un enfoque sobre la violencia en la escuela.

“Detrás de un niño violento o rebelde

no siempre hay un problema de salud mental”[i]

P. ¿cómo podemos conseguir que nuestros niños y jóvenes posean mentes saludables?

R. No es algo especialmente difícil. Debemos tratar de hacer felices a nuestros niños. Hoy se habla mucho de la inteligencia emocional y verdaderamente es una parcela importante que incluye muchos apartados: la competencia, el trabajo en equipo, la afectividad. Hemos de medir esas capacidades y promoverlas en la escuela, no sólo los resultados educativos.

P. Pero ¿permite el actual sistema educativo desarrollar esas capacidades?

R-. Creo que en la etapa de Educación Infantil y Primaria se cuidan estas parcelas, pero al llegar a la Secundaria la presión académica es importante y no es tan fácil hacerlo. Los profesores están desbordados por unos temarios académicos muy extensos y, aún así, creo que no se debería tirar la toalla. Debería establecerse un espacio concreto en el plan de estudios para estos temas; y promover una actitud en la comunidad educativa, especialmente en el profesorado. Hay que intentar comprender al alumno, acercarse a su situación personal y familiar, para poder responder a todos esos factores emocionales tan importantes para su felicidad y no centrarse exclusivamente en el aspecto académico.

P. ¿El actual perfil del profesorado permite aplicar estos recursos en el aula?

R. Los profesores en general están dispuestos y capacitados, porque la profesión tiene una fuerte carga emocional y la formación científica es buena. El problema es que a los docentes se les suele medir por los resultados académicos de sus alumnos y no por lo que aportan a su crecimiento emocional. En la Educación Secundaria esas carencias son más explícitas.

P. ¿Los problemas de convivencia y de violencia en las aulas podrían prevenirse con este tipo de formación?

R. Entiendo que hay problemas que se pueden prevenir, pero no se pueden atribuir todos los problemas de conducta a razones psiquiátricas o psicológicas. Hay niños que hacen daño a los demás simplemente porque quieren ver sufrir a otra persona y ese es un problema de formación y de educación. En estos casos el ejercicio de la autoridad del profesor es imprescindible. Hoy en día los docentes se han quedado sin herramientas para hacer cumplir las normas; no pueden castigar a un alumno o expulsarle de clase porque se han aplicado teorías psicológicas basadas en esa “educación en positivo”, que consiste en no castigar nunca, en no prohibir. Creo que hay que mantener un equilibro: no pasa nada si de vez en cuando haya que castigar o prohibir, porque los límites son necesarios para los menores.

P. Sin esos límites pueden parecer los pequeños tiranos, una figura que, lamentablemente, empieza a ser frecuente en nuestras sociedades.

R. Es cierto que ahora algunos padres mantienen una actitud un tanto equivocada. El ejemplo lo encontramos en la escuela, cuando las familias se alían con el niño y no con el profesor ante cualquier conflicto. Se está produciendo una disociación y los menores buscan sus estrategias para conseguir lo que quieren. No es lógico que un padre cuestione, a priori, la nota impuesta por un profesor.

P. ¿Cómo podemos distinguir una patología psiquiátrica de una simple mala conducta?

R. No es fácil distinguir lo que es normal y lo que es anormal desde un punto de vista psíquico, ni siquiera es fácil definir qué es la salud mental. Freud decía que era la “capacidad de amar y trabajar”, pero si profundizamos en la frase descubrimos que se refiere a la capacidad de tener sentimientos positivos hacia otras personas, de compartir, o ser útil a la sociedad. Hay otros autores que definen la salud mental como la capacidad de adaptación, de aprender de la experiencia, de llevar una vida útil y de hacer felices a los demás. Pero hay por ahí personas que van en contra de todo eso, que hacen sufrir a los demás, que no son conscientes del daño que hacen, que rechazan las normas sociales y morales de la sociedad en la que viven. Todos estos elementos nos permiten valorar si estamos ante un trastorno de personalidad antisocial o un trastorno de conducta, o simplemente estamos ante una persona que en un momento determinado decide hacer cosas por pura maldad o egoísmo.

P. O impulsado por los efectos nocivos de los medios de comunicación. La televisión e internet son a veces buenos aliados de la violencia…

R. Algunos jóvenes imitan esa violencia implícita o explícita, porque quieren conseguir una posición de poder en el grupo o porque ven que los resultados son efectivos. Hay programas de televisión en los que los invitados se agreden, y a cambio reciben un montón de audiencia y buenas compensaciones económicas. Para los menores que están en un periodo de formación de su personalidad, los efectos de estos mensajes son muy nocivos.

P. Algo parecido a lo que ocurre con las drogas…

R. Durante años el “porro” se ha tratado con demasiada laxitud y algo parecido ha pasado con el alcohol. Pero los expertos sabemos los riesgos, sabemos, por ejemplo, que el cannabis es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades mentales, entre otras la esquizofrenia, que es la más devastadora dentro de la Psiquiatría. En todo caso, creo que las cosas pueden empezar a cambiar si se lanzan los mensajes adecuados; lo hemos visto con el tabaco.

P. Y por último ¿cómo está la salud mental de nuestros niños y jóvenes?

R. Creo que la mayoría de los jóvenes llegan a ser adultos sanos mentalmente. Hay un grupo de niños que pueden tener problemas, que si se detectan a tiempo, tienen solución. Hay que ser conscientes de que cada vez sabemos más y tenemos más medios para prevenir y curar. Por ejemplo, hemos de saber que los niños también se deprimen, tienen problemas psicológicos y sufren enfermedades mentales. Pero también hay que saber que no siempre detrás de un niño rebelde hay una enfermedad mental. No podemos psiquiatrizar ni pscicologizar todos los malestares de la vida, pero sí estar pendientes porque, entre otras cosas, son problemas que afectan al rendimiento escolar. Además, si cuidamos la salud mental de nuestros niños les haremos más felices y conseguiremos que su cerebro sea más potente y más poderoso el día de mañana.


[i] De la entrevista realizada a la Dra. Inés López-Ibor sobre los problemas de salud mental de nuestros jóvenes, y de la importancia que tiene la formación y la educación en los alumnos violentos o rebeldes.

La Dra Inés López-Ibor, es psiquiatra especialista en conductas adictivas en los menores de edad, es profesora titular de Psiquiatría y Psicología médica en la facultad de Medicina de la Universidad Complutense y asesora técnica del defensor del menor de la Comunidad de Madrid. Parte de su labor investigadora y docente se centra en los problemas mentales durante la infancia y la adolescencia y los efectos nocivos de las drogas en el desarrollo de la personalidad adulta.

Nota de Aurora Campuzano publicada en Profes.net el 16/06/2010.

http://www.religion.profes.net/puntovista2.asp?id_contenido=61016

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