en el que voté por primera vez, nunca me interesó evaluar la gestión del político que deja el poder, ni sus perspectivas a futuro. Por excelente que sea un presidente, tras su segundo mandato, es necesario que traspase el poder a su sucesor. Aun aquél presidente que hubiera realizado la mejor obra de gobierno posible, que nos es otra que la de contribuir a fortalecer la vigencia de las normas, incluidas las relativas al respeto de las reglas del juego democrático que posibiliten la alternancia en el poder.
Piensa bien, y vota bien!
D.O.