Seguramente alguna vez nos sentimos ofendidos al ser tratado de un modo poco
cortés por otra persona. Y también, en alguna oportunidad la amabilidad de alguien nos ayudó a mejorar nuestro estado de ánimo.
Diariamente nos encontramos con personas en un permanente estado de mal humor, que no encuentran un motivo para sonreír y nunca se muestran cordiales y receptivos ante las peticiones de los demás. Y también nos encontramos con otras personas quienes tienen una predisposición natural a ayudar a todo el mundo, a escuchar pacientemente y ser amables en la mayoría de las ocasiones.
La cuestión es que tenemos el derecho de ser tratado con la máxima cortesía y amabilidad. Y es nuestra responsabilidad hacer lo mismo con los demás.
No tenemos derecho a hacer sufrir a otros por el simple hecho de que estemos mal o irritables. Tampoco de manipular a los demás para que se responsabilicen por lo que a nosotros nos toca, ni de exigir que las personas que salgan siempre al encuentro de nuestras necesidades, expectativas o deseos.
Ser amables es vivir una actitud cordial, abierta y afectuosa conquienes nos rodean. Es un hacer cariñoso, afectuoso, gentil, cortés, agradable, servicial, afable, incluso gracioso y risueño. Y también es brindar atención y respeto a los demás.
Pero además la amabilidad es una virtud que muestra claramente la grandeza de quien la posee y que, por el contrario, resta humanidad a quien no se esfuerza en desarrollarla.
Utilicemos palabras y gestos amables. Destaquemos las cosas bien hechas de los demás. Escuchemos sus ideas y llegado el caso, no recriminemos de manera brusca ni violenta, expresemos en cambio nuestra disconformidad sin ofender.
Tengamos siempre a flor de boca palabras y frases mágicas como: “gracias”, “por favor”, “permiso”, “¿en que puedo ayudarte?», «¿en que puedo serte útil?». Y sonriamos, y miremos a los ojos al saludar en cada encuentro.
Un sencillo acto de amabilidad repercute en la toda red de relaciones que nos unen al mundo.
Llevar a la práctica una disposición afectuosa, complaciente y afable, no tardará en convertirse en una firme actitud que nos predisponga cotidianamente a pensar, sentir y comportarnos con amabilidad.
La amabilidad es de los valores que nos debe intresar adherir. son aquellas cualidades trascendentes -que nos traspasan y elevan- que favorecen el desarrollo pleno como personas capaces de descubrir todo lo bueno y grande que existe en este mundo actual, de disfrutarlo, y en definitiva de encontrar el camino de la felicidad.
Piensa bien y saldrá bien!
D.O.
2 respuestas a La amabilidad siempre vuelve en forma de sonrisa. Si lo deseamos se converte en la mejor forma de convivir.