Un valor es una cualidad positiva que da trascendencia (traspasa y asciende) al hombre y que le permiten desarrollarse como persona capaz de descubrir todo lo bueno y grande que hay en el mundo, de disfrutarlo, y de luchar por ello. En concreto, lo hace un mejor ser humano. Un principio, por otro lado, es un juicio práctico que se deriva inmediatamente de la adhesión a un valor.
La dignidad es un valor fundamental del hombre, y que a su vez es fácilmentereconocible. Lo podemos reconocer en nosotros mismos o podemos verlo en los demás. Pero además no podemos otorgarla ni retirársela a alguien.
Aún en el caso de que toda la sociedad decidiera por consenso dejar de respetar la dignidad humana, ésta seguiría siendo una realidad presente en cada ciudadano. Si algunos fueran relegados a un trato indigno, perseguidos, encerrados o eliminados, este desprecio no cambiaria en nada su dignidad. Por su misma naturaleza, por la misma fuerza de pertenecer a la especie humana, todo ser humano es en sí mismo digno.
Y el primer y fundamental principio que se deriva de adherir el valor Dignidad es el Respeto. La primera actitud que sugiere y reclama la consideración de la dignidad de todo ser humano es la de Respeto.
Principio que se concreta por medio de toda acción e intención de tratar al otro (y a nosotros mismos) reconociendo y convalidando su Autonomía[iii] (y por lo tanto la nuestra), y legitimidad (y por lo tanto nuestra) como ser humano válido, eficaz y necesario para convivir, y en definitiva para hacernos humanos por medio de dicha convivencia.
[i] Considerando que algo es digno cuando es valioso de por sí, y no sólo ni principalmente por su utilidad para esto o para lo otro, esa utilidad es algo que se le añade a lo que ya es. Y que lo digno debe ser siempre respetado y bien tratado.
En el caso del hombre su dignidad reside en el hecho de que es, no un qué, sino un quién, un ser único, insustituible, dotado de intimidad, de inteligencia, voluntad, libertad, capacidad de amar y de abrirse a los demás.
Tener dignidad es estar consciente del respeto y trato justo que nos merecemos como seres humanos y que nos es debido por parte de cualquier otra persona y fundamentalmente por parte de nosotros mismos.
[ii] Entendiendo que el Respeto es la base fundamental en la cual se sustentan todas las relaciones humanas. Y que se ejerce cuando mostramos aprecio y cuidado por el valor de algo o de alguien. Respetar a los otros consiste por lo tanto en reconocer su importancia como personas que habitan el mundo y comparten la vida contigo, en saber que cada una de ellas es tu prójimo, tu semejante. La lista incluye a los miembros de nuestra familia, a nuestros maestros y amigos, a nuestros vecinos, pero también a cualquier persona que pasa por la calle, aunque no la conozcamos. Todos ellos, sin importar los detalles (menos aun si son hombres o mujeres) son tus iguales y merecedores de respeto.
Podríamos pensar que faltar al respeto es simplemente tener malos modales. Claro que hablar con la boca llena, presentarnos sucios a la escuela o el trabajo, o empujar a los otros para pasar por un lugar son conductas irrespetuosas. Sin embargo, significan poco en comparación con las verdaderas faltas de respeto: como tocar a alguien sin su consentimiento; burlarnos de una religión, de un trabajo o una forma de vida diferente a la nuestra, querer utilizar a los demás como medios para nuestros planes, abusar de quienes están en desventaja (los ancianos, las personas enfermas, los niños muy pequeños, los animales). Conductas que siempre se deben evitar.
[iii] Entendiendo a la Autonomía como la máxima expresión de libertad y la única forma de vivir según nuestras ideas. Así el mundo se enriquece como un mosaico variado y colorido de personas íntegras y felices que actúan con ayuda de los otros, pero no dependen de ellos.