Ejemplo de un re-inventor se si mismo – Ejemplo de visión, de disciplina y de pasión
Carlos Daniel Tapia o “EL Chino Tapia”, un personaje para observar detenidamente.
“Una de las cosas que más nervioso me han puesto siempre, al discutir sobre fútbol, es esa batería de lugares comunes que tienen más o menos que ver con la virilidad de los jugadores. Esa extraña regla de tres inversa por la cual, para los madridistas, Geremi es más digno de respeto que Guti; o por la cual, para poner un ejemplo de la otra acera, a Luis Enrique le tienen más paciencia que a Rivaldo.
Lo mismo sucedía en Argentina -y me temo que seguirá sucediendo siempre, en todos lados- cuando yo era un niño, hincha febril de Boca Juniors, y tenía que soportar las críticas que casi cada domingo recibía mi jugador predilecto: Carlos Daniel Tapia, el Chino Tapia. Un futbolista exquisito, zurdo, pequeño de envergadura pero con esa electricidad diabólica que sólo tienen los mediapuntas para pensar y decidir entre un campo de minas. El Chino Tapia era audaz en la conducción, visionario para los espacios y, sobre todo, generoso en el último pase. Solía regatear hacia el interior y entregar el balón afianzando el tobillo, cortando la pelota, colocando el pie muy paralelo e irguiéndose de súbito. Una maravilla, no sé si lo están viendo. Tampoco era raro que el Chino Tapia marcase algún gol de falta o en una imprevista jugada personal. Y, sin embargo, domingo tras domingo, uno tenía que soportar que sus mayores exclamaran: ¡Tapia, pareces una bailarina! O, infaltablemente, si algún toque genial no prosperaba: éste es un maricón, carajo! . Aquella afrenta al sentido común y, por qué no decirlo, al más elemental respeto por la estética, la he visto repetida desde entonces una y otra vez, en todos los órdenes de la vida. El riesgo, la imaginación y la sutileza son valores que aterran a las bestias guardianas del orden, la seguridad y los cojones . Y por cierto que, durante el mundial de México, el niño que yo era recibió otra triste lección: los generosos suelen terminar en el banquillo. Al Chino Tapia le tocó ser suplente en todos los partidos. Salió un rato a charlar con la pelota contra Corea y, si no recuerdo mal, jugó una media hora contra Inglaterra. Fatalmente, el altruista Chino decidió no prestarle el protagonismo a nadie y disparó con la zurda desde fuera del área; el balón dio en el poste, y luego se marchó hacia un costado; en aquel mismo instante, Tapia se lesionó en la ingle. (Claro que, no sigamos ocultándolo, el Chino fue suplente, sí, pero de un asteroide llamado Maradona). Extracto del artículo: “El gol y la memoria” de Andres Neuman. periodista y escritor argentino/español.
Y ahora el Martín Fierro. La noche del Domingo y durante la ceremonia de entrega de los premios “Martín Fierro”, nos regaló otro ejemplo de superación personal.
Lejos ya de los campos de juego, de los vestuarios, y del “don” especial que Dios le obsequió para jugar al fútbol casi mejor que todos los demás, pero aún con la gambeta exquisita e intacta, el “Chino Tapia” (Carlos Daniel Tapia) se “coló” entre la abundante presencia de defensores rivales (locutores, periodistas, comentaristas, actores, famosos o no tanto, todos profesionales en lo suyo) y volvió a dejar su marca indeleble. Esta vez en la historia de la televisión de nuestro medio.
Como por arte de magia, tal cual en el campo de juego, con su pase gol preciso, inesperado y casi imposible, llegó al escenario del evento para recibir el reconocimiento por su labor televisiva, y con el nuevo trofeo ganado en sus manos, como aquella vez en el 86, dijo presente. Grito por su Argentina. Y hasta emuló a su “sombra” reiterando el “saludo” que el mas grande futbolista de todos los tiempos una vez dirigió al periodista “Toti” Passman. Quizás como un humilde homenaje al “Mejor” de los futbolistas, y como muestra de su gran generosidad. Seguramente con la picardía futbolera de siempre. Y con la alegría que lo caracteriza.
Menos de un año de trabajo le bastó para sumar su “talento” al de sus compañeros y obtener el premio. Diez segundos le bastaron para iluminar una ceremonia abrumada por los mensajes políticos, indirectos o directos, pero en definitiva extraños a una celebración.
De esta forma, el “Chino Tapia”, eterno re-inventor de si mismo, otra vez se hizo presente en el marcador.
El muy joven jugador exquisito del pasado (River Plate, Boca Juniors, Brest de Francia, AC Lugano de Suiza, Mandiyu de Corrientes, y Universidad de Chile) y Campeón del Mundo en Mexico 1986, fue con el tiempo dando lugar al técnico de fútbol, al actor de “Polka” (RRDT), al asentado empresario privado, y al serio funcionario público municipal y provincia. Roles siempre mezclados con sus otras actuaciones igualmente exitosas, como hombre de bien, de familia, de amistades fieles. Y ahora, en el primer año de actuación en el programa “El show del fútbol”, llega al Martín Fierro. Un verdadero fenómeno.
Los hinchas fanáticos del fútbol, y de los futbolistas “distintos”, le agradecemos desde el corazón esta nueva anotación. Aquellos que además de fanáticos somos amigos festejamos profundamente el reconocimiento a un luchador incansable.
Como sea, todos debiéramos atender a esta muestra de superación constante que es el “Chino Tapia”. Quien tal vez se debió esforzar mas que otros luego de dejar el fútbol. Porque su “talento”, su “don” para esa etapa de su vida, ya no le serviría en la siguiente fuera del campo de juego.
Sin embargo con su siempre preparada paleta de colores decidió pintar un nuevo escenario para su vida. Por medio de una renovada visión de su futuro, y con la disciplina y la pasión necesarias para ir en su búsqueda, logró re-inventarse a sí mismo. Cada vez, cada nuevo logro, cada paso, un nuevo “Chino Tapia”.
¡Felicitaciones!