El gran hábito de “No Juzgar”

Practiquemos el “No Juzgar” *

Nuestros juicios son suposiciones que están basadas en lo que hemos aprendido y en lo que nos han contado. Y que surge de nuestra convivencia con padres, educadores, parientes, amistades, y distintas situaciones de nuestra vida diaria. Por lo tanto Juzgamos lo que nos sucede como “bueno” o “malo” de acuerdo a reglas definidas por nuestra cultura y que constituyen nuestra moral[i]. Y juzgando vamos dando un sentido al mundo. Nuestro mundo.

Ahora bien, para practicar el “No Juzgar”, debemos intentar trascender (traspasar y superar) este tipo de creencias.

Dice el Dr. Villoldo* que deberíamos ser “amorales” [ii], que no significa que seamos “inmorales”, sino que simplemente deberíamos tratar de no regirnos por tradiciones o costumbres. Es importante desprenderse de este tipo de juicios y mantener nuestra capacidad de discernimiento. De preguntarnos siempre el “porque” y el “para que” de todo mas allá de lo que creamos en primera instancia.

Por ello, cuando practicamos el “No Juzgar”, nos negamos a seguir automáticamente la opinión de los demás en cualquier situación. Hoy en día, esto es muy importante, dado que las imágenes de los medios de comunicación se han convertido en algo más convincente que la realidad, y nuestros valores (libertad, amor, compasión, cooperación, amistad, etc.) son reducidos a eslóganes y palabras vacías.

Practicando el “No Juzgar”, nos negamos a colaborar con la visión consensual y comprendemos que la libertad es mucho más que poder elegir entre varios modelos, logos, marcas, o entre opciones de un menú.

Pero además podemos crear una historia nueva y positiva en torno a lo que nos sucede. Siempre podemos crear una historia que nos ayude a crecer, y a aprender. A fin de cuentas, es posible que no podamos alterar los hechos concretos con los que nos topamos pero sí decidir que hacer con todo ello. Y en definitiva comenzar a educarnos en las lecciones que nos dejan aquellas situaciones.

Lecciones que pueden señalar que debemos ir más despacio, ser pacientes y tolerantes. Apreciar a las personas que nos rodean. O dejar de aferrarnos a la forma de vivir la vida que creíamos que debíamos vivir, para vivir lo que la vida nos ofrece y regala.

Cuando Juzgamos, creamos grandes historias y suposiciones en torno a los hechos y situaciones que nos suceden, que nos angustian y nos preocupan muchas veces sin sentido. Pero cuando practicamos el “No Juzgar” lo que consideramos sufridos traumas del pasados, se transforman en acontecimientos que han moldeado nuestra personalidad. Ni mas ni menos.

No rechacemos los hechos, sólo opongámonos a la interpretación negativa de los mismos, y a la historia traumática que nos sentimos tentados a tejer en torno a ellos. Siempre podremos crear una historia de fuerza positiva basada en estos hechos y situaciones.

Intentemos “No Juzgar”. Y gocemos el importante efecto positivo de “No Juzgar”.

* Idea extraída del Libro “Las Cuatro Revelaciones” del Dr. Alberto Villoldo, Ph.D., Psicólogo y Antropólogo Cubano Dirigió el Laboratorio Biológico de la Universidad de San Francisco, investigando los efectos de la curación a través de la energía y de la visualización en la química del cerebro. Estudió las tradiciones milenarias de la medicina Inca y de los pueblos del Amazonas. Actualmente enseña medicina energética.


[i] Conjunto de creencias, costumbres, valores y normas de una persona que funciona como una guía para obrar. Es decir, la moral orienta acerca de que acciones son correctas (buenas) y cuales son incorrectas (malas).
[ii] Una persona amoral es aquella que piensa o que actúa de forma diferente a la que el grupo social considera como adecuada o correcta. Una conducta amoral no es moralmente censurable ni deseable. Es importante no confundir entre lo amoral y lo inmoral. Una acción inmoral es directamente opuesta a la moral y a las buenas costumbres. Es decir, se trata de un comportamiento malo e incorrecto. Una persona amoral, en cambio, carece de moral, por lo que no puede juzgar sus actos como buenos, malos, correctos o incorrectos.
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