“El valor de la sonrisa”
de Frank Irvin Fletcher[1]
No cuesta nada, pero vale mucho.
Enriquece a aquel que la recibe
sin restar a aquel que la da.
Ocurre en un momento,
como un flash en la memoria,
pero su recuerdo dura toda la vida.
Crea felicidad en el hogar,
favorece el trato en las reuniones
y la cortesía entre los amigos.
Elimina el cansancio,
es amanecer del desánimo, crepúsculo de la tristeza
y el mejor antídoto natural para los problemas.
No puede ser comprada, suplicada, prestada ni robada,
pero es el bien más valorado de la Tierra
cuando se da sin pedir nada.
Cuando los demás están cansados
para darnos una sonrisa
démosles una de las nuestras.
Porque nadie necesita tanto una sonrisa,
que aquellos a quienes
ya no les queda ninguna para dar.
Para Reflexionar sobre el poder de la Sonrisa.
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