Para un ser consciente, el existir consiste en cambiar, en madurar, en crearse indefinisdamente a sí mismo. Henri Bergson
Llegar a hacer de padre “bisagra” –como denomino a los padres que queremos impedir la transmisión de nuestras conductas inadecuadas a nuestros hijos- está relacionado con observar si en nuestros hijos existen muestras de lo que son nuestros propios comportamientos negativos originales que aprendimos de nuestros padres, y tratar de cambiarlos.
En principio, los padres con vocación “bisagra” debemos reconocer que hemos sido creados a través del comportamiento de nuestros padres. Que hemos sido programados para responder inconsciente y automáticamente según esos comportamientos. Y que la programación aunque sucedió cuando niños y mientras era totalmente inconsciente para nosotros, todavía expresa esos comportamientos.
Si los ahora padres, cuando fueron niños crecieron en una familia donde sus padres eran plenamente conscientes de que estaban programados para vivir su vida en felicidad, en armonía, en colaboración, en el amor, y ese fue el entorno en el que crecimos, entonces en su mente subconsciente tendrían programas de ese tipo. Así que cuando crecieron, podrían soñar despiertos toda la vida y sin embargo encontrarse haciendo todo lo que les conviene su nuestro bien-estar. ¿Porque? Debido al procesamiento automático de su mente subconsciente, el noventa y cinco por ciento del tiempo estarían utilizando buenos programas, incluso si no están prestando atención.
Pero si los ahora padres, crecimos en entornos diferentes, y deseamos ser “bisagra” en la trasmisión de conductas inadecuadas a nuestros hijos, debemos hacer algo con nuestra programación. Porque si no lo hacemos, esos comportamientos se extenderán y hasta se “perfeccionaran” en su negatividad en nuestros hijos.
Ahora bien, ¿es útil preguntarnos cuáles son los programas en mi subconsciente? ¿Puedo pensar en la programación en mi subconsciente? Por desgracia, no, porque el pensamiento es consciente. La mente consciente ni siquiera estaba allí cuando se estaban descargando los programas.
No se discute ya que la programación del subconsciente de un niño se produce principalmente durante los primeros seis años de su vida. De hecho, ahora reconocemos que la mitad de la personalidad del niño se desarrolló probablemente incluso antes de nacer, a través de la información que llega a través de la placenta, incluyendo, químicos emocionales y factores de crecimiento de la madre.
Tenemos entonces estos programas subconscientes y realmente no podemos acceder a ellos. Sin embargo, aquí está la parte positiva: no tenemos que ir hacia atrás y regresar a nuestra infancia o nuestra gestación para trabajar con nuestra programación subconsciente.
El noventa y cinco por ciento de nuestra vida es una copia impresa de nuestro subconsciente. Por lo tanto, todo lo que tenemos que hacer es observar que hacemos a nuestra vida actual, porqué lo hacemos, ver qué funciona. Y entender que lo que hacemos y como lo hacemos es a causa de creencias programadas en nuestro subconsciente que les animan, las ponen en movimiento.
Si deseamos corregir la programación en nuestra vida, tenemos que mirar y ver las cosas con las que estamos luchando sin solucionar o sin permitirnos convivir con ello. Y dsitngamos lo que es “luchar contra algo” de “trabajar en algo”. Trabajar tiene que ver con divertirnos mientras trabajamos, ver el mejor lado de ese trabajo. Mientras que luchar significa sufrir, presionarse; lo que nos lleva a agotarnos y estresarnos. Luchar contra algo de esa forma, implica casi inevitablemente tener un programa que dice que no podemos con ese algo.
Entonces tenemos que volver sólo un poco atrás y cambiar ese programa específico. Y todo comienza volviéndonos totalmente conscientes de lo que está sucediendo. Cuando nos hacemos la pregunta: ¿Qué estoy haciendo y porque hago lo que hago? Que siempre es una pregunta que si queremos, siempre tendrá respuesta.
Observar como actuamos en determinada situación, ser conscientes de ello. Construir el hábito de visualizarnos trabajando de esta forma, permite arribar al cambio de la conducta puntual que deseamos variar. Agregando así a una nueva forma de responder a las que ya tenemos programadas. Las corremos y nos decimos, ¡ya no la utilizaré en situaciones como ésta! El trabajo constante en ello generà el hàbito que a su vez genera el programa que deseamos.
Si modificamos esos comportamientos inadecuados, y mantenemos los demás buenos que tenemos, podemos convertirnos en padres consciente de nuestros buenos comportamientos y conductas. Y podemos a sum vez, tener grandes posibilidades de gestar, crear y criar hijos con un noventa y cinco por ciento de la mejor programación posible para vivir en este mundo.
Piensa bien y saldrá bien!
DO.