¡Somos actores, queremos actuar! ¡Somos educadores, queremos educar!

Una gran parte de la enseñanza es, y siempre ha sido, la actuación. Los educadores nos presentamos ante nuestra audiencia de niños, animándolos a participar, a enfrentar desafíos y a entusiasmarlos con lo que van descubriendo.

He actuado como un educador a nivel secundario desde el año ni bien egresé del profesorado en 1984, matizando mis presentaciones también como educador “particular” de niños con problemas en su escolaridad primaria. Me dedique luego a hacer de educador en el profesorado donde estudié, participando en la formación de mis futuros colegas educadores. Más tarde, ya en la década de los noventa, ejercí mi “papel” en la escuela de Derecho de la Universidad donde me había recibido de Abogado. Pero ninguna actuación tuvo tanta significación en mi carrera y mi personas como actor/educador, como el papel de educador secundario. Y ninguna experiencia, como la actuación en la escuela secundaria, me indicó tan claramente la imperiosa necesidad, no ya de un cambio, sino de una “revolución de la educación”

Actuando frente audiencias de escuelas secundarias, puedo decir me he convertido (no sólo yo, sino que también la mayoría de mis “actores” colegas) en un “actor excepcional”, porque siento que mis habilidades se han diversificado considerablemente. Me he convertido en experto en la localización de lo que la audiencia necesita para aprender y en dar prioridad a sus propias experiencias para que tengan éxito en las materias básicas.

Pero además, en los últimos años en particular, mis “roles” se han convertido en aún más variados. He aprendido, haciendo de educador, a ser consejero o tutor académico, especialista en problemas de conducta, trabajador social y hasta “profesional” de la salud mental. Claro que cuando se trató de niños con necesidades emocionales y de comportamiento complejos, sólo lo hice utilizando mi instinto. Intentando hacer todo lo posible, aunque nunca se sabe sin la formación pertinente. Todo educador de ese nivel conoce a que me refiero. La falta de apoyo especializado y la complejidad de la realidad de los niños actuales son reales, de una realidad que supera cualquier ficción que se pueda representar.

Entonces la actuación en los último años se hizo cada vez más dificultosa. Pero asimismo la audiencia de niños es distinta. El “público” de niños llega al “teatro” de la escuela secundaria percibiendo ya desde la escuela primaria, que es muy probable que no puedan ser “exitosos” en el futuro. Ellos ya saben que las únicas asignaturas en las que lograr el éxito son la lectura, la escritura y las matemáticas. Ellos ya saben, por lo tanto, que sus opciones son muy limitadas.

Cuando se actúa de educador, no hay nada mejor que una audiencia llena de niños emocionados acerca de lo que están aprendiendo, tomando posesión de la sala y de la lección. Pero esto se está convirtiendo cada vez más difícil de lograr cuando se espera mucho de ellos dentro de tan pocos o limitados parámetros. Hay poco tiempo para divertirse, para preguntar, para ser intrigado, para ser niños. Tienen demasiada presión. Ellos deben cumplir con las expectativas académicas normalizadas o estandarizadas y hasta la obligación de llegar en el futuro a “competir con los mejores del mundo”.

Pero, ¿Por qué no dejarlos crecer actuando como individuos? ¿Por qué dañando su autoestima y confianza al tratar de hacer que todos quepan en la misma caja? ¿Por qué impedir a todos a sobresalir en lo que son buenos?

Si los niños necesitan sentirse capaces y valorados por sus habilidades individuales para ser capaces de tomar riesgos y empujar los límites para tener éxito; ¿Cómo será eso posible si han tenido una educación restringida? ¿Cómo harán todos aquellos niños con talento que no sea necesariamente “académico”, para sobresalir en sus diferentes sectores, si no se les dio la oportunidad de perfeccionar sus habilidades a lo largo de su educación?

¿Qué tipo de adultos se volverán?

Estoy seguro de que si queremos, tenemos una respuesta para todos estos interrogantes, y preparar la actuación que nuestra audiencia esta reclamando.

D.O.

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