Hacemos la vida mucho más compleja que lo que tiene que ser.
Conseguir estar saludables, felices y cargados de energía, mucho mas frecuentemente de lo que creemos (por no decir siempre), está relacionado con centrar más la atención en lo positivo que en lo negativo, y a vivir de una manera espiritualmente coherente con lo que sabemos que es la verdad.
Simplifiquemos nuestra espiritualidad. Profesemos una teología personal que no sea complicada.
Intentemos por ejemplo creer solamente:
En ser consecuentes: En vivir lo que creemos.
En que el cambio es constante. Que la vida pasa por fases de cambios difíciles y por fases de paz. Y que debemos avanzar con la corriente del cambio en lugar de intentar impedir que ocurra.
En no esperar que otra persona nos dé felicidad. La felicidad es una actitud y una responsabilidad interior y personal.
En que la vída es esencialmente una experiencia de aprendizaje. Todas las situaciones, retos y relaciones contienen algún mensaje que vale la pena aprender o enseñar a otros.
En que la energía positiva funciona con más eficacia que la energía negativa en todas y cada una de las situaciones.
En vivir en el momento presente y practicar el perdón a los demás.
En que todas las circunstancias se pueden cambiar en un momento dado, y toda enfermedad se puede curar. Lo “Divino” no está limitado por el tiempo, el espacio ni los intereses físicos humanos.
Piensa bien y saldrá bien!