La esencia de ser humano es poder elegir. Sin embargo jamás sabremos completamente el resultado total de ninguna elección que hagamos.
La lección a aprender es que no podemos estar al mando.
El mundo externo no se puede controlar. Buscamos sin cesar una elección fantástica que lo ponga todo en orden permanente, deteniendo el movimiento del cambio lo suficiente para establecer un control definitivo sobre todos y todo. ¿Es ésa la profesión ideal? ¿Es ése el cónyuge ideal? ¿Es ésa la ubicación geográfica ideal?. Y al buscar constantemente esa única elección correcta, damos forma al miedo al ritmo cambiante que es la vida misma. Pero además, al buscar a esa sola persona o cosa externa que nos proporcione paz, estabilidad, amor y salud para siempre, dejamos de lado el poder más auténtico que está “detrás de nuestros ojos, no delante”.
La tarea a realizar es dominar nuestros pensamientos y emociones.
O sea nuestras reacciones interiores al mundo externo. La verdad es que no es lo que elegimos lo que importa, sino que lo importante es el motivo para hacer determinada elección. El poder para influir en el resultado está en la motivo por el que elegimos.
El reto entonces será conocer qué nos motiva a elegir lo que elegimos. Conociendo nuestros motivos conoceremos el contenido de nuestro espíritu. ¿Estamos llenos de miedo o llenos de fe cuando elegimos ? El resultado de toda decisión reflejará hasta cierto punto esa fe o ese miedo.
Necesitamos a las relaciones para conocer nuestras motivaciones.
Es decir, para llegar a descubrir nuestros «falsos dioses» personales, necesitamos relacionarnos con otros seres humanos. Es por ello que atraemos las relaciones que contribuirán a que nos conozcamos a nosotros mismos.
Generamos modalidades de energía que nos atraen personas que en cierto sentido son opuestas a nosotros, personas que tienen algo que enseñarnos. La ciencia física reconoce esta energía como la ley de causa y efecto (por cada acción hay una reacción igual y opuesta) y la ley del magnetismo (los objetos con cargas contrarias se atraen). Estas leyes significan que nada ocurre al azar; antes de entablar cualquier relación, le abrimos la puerta con la energía que estábamos generando.
El desafío es aprender a relacionarnos conscientemente con los demás, a formar uniones con personas que contribuyen a nuestro crecimiento y a dejar las que nos lo impiden.
Piensa bien y Saldrá bien!