Identifico tener una “moral” con poseer una serie de normas y valores que utilizo para convivir lo mejor posible. Y que en grandísima medida, las he ido adquiriendo en forma inconsciente a través de mi educación formal y fundamentalmente de la familiar. O sea culturalmente. Así, esta “moral”, mi “moral”, a modo de código personal, que en principio me orienta sobre lo que debo hacer ante una determinada situación, en la mayoría de los casos, simplemente me hace “reaccionar” de acuerdo a ellas. O sea que actúo según y de acuerdo a mis normas y valores aprendidos, contagiados, codificados y guardados en mi mente.
Por otro lado entiendo que tengo una “ética” o que soy un individuo ético, cuando decido entre estas reglas y valores morales, cual elegir, para hacer lo correcto de una situación determinada. Entonces, en general, mi “ética” me permitiría decidir hacer aquello entre distintas opciones, lo que conviene hacer. O sea, hacer solo lo que creo que es mejor para mí y al mismo tiempo para los demás. Pero en realidad, no siempre termino haciendo hago lo que debo y conviene, sino que hago lo que “me” conviene. Es decir que mis prioridades personales, con frecuencia dejan de lado las normas aplicables a la comunidad.
Entonces, lo sea por mi y por los demás, o lo sea por mi y no tanto por los demás, la “ética” sería la reflexión de los “motivos” que tengo para actuar de una forma y no de otra. Y esa “ética”, utilizada todos los días, marca todo un estilo de vida, un modo de ser, que se hace habitual al practicarlo. Y actuaré siempre, si no soy plenamente consciente, de acuerdo a ello, de una manera determinada.
Pero creo que “no existe acción humana que no esté motivada por una “emoción” que la motiva y que la hace posible”. Por lo tanto, aún la reflexión que pueda hacer de los motivos que me impulsan a elegir uno u otro valor o regla moral, ésta no estará exenta se su base emocional. Como seres esencial y originalmente emocional que soy como ser vivo en general, y humanos en particular, entonces puedo reflexionar sobre qué o cual emoción me está indicando actuar de determinada forma. Que es distinto a razonar para encontrar y creerme las excusas que me permitan “en-causar” mis elecciones para mi conveniencia.
Es por ello que si quiero lograr una convivencia “ética”. Debo vivir la “ética” – más que como un razonamiento que me lleve a tener razón de algo- como una reflexión sobre qué norma o valor tomar o aplicar preocupándome por las consecuencias que mis acciones y elecciones tengan en la vida de los otros seres humanos con los que convivo, identificando o intentando identificar la emoción que esta detrás de todo el proceso reflexivo.
Aunque parezca difícil, no lo es. Si quiero superar las excusas -aunque razonadas- que me impiden lograrlo, podré hacerlo. Porque además de “emocionar” naturalmente, y de poder reflexionar libremente, también es espontáneo de nuestra biología básica, estar abiertos a la aceptación del otro y por lo tanto a que nos preocupe su bienestar tanto como el nuestro.
La desconfianza, la competencia, la agresión, el “buscar excusas” y el “razonar para tener razón”, no vinieron con nosotros, sino que las aprendimos de nuestra cultura. Por ello los discursos racionales que hacen posible la negación del otro como un ser que nos debe preocupar, son siempre inventados por nosotros, y “razonados” previamente, por supuesto.
Piensa bien, reflexiona, y saldrá bien!
D.O.
Muy buena nota, la llevo para mi clase de Ciudadanía y Participación!