Practicar el no sufrir es no escribir historias sobre nuestro dolor. Porque el sufrimiento se produce cuando formamos una historia en torno de los hechos.
En algún momento, no superaremos un examen, o no ingresaremos a la universidad que habíamos elegido, o perderemos un empleo, y entonces podremos convertir este hecho en un relato tan dramático como deseemos.
Por ejemplo, podemos decirnos a nosotros mismos: –Ahora ya no terminaré mis estudios, no podré ser profesional, no me podré gana la vida– Entonces la situación se convertirá en algo enorme, y pasaremos a ser –la persona que ha sido aplazada y no pudo terminar sus estudios, el que no llegó a estudios superiores, o que no trabaja y es un vago–
Buda** enseñó que aunque el sufrimiento es parte de la condición humana, no es necesario. Esto no quiere decir que el dolor no exista. Sino que podemos elegir no sufrir ante toda situación. Pero para ello debemos comprender la diferencia entre el dolor y el sufrimiento.
Como enseña el Dr. Villoldo: Cuando un dentista administra un anestésico local, puede extraernos un diente y no vamos a sentir el menor dolor, aunque sí sentiremos una sensación de tracción o presión. En tal circunstancia deberíamos ser capaces de relajarnos totalmente, conscientes de que no sentimos ningún dolor, pero nuestra mente comienza a pensar en la experiencia en cuestión: –Ése es el sonido del taladro, y ¡realmente me está sacando un diente!– Entonces nos ponemos nerviosos y nos sentimos incómodos porque estamos creando una historia en torno a un dolor que ni siquiera estamos sintiendo. Ésta sensación es el sufrimiento.
Por ello cuando practicamos el no sufrir, aceptamos los hechos de la vida y las lecciones que han venido a enseñarnos. Si estos hechos son dolorosos, naturalmente vamos a sentir ese dolor, pero no lo intensificaremos agravando la historia, por ejemplo diciéndonos: –Esto es devastador. No puedo soportar el sufrimiento de no haber ingresado a la carrera que tanto anhelaba. Es demasiado grande. Me va a destruir-.
Después de haber perdido algo o a alguien, es natural que nuestros sentimientos de tristeza se activen. Pero podemos experimentar esa pena y escribir un relato en que el dolor sea una parte importante de nuestra curación, o una historia que nos confirme como víctima y nos condene a un sufrimiento aún mayor.
Siempre podemos decir sobre la misma situación: -En realidad no era el mejor momento para encarar una carrera universitaria. Aún no estaba preparado. Me prepararé mejor para la próxima ocasión. Tal vez no sea ésta carrera la que en realidad debiera haber elegido. Probaré otra– O podemos decirnos: –No puedo creer que haya fallado. Es tan injusto… Nunca lo superaré. Esto marcará mi vida– Pero tengamos presente que la primera forma de encarar lo sucedido promueve la curación, y la segunda, el sufrimiento.
Una vez que renunciemos a aferrarnos al sufrimiento, podremos dejar de aprender nuestras lecciones a través de traumas, conflictos y “mala suerte”, y seremos capaces de comenzar a aprender directamente del conocimiento en sí. Aprender la lección que nos quiere enseñar lo que nos pasa.
Como dice Nikos Kazantzakis: “Si no nos gusta el escenario en el que nos encontramos, si no somos felices, si nos encontramos solos, si nos parece que no sucede nada, debemos cambiar el escenario. Debemos pintar y nuevo decorado, rodearnos de actores nuevos, escribir una nueva obra, y si la obra no es buena, insistiremos y escribiremos otra. Ustedes tienen los pinceles y los colores, pinten el paraíso y entren en él.”***
Tomemos los pinceles y pintemos una realidad sin sufrimiento.
ME GUSTO!1!!!!!