La visión sólo puede ser clara cuando uno puede mirarse el corazón. El que mira hacia afuera, sueña; el que mira hacia adentro, despierta” Carl Jung.
Solemos sentirnos intrigados cuando vemos que suceden cosas buenas en las vidas de los individuos, familias o grupos de trabajo con principios sólidos.
Admiramos esa fuerza y madurez personales, esa unidad familiar o ese equipo de trabajo que tan bien sabe adaptarse. Y la pregunta que nos hacemos de inmediato es: «¿Cómo lo han hecho? Enséñeme la técnica.» Pero lo que en realidad estamos diciendo es: «Quiero un consejo o una solución rápida que mejore mi situación».
Algo nos dice que fuera de nosotros tiene que haber algo “fuera de nosotros” que nos ayude a controlar todas esas presiones de una manera más efectiva. Entonces a menudo encontramos personas que satisfacen nuestra demanda y nos enseñan habilidades y técnicas que por algún tiempo parecen dar resultado. Pero en realidad siempre subsiste el problema de fondo, y finalmente aparecen nuevos síntomas agudos.
Concretamente, cuanto más recurrimos a remiendos rápidos, y más nos centramos en los problemas superficiales y del momento, en mayor medida profundiza el problema de fondo. Necesitamos algo más que aspirinas y parches que resuelvan problemas del momento y superficiales.
En realidad, debemos ver ciertas cosas de una manera más profunda. Detectar algún paradigma[i] interior que afecta el modo en que vemos nuestra vida y nuestra propia naturaleza. Necesitamos un nuevo nivel, un nivel de pensamiento más profundo para superar esas preocupaciones profundas.
Para ello debemos trabajar «De adentro hacia afuera», empezar por la parte más interior de nuestra persona: nuestros paradigmas, nuestro carácter y nuestros motivos.
Mientras que el paradigma de afuera hacia adentro genera personas infelices que se sienten sacrificadas e inmovilizadas, concentradas en los defectos de otras personas y en las circunstancias a las que atribuyen la responsabilidad por su situación de estancamiento.
El enfoque de adentro hacia afuera dice que debemos hacernos promesas a nosotros mismos, y mantenerlas ante nosotros, y sólo después hacer y mantener promesas ante los otros. Dice también que es fútil tratar de mejorar las relaciones con los otros antes de mejorarnos a nosotros mismos.
Una vida centrada en principios[ii] es el fundamento más estable sobre el que podemos formarnos y es la clave para que todo salga bien en toso lo demás. Si bien los mas comunes centros de vida de los jóvenes, y en los cuales centran sus paradigmas, son los amigos, los bienes de marca, novios, novias, colegio, padres, deportes, hobbies, héroes, enemigos, trabajo, y su propia persona. Pero todos estos centros resultan ser inestables. Sólo hay un centro que no puede fallarnos: los principios.
Intentemos trabajar de adentro hacia afuera y abrazar los principios fundamentales de la efectividad como centro de nuestra vida cotidiana.