Hay dos lobos aullando dentro de mí. Uno está lleno de ira, odio, amargura y deseo de venganza. El otro lobo que tengo dentro está lleno de amor, generosidad, compasión y deseo de perdón. ¿Qué lobo crees que ganará?: El que yo le dé de comer
Podemos decidir dar de comer al primer lobo, y entonces obtener todavía más de lo que detestamos, contribuyendo a llenarnos de las mismas cosas que consideramos tan malignas. O -si realmente lo deseamos- podemos alimentar al segundo lobo.
Hoy, nuevamente en nuestro país aparecen dos maneras bien diferenciadas de considerar el espacio en el que intentamos convivir. Y cada una de estas maneras, declaman que la otra odia, que es prejuiciosa, resentida, maltratadora, ciega e irreflexiva en su ideología. Y hasta sostienen que la existencia de una de ellas conlleva necesariamente a la inexistencia de la otra.
Lamentablemente no estamos contemplándonos desde una postura de respeto por nosotros mismos y por ende, desde allí, tampoco de respeto por los demás. Posición que no nos permite considerarnos mutuamente como ciudadanos válidos para convivir en democracia y planear proyectos comunes de desarrollo, aun coexistiendo formas diferentes de pensar en como alcanzarlo.
En lo que a mi respecta, y debido a que me resisto a maltratarme irrespetándome, me propongo:
Aceptar -no negar- la existencia de éstos modelos antagónicos. Están, no interesa demasiado el por qué. Abandonar totalmente los discursos que nieguen al otro que adhiere al modelo contrario.. Que incluye el mirarlo. Darle entidad. No podemos aceptarnos y validarnos para convivir sin reconocernos.
Y luego permitir que la democracia nos eleve a algo mejor.
Piensa bien y saldrá bien!