No necesariamente debemos actuar de forma irresponsable aunque hoy sea lo habitual serlo.

La habitual evasión de cualquier obligación que no sea con nosotros mismos.

¡Me debo esto!, ¡Me merezco esto otro!, ¿Y yo, cuando voy a ser feliz?, ¿Cuando voy apensar en mi?, ¡Tengo derecho a tener esto, o lo otro. Son algunas de las expresiones habituales de personas adultas que muchas veces sostienen, como fundamento de su acción, haber siempre pospuesto por obligaciones hacia otros, la búsqueda de sus propias oportunidades y de su verdadera felicidad.

Así también es habitual encontrar padres que compensan la falta de cuidado y atención hacia sus hijos comprándoles productos de alta calidad. Y que no comprenden que una relación amorosa requiere tiempo, cuidado y flexibilidad. Prefiriéndo romper sus matrimonios antes de cuidarlos como se cuida de una planta, regándola con un poco de agua cada día.

Vivimos una actualidad en la que es habitual la evasión de cualquier obligación que no sea con nosotros mismos, pero por ser habitual, no debería impedir que como adultos nos preguntemos a nosotros mismos si puede existir un daño a los demás por nuestra actitud; y en su caso ¿cual es la relación entre el pretendido y añorado derecho a nuestra felicidad, y el daño que puede generar su ejercicio? Es indispensable cuestionarse siempre la existencia de un límite peligroso de transgredir en tal sentido. Podría estar en juego el causar un daño a quien más queremos.

Por mi parte no estoy seguro de que cual es la frontera entre el derecho a la felicidad personal y el egoísmo irresponsable. Pero sí lo estoy de que ese límite existe y que puedo violarlo en el momento en que el acto de elegir sólo por mí, se declara moralmente indiferente y neutral de mis obligaciones con los demás, especialmente con los que conforman mi entorno familiar y amoroso, liberándome de toda responsabilidad por las consecuencias de mis actos.

¿Hemos cruzado esa frontera? ¿Nos consideramos neutrales e indiferentes ante el dolor y el daño que producimos?. O más aún ¿nos consideramos con derecho a producirlo y estamos seguros de que los demás deben comprendernos?

No necesariamente debemos actuar de forma irresponsable aunque parezca habitual. Pero además siempre estamos a tiempo de ser responsables cuando no lo fuimos. Y en su en su caso, para reparar adecuadamente los daños causados.

Piensa bien  saldrá bien!

D.O.

Fuentes:
Zygmunt Bauman, “El Arte de la Vida”, Ed. Paidos,Bs. As. 2009.  “Sobre la educación en un mundo líquido”, Ed. Paidos, Bs. As., 2013.
Ivan Clima, “Between Security and Insecutity”, Thames and Hudson, 1999, págs. 60-62.
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