Nos hacemos humanos en la interacción con otros seres humanos. Nos transformamos en un tipo de ser humano u otro según el tipo de experiencias vividas recurrentemente con nuestros padres y educadores . En definitiva, creceremos de una manera o de otra según el espacio de convivencia en el que vivimos.[i].
Los valores son atmosféricos. Que no se predican, sino que se respiran. No alcanza con oír hablar sobre ellos, con escuchar sobre lo que es bueno o que lo es malo, o con que se nos indique lo que está esta bien o lo que está mal. Sino que para formarnos en valores, debemos contagiarnos de valores. [ii]
Los seres humanos, especialmente cuando niños, nos contagiamos de los valores de las personas con quienes convivimos y en los espacios donde convivimos.
Los adultos debemos estar conscientes de ello. Y especialmente de que el modo de vivir que vivimos está determinando los espacios de convivencia con nuestros niños. Donde todas las interacciones terminan siendo formativas, para bien o para mal.
Los adultos somos responsables de convertirnos en las personas cargadas de aquellos valores quequeremos contagiar a nuestros niños. Y de crear los espacios de vida que lleven a nuestros niños a ser personas responsables, socialmente conscientes, que se respetan a sí mismo y a los demás.
Muy frecuentemente nos encontramos angustiados por la incertidumbre del futuro de nuestros niños, sin tomar en cuenta que realmente su futuro está ya en el presente. Ese futuro somos nosotros mismos, sus padres, maestros, profesores. Y está determinado por la forma en que vivimos nuestro vivir diario.
Piensa bien y saldrá bien!