Estemos muy atentos a aquello que nos apasione. A ese pensamiento que regresa antes de quedarnos dormidos, y que nos mantiene despiertos por horas. A todo lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. A ese gusto que nos motiva a hacer una cosa y no otra. A esa sensación que nos asombra y nos quita el aliento. Porque por allí estará nuestro Amor.
Se suele hallar en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en le deporte, en el trabajo, en la vocación, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby…; Tal vez, lo encontremos en nuestra pareja, quizás en alguien que no es nuestra pareja.
En fin, busquemos a ese “alguien” o “algo” que nos pondrá de “novio con la vida” y nos apartará del triste destino de durar.
Porque durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar como viven los demás. Es alejarse de las gratificaciones. Es cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia, de todo. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.
No nos empeñemos en durar, busquemos un Amor, y seamos nosotros también un Amor y un protagonista…. de la vida.