I. Para mí, no es suficiente hablar de los valores. Sino que además hay que contagiarlos. Porque especialmente los niños (entendiendo como tales a todo menor de 21 años de edad), adhieren a un valor a través del contacto con personas y ambientes cargados de valor. Por lo tanto, la tarea exigirá siempre el esfuerzo de convertirnos, en las personas y ambientes cargados de los valores con los que deseamos contagiar a nuestros hijos y alumnos.
II. Creo que se debe tener en cuenta que los niños a menudo no pueden distinguir entre una idea y una conducta, y si les mostramos que podemos comportarnos al revés de lo que enseñamos, estaremos saboteando todo el proceso.
III. Y adhiero a la idea de que se debe ser sensible a cada niño individualmente, pues cada persona tiene su propio camino y sus propias fortalezas. Por lo tanto, los valores deben ser expresados en el idioma de ese niño de modo que se vuelvan parte de él, se integren en su personalidad y embeban su espíritu.