“La adolescencia es el período en el que aprendemos a convertirnos en un adulto”
Los adolescentes se manifiestan con ferecuencia con impertinencia y falta de respeto.
Es que cuando transitamos la adolescencia las afirmaciones de independencia se presentan con la falta del lenguaje necesario para expresar la complejidad de nuestras emociones. Por ello es habitual la respuesta automática de ¡No! o ¡Eso no es justo!, cuando se nos pide hacer algo o no estamos de acuerdo con lo decidido por un adulto.
Parece ser cierto que la sociedad actual refleja y fomenta estos comportamientos. Por ejemplo hay programas televisivos que muy a menudo muestran a descaradas estrellas adolescentes que reciben risas y aplausos a sus comentarios groseros dirigidos a los adultos, que a menudo son retratados como irrazonables y/o menos listos que los adolescentes. Y en muchos casos, esa clase de adultos son educadores.
Pero también es cierto que ante este panorama, la mayoría de los adultos, nos conducimos entre estar preocupados por sofocar el reclamo desbordado de independencia de los adolescentes; por participar en una lucha de poder con ellos; sentirnos impotentes frente a las emociones bruscamente expresadas por los adolescentes, o simplemente no hacer nada al respecto.
Es importante que los adultos tengamos presente que los adolescentes, durante su adolescencia, deben aprender formas de detectar y controlar el comportamiento impulsivo y grosero. No sólo para hacer la vida más agradable para aquellos que los rodean actualmente, sino porque las experiencias que se tienen durante la adolescencia ayudan a “cablear” el cerebro para gestionar eficazmente las emociones e impulsos a lo largo de la vida.
Pero debemos comprender también que los adolescentes no tienen el mismo control de sus impulsos (auto-control) que los adultos, ya que aún está en pleno desarrollo la corteza prefrontal del cerebro, que es la que ayuda a pensar en el futuro y ajustar el comportamiento basado en las posibles consecuencias.
Los adultos podemos hacer mucho al respecto. Somos (principalmente los padres) quienes proporcionaremos o no, el apoyo y orientación para convertir experiencias nuevas en “cableados” adecuados en el cerebro. Y creo que podemos comenzar aceptando que parte de ese apoyo y orientación consiste en establecer límites claros acerca de qué tipo de comportamiento será aceptado, y qué consecuencias existen por involucrarse en conductas que no están permitidas.
Por ello pienso en algunas maneras de proveer, como adulto, el apoyo adecuado a la óptima transformación del adolescente en adulto.
- Asegurarnos de que las reglas sean claras y específicas. Es posible que tengamos que decirle a un adolescente impertinente e irrespetuoso: “Tenemos que sentarnos y aclarar lo que son mis reglas básicas para tu comportamiento y cuáles son las consecuencias por romper dichas reglas”. Mantener la calma y pensar en lo que vayamos a decir. No amenazar o gritar. Basta con indicar el comportamiento y recordar las consecuencias.
- Tener confianza, ser firmes y consistentes. No negociar sobre las consecuencias. Las consecuencias son las consecuencias, y no deben ser objeto de debate o discusión. Tampoco dar discursos prolijos, el adolescente simplemente “se desconecta” si no se considera involucrado.
- Estar dispuestos a tener conversaciones, en lugar de argumentar. Conversar sobre el ajuste de las reglas y las consecuencias dejando claro que si bien el adolescente puede siempre presentar su posición sin ser grosero, no significa que estamos obligados a cambiar la regla o la posición sobre la misma. Al final, es el adulto quien posee la experiencia necesaria para tomar buenas decisiones, así como que es la persona responsable de bienestar del adolescente.
- En la medida de lo posible, permitir que los adolescentes sean responsables de su propio comportamiento. Incluso si esto significa que tienen que lidiar con las consecuencias negativas (esto a menudo puede ser la mejor experiencia de aprendizaje de los mismos). Pero quedando claro que no existe una elección y que no se está dispuesto a negociar.
- Cuando el adolescente usa palabras groseras para etiquetar a las personas, pedir que sea específico. Por ejemplo decir: “Cuando me llamas…, no sólo es grosero y no lo acepto, sino que también no ayuda a entender lo que quieres decir. Dime por favor porque estás molesto”. Una frase común de los adolescentes es, ¡No entiendes!; a lo que no es bueno contestar diciendo: ¡Sí, yo lo sé! o ¡Yo ya pasé exactamente lo que estás pasando ahora!. En cambio ayuda responder: “Puedo no entender, pero quiero tratar de entender lo que estás sintiendo. ¿Podemos hablar de eso más tarde, cuando los dos estamos más tranquilos?” O “Puedes escribirlo y me envías un correo electrónico, si lo deseas.”
- Observar cómo hablamos, sea con un adolescente, o con otros adultos. Conscientizarnos sobre Con qué frecuencia estamos siendo sarcásticos o grosersos. Tratar de ajustar el propio comportamiento y recordar que los padres, son la mayor influencia de un adolescente en términos de contagiar los tipos adecuados de comportamiento. Considerar la posibilidad de decir, de reconocer, que hemos notado que pudimos ser groseros con los demás, y que vamos a tratar de modificar nuestro comportamiento. Es admitir que se puede cometer errores. Y ello hace toda la diferencia en términos de comunicación.
- Dar al adolescente el mismo respeto que le gustaría con que se nos trate como adultos. Y abstenernos de insultar o “etiquetar” al adolescente con menciones tales como “Eres un nene de Mamá”, “Eres un vago”, o similares.
- Y finalmente, si el adolescente parece estar fuera de control o que desafía de manera que pongan en peligro su propia seguridad o la de los demás, busquemos ayuda profesional.
En última instancia, ayudar al adolescente a lidiar con los hábitos de impertinencia y falta de respeto puede hacer toda la diferencia en el nivel de adquisición de su capacidad de relacionarse con los demás, y en las posibilidades de tener éxito en la vida
D.O.
Chale los padres si que dan lata pero tam
es ingusto lo que nosotros los chabos
Les asemos cojenuar€ que mal chale…